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viernes, 25 de mayo de 2018

24 horas en la vida de una mujer

de Stefan Zweig. Dirección y adaptación: Ignacio García.
producción: Lamarsó produce.
con Silvia Marsó, Felipe Ansola y Germán Torres.

25 de mayo de 2018. Centro Niemeyer, Avilés. 85’ aprox.

Una mujer mayor evoca una jornada que pudo ser decisiva. Aquella en la que, tras la muerte del marido, encontró en Montecarlo a un joven jugador al que quiso redimir y del que se enamoró. Fueron veinticuatro  horas de pasión en las que pudo cambiar el rumbo de su vida. Y un recuerdo secreto que tenía que compartir con alguien.

Me intrigaba cómo se podría llevar al escenario una historia como la de Zweig. Los espacios y los tiempos del relato me parecían más propicios para el cine que para el teatro (curiosa coincidencia la de esta obra con la magnífica película Las estrellas de cine no mueren en Liverpool que vimos ayer en Los Prados). También tenía curiosidad por ver cómo se planteaba en formato musical. Sin embargo, me temo que los espectadores que no hayan leído la novela no se animarán a hacerlo tras lo visto esta noche. Nada hay que reprochar a los intérpretes, pero sí a la previsibilidad de un formato que gustará seguramente a quienes les atraen los musicales por el mero hecho de serlo. Creo que no se ha acertado en la construcción de una obra que aprovecha el prestigio del escritor austriaco sin conservar lo esencial de un relato que no es únicamente la descripción de una jornada particular. En la novela hay dos voces narrativas sucesivas. Una masculina, que prologa el interés de lo que contará la mujer madura, y otra la de esa confesión radicalmente femenina y singular. Aquí las dos voces se diluyen e intercalan todo el tiempo entregando a un maestro de ceremonias bastante tópico la conducción de una historia que ya no recibimos como un sentido y compartible soliloquio femenino, sino como la tórrida y boba aventura de una mujer que estuvo a punto de perderse. Teniendo recientes la novela de Zweig y la película de McGuigan me resulta difícil apreciar otras virtudes en esta obra. Eso sí, recomiendo vivamente esas dos historias.

viernes, 19 de junio de 2015

El zoo de cristal

de Tenessee Williams. Dirección: Francisco Vidal. Versión: Eduardo Galán.
Producen: Teatro Español, Secuencia 3, Pedro Hermosilla y SOM.
con Silvia Marsó, Carlos García Cortazar, Alejandro Arestegui y Pilar Gil.

19 de junio de 2015. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 115’ aprox.


Amanda Wingielfd es una madre dominante que se vanagloria de los diecisiete pretendientes que llegó a tener en su juventud. Y que lamenta haberse casado con un hombre que la abandonó hace tiempo. Tom y Laura son sus hijos. Él se siente frustrado trabajando en una zapatería y quisiera vivir otra vida. Ella tiene una cojera y pasa el tiempo jugando con figuritas de cristal. Amanda teme por el futuro de su hija y quiere encontrarle un marido. Jim, un amigo de Tom, quizá podría servir.

Drama familiar con toques de sátira. La ternura y el humor se dan cita desde las primeras escenas. No lo digo yo. Está en el dossier de la obra. Así que ya está dicho todo. Un dramón de tomo y lomo con momentos en los que el público se ríe. Y no porque esté entendiendo mal lo que le pasa a esta familia sureña, sino porque está previsto que la cosa tenga gracia. Uno se pregunta si tiene sentido llevar a los escenarios historias como esta. Y la respuesta suele depender de la calidad de la adaptación y del montaje. De si la reinterpretación del drama del autor venerable hace que lo que cuenta tenga sentido aquí y ahora. Pero El zoo de cristal me ha parecido esta noche tan poco interesante como si fuera de metacrilato.