de Lucía Carballal. Dirección: Israel Elejalde.
una coproducción de Buxman Producciones y Teatros del Canal.
con Mar Sodupe y Francesc Garrido.
con Mar Sodupe y Francesc Garrido.
7 de junio de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. 80’ aprox.
Mónica está a punto de irse a vivir con David. Los dos son escritores, pero él tiene más éxito que ella. David quiere conocer la opinión de Mónica sobre su última novela, una historia de amor entre un profesor y su alumna. Ese es el detonante de una revisión sobre la manera en que los dos se sitúan ante sus carreras literarias y ante su relación. Será una intensa confrontación nocturna en el restaurante que ella está a punto de vender para dedicarse solo a escribir.
La resistencia necesaria para poder escribir y para poder amar. Eso es lo que se evalúa en este intensísimo y brillante diálogo entre dos escritores asimétricos por su edad y por el lugar que ocupan en esa relación amorosa que están a punto de consolidar o de destruir. De la complejidad que caracterizaba a aquel crisol fascinante de personalidades familiares que era Una vida americana, Lucía Carballal ha pasado a centrarse en esta pareja literaria que reflexiona sobre las aristas del amor, de la admiración, de la escritura y de la inspiración. Con un texto magnífico en el que la profesión de los personajes multiplica las capas de sus desencuentros, Mar Sodupe y Francesc Garrido (ambos conjuntadísimos y soberbios) consiguen modular de maravilla el intercambio de fortalezas y debilidades en que consiste este diálogo íntimo en el que las asperezas tácitas no son menores que las expresas. La resistencia me ha recordado, para bien, a la magnífica A cielo abierto de David Hare. De hecho, he encontrado algún parentesco entre la fuerza que aportan a sus personajes unos actores tan singulares y con tanto carácter como José María Pou y Francesc Garrido y unas actrices que tanto bien les hacen a los suyos como Nathalie Poza y Mar Sodupe. Creo que ese recuerdo también le debe mucho a la magnífica puesta en escena de Israel Elejalde que está contenidísimo en la oportuna definición de espacios (también los de la casa evocada) y afinadísimo en la definición de las distancias entre los intérpretes. Así que un texto sugerente y equilibrado, una dirección sobria e impecable y un trabajo interpretativo armónico y poderoso hacen de La resistencia una obra imprescindible en nuestro panorama teatral.