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domingo, 2 de marzo de 2025

Los nuestros

texto y dirección: Lucía Carballal.
una producción del Centro Dramático Nacional y Teatre Nacional de Catalunya.
con Miki Esparbé, Marina Fantini, Mona Martínez, Manuela Paso, Ana Polvorosa, Gon Ramos, Alba Fernández Vargas / Vera Fernández Vargas y Asier Heras Toledano / Sergio Marañón Raigal.


2 de marzo de 2025. Teatro Valle-Inclán (Sala Grande), Madrid. 105' aprox.

La madre de Reina ha muerto. Ella era una sefardí que regresó de Marruecos y al pasar por Granada fue a la tumba de los Reyes Católicos para decirles "hemos vuelto". Reina ha reunido a la familia para pasar juntos el Avelut, el duelo de siete días para el que consigue reunir a su hijo Pablo y su pareja que viven en Londres, a su hermana Esther con sus hijos y a Tamar, una prima que ha vivido en Israel. Serán jornadas de reencuentros y desencuentros que dan mucho que pensar sobre las tradiciones. Y también sobre las grietas familiares. 
 
Entiendo lo que pretende Reina tratando de unir por unos días a esa familia y queriendo mantener vivo un legado de más de quinientos años. Las familias no son siempre cielos que nos elevan, pero todos quisiéramos sentirlas, al menos, como un suelo protector. De eso va, en cierto modo, esta obra que enfrenta el reto imposible de hilvanar los conflictos generacionales en pos de la libertad con los anhelos de mantener tradiciones insondables. En esto, Denisse Despeyroux acierta mucho más en Misericordia al tomarse con ironía los ritos judíos y trenzar de forma conmovedora los recuerdos infantiles, el exilio uruguayo y las cuitas de los teatreros. Creo que esta vez Lucía Carballal no ha alcanzado el tono cautivador que tenían otras obras suyas como Una vida americana, La resistencia o Los pálidos. En todo caso, la puesta en escena sorprende con ese gran espacio vacío, con frontón de objetos cotidianos, en torno al cual nos situamos los espectadores. Y, por supuesto, están muy bien los intérpretes, incluidos esos prodigiosos niños bailarines que nos maravillan en su momento musical.
 

sábado, 13 de abril de 2024

Vania x Vania (versión 1)

texto y dirección: Pablo Remón.
una producción de Teatro Español y Teatro Kamikaze.
c
on Javier Cámara, Juan Codina, Israel Elejalde, Marta Nieto, Manuela Paso y Marina Salas.


13 de marzo de 2024. Teatro Jovellanos, Gijón. 115’ aprox.

Una familia y un médico en una casa de campo. La familia es diversa. Están el tío, la sobrina y la señora que los cuida. Y también el escritor y su mujer urbanitas que han venido para quedarse en ella o para que se venda. El conflicto es puntual y múltiple. Pero también esencial y existencial.

El jueves tenía clase en la facultad y no llegaba a tiempo para ver en Avilés la versión 1 del Tío Vania remoniano, cuya segunda versión vi ayer en el Niemeyer. Los amigos me decían que había acertado con el orden. Que la versión más esencial y memorable era esta, y seguramente tenían razón. De todas formas, en la reseña de ayer ya anticipaba que lo de versión 1 y versión 2 quizá no debiera interpretarse como orden temporal, sino como concepto espacial. La de hoy es una versión radicalmente monista. Con un solo espacio prácticamente vacío (solo seis sillas, la de Marina Salas, de ruedas) seis intérpretes soberbios van haciendo crecer en nuestra mente la historia de Chèjov. Siempre presentes en el escenario (o tras el decorado de la versión 2), con solo adelantar o cambiar la posición de sus sillas, van trenzando los diálogos y las escenas de El Tío Vania como si estuviéramos asistiendo a las últimas lecturas de mesa antes de los ensayos. Es teatro tan abstracto como nítido. Casi más Chéjov que Remón. De este son el ritmo y cierta naturalidad actualizada que se radicaliza en la versión 2. La semana pasada Andrea Jiménez estrenó en el Palacio Valdés algo tan innovador como Casting Lear, una obra en la que cada día cambia el actor protagonista. En este caso he sido yo el que, como espectador, he innovado cambiado el orden de la propuesta de Pablo Remón. Y debo decir que quizá mis amigos tenían razón. Que pudiera ser mejor ver antes al Chejóv remoniano y desdoblado de la versión 2  y después al Tío Vania esencial y destilado de esta versión tan monista. Incluso creo que en Asturias, y en la gira, hemos sido más afortunados que en Madrid. Sea cuál sea el orden de estos dos Vanias,  me parece más grato y nutritivo degustar esta magnífica propuesta en dos días sucesivos que en la sesión (casi) continua de Madrid. Son ventajas de vivir en la verdadera centralidad: la de la periferia.      

Programa de mano
Dossier

viernes, 12 de abril de 2024

Vania x Vania (versión 2)

texto y dirección: Pablo Remón.
una producción de Teatro Español y Teatro Kamikaze.
c
on Javier Cámara, Juan Codina, Israel Elejalde, Marta Nieto, Manuela Paso y Laura Galán.


12 de marzo de 2024. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 120’ aprox.

Una familia y un médico en una casa de campo. La familia es diversa. Están el tío, la sobrina y la señora que los cuida. Y también el escritor y su mujer urbanitas que han venido para quedarse a vivir en ella o para que se venda. El conflicto es puntual y múltiple. Pero también esencial y existencial.

A la izquierda el exterior de una casa de campo rusa de hace más de cien años. A la derecha el de otra casa en un pueblo castellano de hoy. El tío de la izquierda es Vania. El de la derecha es Iván. A la izquierda hay más Chèjov y menos Remón. A la derecha sigue siendo El tío Vania, pero también resuenan los ambientes y lenguajes de obras anteriores, especialmente Los Mariachis (y hasta el acento de Luis Bermejo). Ayer no pude ver la versión 1 (la veré mañana en Gijón), pero creo que lo de versión 2 pudiera no ser ordinal, sino, más bien, espacial. Pablo Remón ha querido hacer con Chéjov algo parecido a lo que hizo con Lorca en Doña Rosita anotada. Allí el presente (su presente en primera persona) se intercalaba con el tiempo de la obra. Aquí ha querido que sea ese espacio doble el que represente los dos tiempos que ya albergaba tácitamente el texto de Chèjov. Aquellos rusos rurales con problemas existenciales aludían a un futuro remoto que es nuestro presente y Remón hace dialogar esos dos tiempos con solo dividir el escenario. Pero esta versión  de El tío Vania no es compartimentada ni intercalada. Los personajes pasan de un espacio a otro (y de un tiempo a otro) sin que se adviertan más cambios que las anécdotas y los lenguajes. Así, Pablo Remón confirma la intemporalidad de Chèjov. Y no solo porque su obra anticipara temas como la conservación de la naturaleza o la necesidad del cuidado, sino porque lo esencial de todas las vidas es lo que se muestra y se oculta en su cotidianidad. Javier Cámara está perfecto en los dos tonos de sus Vanias. Como también lo está Israel Elejalde interpretando con su fuerza habitual a ese médico desencantado y enamorado. O Juan Codina, intensísimo en el papel de ese escritor patético. Y, por supuesto, también Marta Nieto con el personaje de esa Elena, tan guapa, indolente y lucida, que encandila al Tío Vania y al médico; Manuela Paso, encarnando a esa Marina que destila la sensatez propia de los afanes domésticos; y Laura Galán (que ya estaba superlativa protagonizando Cerdita) y que aquí ha hecho un trabajo magnífico sustituyendo a Marina Salas (lesionada) en el papel de Sonia. Así que mañana, y con muchas ganas, me espera más Tío Vania en Gijón.

Programa de mano
Dossier

domingo, 19 de febrero de 2023

Los pálidos

Escrita y dirigida por Lucía Carballal
Una producción del Centro Dramático Nacional.
con
Israel Elejalde, Miki Esparbé, Natalia Huarte, Manuela Paso y Alba Planas.

19 de febrero de 2023. Teatro Valle-Inclán (sala Francisco  Nieva), Madrid. 95 aprox.

En el último episodio de Las hijas del Voleibol la capitana del equipo anuncia que va a ser madre. Ese desenlace ha sentado muy mal y en las redes son muchas las espectadoras que lo consideran sexista. Los guionistas de la serie tienen ahora el reto de que la segunda temporada recupere el interés de unas adolescentes que veían en esas deportistas un ejemplo de chicas liberadas con mucho mérito. Jacobo, el creador de la serie y el que se empeñó en cerrar así el último capítulo, le pide a María que se incorpore al equipo de guionistas para aportar una nueva perspectiva a la historia. Ella le daba clases a su hija y es una joven comprometida que ha dejado el mundo del teatro.

A la calidad como autora que había demostrado en Una vida americana, La resistencia o La actriz y la incertidumbre, Lucía Carballal une ahora un trabajo excelente como directora de esta espléndida obra en la que se combinan historias sentimentales, conflictos generacionales, perspectivas de género, confrontaciones ideológicas y una aguda reflexión con muchas capas sobre la escritura y la ficción en estos tiempos enredados. En Los pálidos hay también idas y vueltas sobre las relaciones de poder entre las edades y los sexos dentro y fuera de los entornos profesionales. Lucía Carballal entra a fondo en esos temas con un magnífico juego de espejos que neutraliza los lugares comunes a fuerza de confrontarlos con la manera en que son percibidos por sus contrarios. Eso provoca sonrisas en muchos momentos porque lo que se dicen (y nos dicen) los personajes es también lo que se dice (y nos decimos) fuera del teatro. Pero con la diferencia de que Los pálidos nos propone una reflexión nada superficial sobre las cuestiones de género. Lucía Carballal consigue además superar por igual lo políticamente correcto y las letanías contra ello. En Los pálidos no hay, por tanto, neutralidad aséptica ni militancia obvia. Hay, más bien, mucho compromiso ético y estético con cosas tan importantes como la creación de las historias y la reflexión sobre las vidas. Sobre lo primero el trabajo de Lucía Carballal tiene cierto parentesco con el de Pablo Remón. De hecho, Los pálidos podría componer un hermoso díptico con El tratamiento. Y sobre lo segundo, lo que aquí se muestra tiene la fuerza de las interacciones bilaterales entre los personajes que Pascal Rambert propone en obras como La Clausura del amor o Ensayo. En ellas Israel Elejalde también participaba en duelos arquetípicos desde una masculinidad cuestionada. Algo que hace como nadie porque sabe llevar al límite los desafíos emocionales.

viernes, 14 de mayo de 2021

El hombre almohada

de Martin MacDonagh. Versión y dirección: David Serrano.
U
na producción de Producciones Teatrales Contemporáneas.
con Belén Cuesta, Ricardo Gómez, Juan Codina y Manuela Paso.

14 de mayo de 2021. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 150’ aprox (con descanso). Estreno absoluto.

K
aturian no sabe por qué la han detenido. Dos policías, un hombre y una mujer, la interrogan con la perspectiva de que acabarán pegándole un tiro. Ella escribe cuentos y en muchos de ellos aparecen niños a los que les suceden cosas terribles. Como las que le pasaron a su hermano que ahora está en otra sala siendo quizá torturado por el policía más agresivo. Al parecer ha habido infanticidios cometidos de la misma forma que Katurian describe en sus cuentos. Y su hermano está implicado.

El cuento de los cuentos. Una historia sobre la escritura, la culpa y la redención. Hay niños que protagonizan historias terribles. Todas simplísimas y hondísimas. Como si fueran haikus poéticos cargados de dramatismo. El hombre almohada es el título de la obra y de uno de ellos. Seguramente el metacuento, el que explica, resume y orienta el sentido de los demás. Y quizá también el que expresa la desazón existencial que ha podido llevar a Martin MacDonagh a escribir una historia como esta, a David Serrano a ponerla en escena para que nosotros la contemplemos con tanta emoción en estas dos horas y media de teatro superlativo. Un texto que en nuestra cabeza se convierte en una grandiosa novela trufada de microrrelatos de alto calado y máxima simplicidad. Una puesta en escena brillantísima y de gran sencillez en ese espacio oscuro y opresivo al que la abertura en el techo y el plástico en el suelo hacen temer cosas terribles. Y unas interpretaciones ajustadísimas y rotundas a cargo de cuatro intérpretes que no parecen estar en la noche del estreno sino en la emocionante última función de una obra que hubiera tenido un largo recorrido y muchísimo éxito (el que seguramente tendrá). Por si todo esto fuera poco, se nos regalan momentos visualmente maravillosos con máscaras y figuras que, al comienzo de la segunda parte, hacen que uno sienta el deseo de levantarse de la butaca, parar la obra y aplaudir desaforadamente. El hombre almohada es alta literatura escénica. Nada que deba sorprendernos tratándose de Martin MacDonagh, el director de la magnífica Tres anuncios en las afueras (protagonizada por Frances McDormand, ahora más que consagrada con Nomadland) y de quien vi hace ocho años, en los añorados cines Marta, Siete psicópatas, otra película singularísima también con varias capas y no poca truculencia. Estoy seguro de que la versión de David Serrano de El hombre almohada hace aún más perturbadora la propuesta de MacDonagh con decisiones tan acertadas como limitar la trama a cuatro personajes y encargarla a intérpretes tan adecuados como Belén Cuesta, Ricardo Gómez, Juan Codina y Manuela Paso que hacen aquí unos trabajos que darán mucho que hablar. Así que ha sido otra noche de grandísimo teatro en el Palacio Valdés.

viernes, 10 de julio de 2020

La incertidumbre (La pira 3)

Dirección: Pablo Remón.
una producción del Centro Dramático Nacinal.
- El autor y la incertidumbre de Pablo Remón. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros y Francesco Carril.
- Ernesto y la incertidumbre de Denise Despeyroux. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros, Cecilia Freire y Manuela Paso.
- La actriz y la incertidumbre de Lucía Carballal. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros, Francesco Carril y Cecilia Freire.

10 de julio de 2020. Teatro María Guerrero, Madrid (virtual). 55’ aprox.

La pieza de Pablo Remón sobre el autor y la incertidumbre comienza con La traición de Harold Pinter que él versionó y que, tras estrenarse en el Palacio Valdés el 7 de marzo, tuvo que suspender su primera función en el Pavón Kamikaze prevista para el día 12. La dirigía Israel Elejalde y Francesco Carril recuerda que al día siguiente lo acompañó al teatro porque quería pasear por el decorado, como se pasea entre unas ruinas. Así comienza esta pieza en la que Pablo Remón nos habla a través de Francesco de su escritura en momentos tan especiales como el día en que murió su padre o las conversaciones con su hijo en estas semanas de confinamiento. En Ernesto y la incertidumbre Denise Despeyroux nos propone una estupenda reflexión con un padre, un hijo y una extraestraterrestre de Andrómeda que ha sido intercambiada por la hija para superar la incertidumbre que nos embarga. Primero el padre explica el origen del Universo a partir del todo, no de la nada. Luego se vuelve tozudo cuando la extraterrestre defiende la certidumbre frente a las pulsiones reactivas de este padre confinado y desconfiado. Finalmente ella se va y vuelve la hija de ese otro mundo en el que todo es certidumbre. La incertidumbre de la actriz surge quince minutos antes de que comience su monólogo. Ella no se cree ese texto al que el autor ha querido dar un tono de optimismo poético que ella no comparte. Los dos son pareja y han vivido muy mal el tiempo de confinamiento. La incertitumbre sobre el texto es también la que ella tiene sobre su relación. Y él quiere resolver ambas en esos pocos minutos.

Tercera parte de la trilogía y tercera joya escénica desde un María Guerrero que no parece vacío aunque no podamos estar allí. La dirección de Pablo Remón es impecable (como la de Sanzol y las de las amigas del Teatro en Vilo en las obras anteriores). Su texto es tan hiperrealista, poético y sugerente como acostumbra. Quizá aún más porque sus evocaciones son aquí mucho más inmediatas: las de un padre y un hijo confinados entre la ternura y el recuerdo. El escenario gira y nos sitúa luego en una casa familiar en la que Denise Despeyroux sitúa esta divertida escena con ironías teofilosóficas y ese naturalismo doméstico suyo en la que quedan tan bien sus querencias galácticas. Una delicia continua en la que, como en la pieza de Pablo Ramón, uno solo lamenta que esta maravilla sea tan corta. Por último, Lucía Carballal cierra esta extraordinaria y triple trilogía con una pieza sobre el amor confinado y el desamor incipiente entre una actriz y un autor. El espacio giratorio nos coloca esta vez en los preámbulos de la pieza, en esa intimidad con reproches y sintonías propias de una pareja con mucha incertidumbre sobre su futuro y poco tiempo para resolverla. Las tres piezas de hoy son, por tanto, tres joyas que cierran por todo lo alto estas nueve muestras que confirman la excelente salud creativa de nuestros dramaturgos e intérpretes. Entre ellos están muchos de los que más me gustan y con los que he disfrutando tanto en tantas de noches de estreno en el Palacio Valdés. Ojalá volvamos a encontrarnos muy pronto en nuestros teatros para disfrutar con propuestas tan magníficas como las de esta trilogía que quisiera ser pira catártica en estos tiempos difíciles.

jueves, 2 de abril de 2020

La función por hacer

versión de Miguel del Arco y Aitor Tejada, a partir de Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello. Dirección: Miguel del Arco.
una producción Kamikaze Producciones.
con Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Teresa Hurtado de Ory y Nuria García.

2 de abril de 2020. Teatro Español, Madrid (virtual). 90’ aprox.

Un actor y una actriz interpretan una obra en la que el personaje de él le muestra al de ella la forma en que la ha retratado en un cuadro. Pero la obra es interrumpida por la llegada de otros seis. No actores. Seis personajes que quieren formar parte de una historia que su autor no quiso concluir.

El 13 de agosto de 2010 los mismos actores trajeron esta joya a Avilés. Es el primer recuerdo que tengo de lo que sería ese proyecto Kamikaze, absolutamente imprescindible y revolucionario en el teatro español de esta década. No puedo olvidar aquella entrada de los seis por los dos pasillos del Palacio Valdés. Y ahora ha sido una gozada recordarlo en esta función de la sala pequeña del Español en la que es máxima la cercanía con el público con esa disposición en modo cuadrilátero. En el verano pasado se volvió a representar en el Pavón con motivo del décimo aniversario de su estreno, así que ha sido una idea magnífica que, en esta programación semanal de teatro en abierto en tiempos confinados, hayamos podido recordar la manera en que estos actores y personajes kamikazes buscan, encuentran y cautivan al espectador.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Doña Rosita, anotada

de Pablo Remón. Versión libre de Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, de Federico García Lorca. Dirección: Pablo Remón.
Producción: Buxman Producciones y La_Abducción.
con Fernanda Orazi,  Francesco Carril, Manuela Paso.

27 de diciembre de 2019. Teatros del Canal (sala negra), Madrid. 90’ aprox.
12
de junio de 2021. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés, 90
aprox.

Al director le han encargado una obra inspirada en Doña Rosita la soltera y nos cuenta el proceso. Primero dijo que no, pero su mujer, que es filóloga, le animaba a aceptar la propuesta. Así que cuando oyó hablar a unos jóvenes en un Starbucks y escuchó luego las voces de sus tías solteras que están muertas desde hace años pensó que lo que Lorca había hecho era una obra tierna sobre una mujer pretérita pero también una reflexión magnífica sobre el paso del tiempo. Y eso a él sí que le interesaba. Finalmente se ha animado a montar esta obra con dos actrices que ahora están con él en el escenario para interpretar, solo entre ellos tres, todos los personajes de esta Doña Rosita actualizada. Como si fueran los notas a pie del texto, él nos va explicando lo que hacen y también por qué lo hacen.

En ese libro magnífico que es De la mano de Federico, Lluís Pascual dice que para él Lorca es como su hermano. Y viendo lo bien que ha tratado sus textos desde los tiempos de El Público (¡ya han pasado más de treinta años!) hasta este último Romancero gitano a cargo de esa otra hermana del poeta que es Nuria Espert, no cabe duda de que Federico estaría muy orgulloso de él. Como lo estaría también de este otro hermano más joven que le ha salido ahora. Pablo Remón ya nos tenía abducidos con su capacidad para combinar como nadie humor y poesía, evocaciones y tristezas, aspereza y ternura. Por eso no nos sorprende que sus anotaciones sobre Doña Rosita sean tan radicales y por ello mismo tan respetuosas con un texto que trata, como él ha sabido ver, sobre el paso del tiempo. Y también sobre esa esperanza que alienta la vida y que, como señala Lluís Pascual a propósito del estremecedor monólogo del tercer acto, describe mejor la relación entre ambas que el dicho popular de que mientras hay vida hay esperanza. Por eso Pablo Remón llena de esperanza esa escena en la que Rosa se encuentra con su amante motero en los años ochenta y decide mantener con el máximo respeto ese monólogo del tercer acto que siempre fue de Nuria Espert y que ahora también lo es de la gran Fernanda Orazi. Con ella, con Manuela Paso y con Francisco Carril, Pablo Remón ha compuesto una obra magnífica que se integra plenamente en su universo personal sin dejar de pertenecer al de Lorca. Del texto original se ha atrevido a cambiar muchas cosas (el Ama es Rumana, el primo es motero y la tía es la suya) y ha querido también hacer un juego metateatral incluyendo su propia labor como traductor (en el sentido del que habla Juan Mayorga sobre las versiones de los clásicos) en ese trasunto suyo que es también Francisco Carril cuando no le toca hacer de su tía mientras Fernanda Orazi hace de Rosita. Pablo Remón y sus tres maravillosos secuaces han hecho un gran favor a Lorca y a Doña Rosita. Los han liberado de las veneraciones forenses de eruditos y anotadores para reivindicar de nuevo la frescura, la hondura y la ternura de un texto con un nombre diminutivo y un calado mayúsculo.

viernes, 18 de octubre de 2013

Misántropo

versión y dirección de Miguel del Arco a partir del original de Molière. 
Kamikaze producciones.
con Israel Elejalde, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Bárbara Lennie, José Luis Martínez, Miriam Montilla, Manuela Paso.

18 de octubre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 105’ aprox. Estreno absoluto

Alcestes sufre con la hipocresía y la banalidad de quienes le rodean. Su sinceridad es disfuncional en un mundo en que la palmada y la puñalada en la espalda son intercambiables. Un callejón al lado de una fiesta es el escenario en el que su misantropía chocará con la manera en que los demás entienden la convivencia. Y el amor. 

Tercer estreno seguido en el inicio de esta temporada teatral de Avilés. El más aplaudido por el público. La escenografía lo merece. También la dirección de unos actores que nos hacen sentir en los aledaños de una fiesta de esas gentes a las que hasta hace poco llamábamos yuppies. Un buen lugar para trasladar la mirada de Molière. Pero también arriesgado. Este Misántropo es la historia de un Sócrates desesperado que, en medio tantos sofistas, acaba perdiendo su amor platónico. Una tragedia cómica. O una comedia trágica. Cuando se sitúa entre ambas funciona muy bien. Pero no cuando escora hacia esa comicidad que tanto agrada al público más ingenuo. Ni cuando la deuda con Molière obliga al autor a subrayar el sufrimiento del personaje central. Su egocentrismo dramático se hace cansino. Lo que le pasa a este Alcestes en este callejón sin salida me recuerda a lo que sienten “los del palo” en medio de las fiestas. Javier Cercas ha hablado así de su propia adolescencia en su pueblo extremeño. Mientras los demás bailaban y disfrutaban, ellos los observaban apoyados en el palo. Con demasiado tiempo para pensar. Y para sufrir. La función por hacer, Veraneantes o La violación de Lucrecia (lamento no haber visto De ratones y hombres) demuestran que Miguel de Arco es un autor y un director excepcional. Pero Deseo o la aclamada Juicio a una zorra no me han sorprendido tanto. Tampoco este Misántropo que tiene excelentes momentos, pero también otros mejorables. Justamente aquellos en los que Miguel del Arco es menos fiel a si mismo y más a Molière. O a ese público que aplaude fuerte cuando se le hace reír sintiendo que la hipocresía está en los demás. ¿Seré algo misántropo?