sábado, 22 de junio de 2019

gris/mar

de José Padilla a partir de la pastora Marcela del Quijote. Dirección: Ion Iraizoz y Mikele Urroz.
Producción: La Caja
con Ion Iraizoz y Mikele Urroz.

22 de junio de 2019. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 65 aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


El vecino de Mar es Gris. Ella le llama así aunque su nombre es Grisóstomo, como aquel personaje que agobiaba a Marcela, la pastora del Quijote. Gris es un pelma enamorado de Mar que cree que porque la quiere muchísimo ella debería tenerlo en cuenta. Para conseguirlo la asedia en su casa mientras Mar intenta secar un traje que él le había mojado en el tendal. O la sigue hasta Miami después de que ella se mude allí para huir de este tipo que no la deja en paz.

¿Hay acoso de baja intensidad? La simpatía que puede despertar este tipo tan pesado y tontorrón puede llevar a pensar que sí. Sin embargo, Cervantes ya nos advirtió frente a eso con la historia de la pastorcilla Marcela que oportunamente se cita en el programa de mano: "Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable: más no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama". Gris/mar se hace muy interesante por el tono de comedia que se da a los encuentros entre el pretendiente y la asediada y por los oportunos monólogos de él (en modo profesor de literatura) y de ella (en ese discurso final tan oportuno ahora que el Supremo ha rectificado la sentencia sobre La Manada que inspiró la aleccionadora y magnífica Jauría teatral que se estrenó en el Palacio Valdés). El texto de José Padilla es ágil e intencionado y las interpretaciones de Ion Araizoz y Mikele Urroz son estupendas. De hecho, han conseguido ponerme de los nervios con esos gestos y esa forma de hablar en treintañés que quizá hacen más probables conductas como el acoso pseudoeducado que él practica y actitudes como la paciencia infinita con que ella lo soporta.

viernes, 21 de junio de 2019

Peggy Pickit ve el rostro de Dios

de Roland Schimmelpfennig. Versión en castellano: Albert Tola. Dirección: Jorge Sánchez. 
un proyecto de La Cantera
con Mireia Gubianas, Toni Vives, Marc Pujol y Marta Cuenca.


21 de junio de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 60’ aprox. Estreno absoluto.

Martin y Carol son una pareja de médicos que vuelven de África después de pasar seis años como cooperantes. Sus amigos Liz y Frank han llevado en ese tiempo una vida bastante convencional con niña, casa y garaje. Será una noche de reencuentro en la que todos terminarán dañados.

El diálogo fluye con palabras y gestos aparentemente cálidos pero las frases están entreveradas con las valoraciones retrospectivas que los cuatro van haciendo sobre lo que les está pasando. Así que todo sucede en un tiempo real extrañamente dislocado que mezcla frases hechas, pensamientos ásperos y palabras rebobinadas. En escena solo están los cuatro pero la presencia en fuera de campo de la niña africana que Martin y Carol no han traído a Europa y de la hija que Liz y Frank tienen en casa de unos vecinos es tan intensa como la de esa muñeca africana de madera que sí ha venido y esa Peggy Pickit sintética que la estaba esperando. Los estridentes corchos del champán que ellos abren y las sonoras bofetadas que ellas intercambian tienen un inquietante contrapunto en el sonido chirriante del celo con que al final las dos intentan reparar sus muñecas rotas mientras Frank insiste en no considerarse culpable de nada.  El complejo y sugerente texto de Roland Schimmelpfennig resulta bastante exigente para estos cuatro actores que están impecablemente sincronizados en esta noche de estreno. También es oportuna la gelidez de la puesta en escena de Jorge Sánchez que resulta bastante adecuada para este ajuste de cuentas entre quienes decidieron cooperar en África y fracasaron y quienes llevaron vidas convencionales y ahora se sienten culpables. En todo caso, creo que para entender bien la propuesta de Schimmelpfennig habría que conocer mejor la percepción que en Alemania se tiene de un conflicto ético que aquí quizá no percibamos de forma tan acuciante.

viernes, 14 de junio de 2019

Todas las mujeres

texto original: Mariano Barroso y Alejandro Hernández. Dirección y adaptación: Daniel Veronese. 
una producción Producciones[off] y Vania
con Fele Martínez, Lola Casamayor, Lucía Barrado, Nuria González, Mónica Regueiro y Ana Álvarez. 


14 de junio de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.

Nacho le ha robado a su suegro cinco novillos cinco para venderlos en Portugal y huir con su amante a Brasil. La cosa no sale bien, así que mientras se resuelve el asunto recibe en su casa de campo a cinco mujeres cinco: su amante, su madre, su exnovia, su cuñada y su psicóloga.

El jetilla y sus mujeres. Ese título le iría mejor a lo visto en el escenario y a lo que muestra el cartel. De hecho, él hace aquí de astro rey y ellas de satélites. Vaya por delante que la obra tiene la agilidad y la frescura que cabe esperar de Veronese y que no hay nada que reprochar a un elenco bien afinado. Hasta aquí lo que puedo decir en positivo. Yo no vi la serie ni la película en la que se inspira pero, salvo lo dicho, no veo nada bueno en esta obra. Ni en su ética ni en su estética. Como propuesta teatral no le encuentro sustancia y como divertimento para pasar el rato casi me molesta. En efecto, no me agrada el protagonismo de ese tipo cuyo mayor mérito es que algunas mujeres orbiten en torno a él. Lo hace la amante tentadora de la que él luego reniega ante las otras. Lo hace la exnovia abogada que sufre de nuevo al volver a verle. También lo hace esa madre nutricia (aquí con chequera) cuya vida sexual es administrada por el muchacho. Incluso esa psicóloga que, aunque estirada, no tiene la ironía y el poderío propios de los psicólogos masculinos (sean veteranos o argentinos). Y también orbita en torno al jetilla esa cuñada que sintoniza más con él que con su padre o con su hermana a pesar de que a aquel le quitó los novillos y a esta le puso los cuernos. Estos dos últimos quedan en fuera de campo. La esposa ni siquiera le da pena al protagonista pero el suegro (otro hombre) sí le da bastante miedo. Seguramente porque tiene pinta de ser un macho ibérico imponente del que se dice que aprecia más a sus vacas que a sus propias hijas. Imagino que a quienes el discurso feminista les parece cosa de puritanas y ofendiditos la obra les habrá encantado (Lucía Lijtmaer dice cosas interesantes sobre todo esto en el libro que acaba de publicar en Anagrama). Pero esta noche también se ha reído bastante buena parte del público que seguramente no habrá votado a Vox. Es lo que tiene el machismo tácito y bobalicón, que parece tan inofensivo como el de Arturo Fernández. El título de la obra puede ser irónico pero no engaña. Y es aún más insultante con el artículo que sustituye al posesivo. De eso va la cosa.

viernes, 7 de junio de 2019

La resistencia

de Lucía Carballal. Dirección: Israel Elejalde.
una coproducción de Buxman Producciones y Teatros del Canal.
con Mar Sodupe y Francesc Garrido.

7 de junio de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. 80’ aprox.

Mónica está a punto de irse a vivir con David. Los dos son escritores, pero él tiene más éxito que ella. David quiere conocer la opinión de Mónica sobre su última novela, una historia de amor entre un profesor y su alumna. Ese es el detonante de una revisión sobre la manera en que los dos se sitúan ante sus carreras literarias y ante su relación. Será una intensa confrontación nocturna en el restaurante que ella está a punto de vender para dedicarse solo a escribir.

La resistencia necesaria para poder escribir y para poder amar. Eso es lo que se evalúa en este intensísimo y brillante diálogo entre dos escritores asimétricos por su edad y por el lugar que ocupan en esa relación amorosa que están a punto de consolidar o de destruir. De la complejidad que caracterizaba a aquel crisol fascinante de personalidades familiares que era Una vida americana, Lucía Carballal ha pasado a centrarse en esta pareja literaria que reflexiona sobre las aristas del amor, de la admiración, de la escritura y de la inspiración. Con un texto magnífico en el que la profesión de los personajes multiplica las capas de sus desencuentros, Mar Sodupe y Francesc Garrido (ambos conjuntadísimos y soberbios) consiguen modular de maravilla el intercambio de fortalezas y debilidades en que consiste este diálogo íntimo en el que las asperezas tácitas no son menores que las expresas. La resistencia me ha recordado, para bien, a la magnífica A cielo abierto de David Hare. De hecho, he encontrado algún parentesco entre la fuerza que aportan a sus personajes unos actores tan singulares y con tanto carácter como José María Pou y Francesc Garrido y unas actrices que tanto bien les hacen a los suyos como Nathalie Poza y Mar Sodupe. Creo que ese recuerdo también le debe mucho a la magnífica puesta en escena de Israel Elejalde que está contenidísimo en la oportuna definición de espacios (también los de la casa evocada) y afinadísimo en la definición de las distancias entre los intérpretes. Así que un texto sugerente y equilibrado, una dirección sobria e impecable y un trabajo interpretativo armónico y poderoso hacen de La resistencia una obra imprescindible en nuestro panorama teatral.