viernes, 19 de junio de 2015

El zoo de cristal

de Tenessee Williams. Dirección: Francisco Vidal. Versión: Eduardo Galán.
Producen: Teatro Español, Secuencia 3, Pedro Hermosilla y SOM.
con Silvia Marsó, Carlos García Cortazar, Alejandro Arestegui y Pilar Gil.

19 de junio de 2015. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 115’ aprox.


Amanda Wingielfd es una madre dominante que se vanagloria de los diecisiete pretendientes que llegó a tener en su juventud. Y que lamenta haberse casado con un hombre que la abandonó hace tiempo. Tom y Laura son sus hijos. Él se siente frustrado trabajando en una zapatería y quisiera vivir otra vida. Ella tiene una cojera y pasa el tiempo jugando con figuritas de cristal. Amanda teme por el futuro de su hija y quiere encontrarle un marido. Jim, un amigo de Tom, quizá podría servir.

Drama familiar con toques de sátira. La ternura y el humor se dan cita desde las primeras escenas. No lo digo yo. Está en el dossier de la obra. Así que ya está dicho todo. Un dramón de tomo y lomo con momentos en los que el público se ríe. Y no porque esté entendiendo mal lo que le pasa a esta familia sureña, sino porque está previsto que la cosa tenga gracia. Uno se pregunta si tiene sentido llevar a los escenarios historias como esta. Y la respuesta suele depender de la calidad de la adaptación y del montaje. De si la reinterpretación del drama del autor venerable hace que lo que cuenta tenga sentido aquí y ahora. Pero El zoo de cristal me ha parecido esta noche tan poco interesante como si fuera de metacrilato.

viernes, 5 de junio de 2015

La muerte y la doncella

de Ariel Dorfman. Dirección: Antón Caamaño. 
Producciones NunTris.
con Mayra Fernández, Nacho Ortega y Fernando Marrot.

5 de junio de 2015. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias". Estreno absoluto


Gerardo formará parte de una comisión encargada de investigar los crímenes de la dictadura de Pinochet. De regreso a casa tiene un pinchazo y un hombre le ayuda a cambiar la rueda de su coche. Luego el hombre aparece en su casa y Paulina reconoce su voz como la del médico que colaboraba con sus torturadores. Ella no ha podido superar los estragos de aquel tiempo y esta noche tiene la oportunidad de ajustar cuentas con el pasado.

La puesta en escena es sencilla, pero el desarrollo de la historia resulta algo parsimonioso. Y así no consigue transmitir la tensión de un drama que Polanski hizo inolvidable con la ayuda de Ben Kingsley y Sigourney Weaver. Por lo demás, el epílogo en el acto posterior al informe podría ser una buena idea, pero cuando se está bajando el telón no tenemos del todo claro si quienes nos van a hablar son los actores o son los personajes.