sábado, 29 de febrero de 2020

Hoy puede ser mi gran noche

Dirección y dramaturgia: Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez.
Producción: Teatro En Vilo.
con Noemi Rodríguez y Darlene Rodríguez.

29 de febrero de 2020. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 60 aprox. Ciclo Off-Niemeyer. Estreno absoluto.


Noemi en el centro del escenario y su hermana Darlene a los teclados han decidido que esta noche de estreno pueda ser su gran noche. La del recuerdo de una infancia en la que su padre quería que ella llegara a ser alguien. Por eso la llevó desde Galicia a Madrid para concursar en Noche de Estrellas y alcanzar el éxito y la fama que él no pudo tener. Ahora Noemi le dedica con su hermana este homenaje musical, tronchante y tierno.

Hace unas semanas las vimos en el CDN derrochando lucidez, humor y saber hacer en la dirección de actores y en el manejo del escenario con Man up, esa joya descomunal, divertidísima y aleccionadora que merece ser vista en toda España. Noemi y Andrea vuelven con Darlene al off del Niemeyer para estrenar Hoy puede ser mi gran noche, esta maravilla mucho más íntima pero igual de alucinante. Sin más ayuda que el apoyo de su hermana, Noemi consigue que veamos en el escenario a su padre y a su madre, a ella cuando era niña, a Sergio Dalma, a las de Azúcar Moreno, a Freddie Mercury y a la banda sonora televisiva que tenían los años noventa en la España periférica (esa que existe más allá de la insularidad madrileña).  Ha sido una hora muy corta disfrutando del teatro en vilo con el que ellas consiguen secuestrar la atención del público haciendo fácil la sonrisa sutil, la carcajada inevitable y el silencio absoluto cuando la ternura y la hondura ponen el contrapunto perfecto a ese metahumor de las palabras y los gestos que dominan como nadie. El suyo es teatro en femenino dual capaz de meternos en un coche y hacernos ver en planos y contraplanos agilísimos a una niña y a su padre en su viaje de ida y vuelta desde Galicia a la isla de los sueños. Y lo mejor es que la única pega que encontraba en la obra (eso de la autoficción "basada en hechos reales") me la disuelven ellas mismas demostrando lo bien que saben transitar (y bromear) sobre los puentes entre la metaficción y las historias verdaderas. Tras Interrumped, Generación Why y Man up ha sido un lujo poder asistir en este magnífico sótano teatral que tenemos en el Niemeyer a esta noche de estreno en la que ha debido quedarles bien claro que en Avilés apreciamos mucho su teatro y que esperamos que vuelvan pronto a nuestros escenarios (también a los más grandes).

viernes, 14 de febrero de 2020

Ricardo III

de William Shakespeare. Versión libre de Miguel del Arco y Antonio Rojano. Dirigido por Miguel del Arco.
Una producción de El Pavón Teatro Kamikaze.
con Álvaro Báguena, Chema del Barco, Israel Elejalde, Alejandro Jato, Verónica Ronda, Cristóbal Suárez y Manuela Velasco.

14 de febrero de 2020. Centro Niemeyer, Avilés. 120’ aprox.


A la muerte de Eduardo IV su hermano comienza una carrera de intrigas para llegar a ser rey. Aunque vemos al insidioso personaje de Shakespeare desde el invierno de nuestro descontento hasta la agónica petición de un caballo, también asistimos a la forja de un canalla de cualquier tiempo. Por ejemplo, el actual. 

Miguel del Arco y Antonio Rojano hacen contempooráneo (y hasta ibérico) al gran clásico. Parece un tópico pero así es. De hecho, no hay que esforzarse mucho para comprender que la catadura moral del Ricardo III shakespeariano no está lejos de la deontología política (qué extrañas suenan estas dos palabras juntas) de los Trump, los Johnson, los Bolsonaro o los voxeadores. La fuerza de Israel Elejalde encarnando al malvado y acercándolo a las maneras broncas de los políticos actuales más impresentables hacen que todo lo que pasa en el escenario (y a veces fuera de él) resulte magnético aunque sea moralmente repulsivo. Pero el mérito, siendo mucho, no es solo de él y del estupendo elenco que lo acompaña en este montaje al que (y sucede pocas veces) no le queda grande el escenario del Niemeyer. El mérito es también de un Miguel de Arco que, a partir de un espacio vacío magníficamente modulado con unas luces y un sonido oportunísimos, nos ofrece un periplo impecable por los avatares de este arquetipo del mal. Creo que Miguel del Arco ha tenido presente (además del texto de Shakespeare y los ejemplos de nuestro tiempo)  la impresionante versión de Sam Mendes para el Old Vic que, antes de que nuestro particular Ricardo III asturiano asediara al Centro Niemeyer, pudimos ver en Avilés en aquel montaje que también tenía un escenario levemente inclinado, una ortopedia contemporánea y algunas proyecciones mediáticas. Lo cierto es que el Ricardo III de Miguel del Arco no es menos memorable que el de Sam Mendes, como también hay que reconocer que Kevin Spacey estuvo a la altura del gran Israel Elejalde. Y es que así se las gastan las gentes del Kamikaze.

sábado, 8 de febrero de 2020

Andanzas y entremeses de Juan Rana

Dramaturgia y versiones: Álvaro Tato. Dirección: Yayo Cáceres.
una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá.

con Juan Cañas, Daniel Rovalher, Miguel Magdalena, Fran García e Íñigo Echevarría.
8 de febrero de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

La Inquisición procesa muy en serio a Juan Rana, el artífice de la risa. Las pruebas contra él son contundentes, llegando a estar implicado en sus entremeses nefandos hasta el propio Calderón. Y es que en el Siglo de Oro, y también en el de ahora, en cuanto aparece Cosme Pérez todo el mundo se troncha con las andanzas de Juan Rana.

En estos tiempos de juicios muy serios, los de Ron Lalá convierten el teatro en tribunal supremo de la risa. Y para eso han nombrado inquisidor general a Iñigo Echevarría, ese maestro del gesto dislocado cuya presencia en el escenario imanta las miradas. Junto a él Miguel Magdalena borda un Juan Rana que resulta más hilarante cuanto más pictórico se nos muestra. Pero ellos no están solos. Les acompañan Daniel Rovalher, Juan Cañas y Fran García en este festín escénico en el que van componiendo más de treinta personajes con letra y música inconfundiblemente ronlalera. Para todos ellos la risa no es solo el medio sino también el fin reflexivo de una apología que reivindica la comedia como derecho natural de los humanos. La risa no es aquí mecanicista porque el teatro de Ron Lalá es de texto y movimiento, de música y pensamiento, y si lo que hacen mueve a risa no es porque utilicen resortes resabidos, sino porque apelan más a la inteligencia que a la víscera. De hecho, mis alumnos, que se han reído mucho viendo esta obra, me han dicho que notaban con envidia que los adultos se reían también de otras cosas que ellos no pillaban. Quizá no haya mejor definición de ese teatro escalable que a nadie deja fuera y a todos incita a cultivarse. Hace tiempo que sabemos que los de Ron Lalá tienen muchas virtudes y no es la menor su capacidad para conectar a gentes de distintos siglos y fascinar por igual a varias generaciones. Es mérito de todos ellos pero hay que destacar especialmente a esos dos tipos tenaces, geniales y estupendos que son Alvaro Tato y Yayo Cáceres.