viernes, 25 de noviembre de 2016

Una gata sobre un tejado de zinc caliente

de Tenesee Williams. Versión y dirección: Amelia Ochandiano.
Producción: José Velasco.
con Eloy Azorín, Maggie Civantos, Juan Diego, Ana Marzoa, Marta Molina y José Luis Patiño.
 
25 de noviembre de 2016. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 120’ aprox. Estreno absoluto


La familia se reúne para celebrar el cumpleaños del patriarca. Uno de los hijos está alcoholizado y no soporta a su mujer que, como una gata en celo, reclama sexo y maternidad. El otro tiene abundante prole y mucho interés por quedarse con la herencia de un abuelo que se cree curado de una enfermedad que todos saben terminal.

¿Qué necesidad había? El tórrido drama sureño sobre una esposa lujuriosa y un marido que no acepta su posible homosexualidad pudo ser muy provocador en el Broadway de los cincuenta, pero no aporta nada ahora. Sobre todo en esta versión plana y tirando a aburrida. Por lo demás, el texto de Tenessee Williams no tiene la fuerza como para convertirse en un clásico, así que su principal reclamo para el llenazo de hoy (además de un Juan Diego al que hemos visto mejor otras veces) es ese título que evoca grandes estrellas del cine en blanco y negro. Así que ha sido una pena haberme perdido esta noche un par de peliculas en el festival de Gijón.

viernes, 11 de noviembre de 2016

El método Grönholm

de Jordi Galcerán. Dirección: Cristina Suárez.
Producciones Saltantes Teatro.
con Alberto Rodríguez, Carlos Mesa, Nerea Vázquez y Luis Alija.

11 de noviembre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 95’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias".

Cuatro candidatos participan en el proceso de selección para un puesto de ejecutivo en una multinacional. Nadie los entrevista. Tan solo van apareciendo unos sobres con instrucciones sobre las pruebas que deberán superar. Es el método Grönholm.

Esta historia no la había visto en el teatro. Solo en la película El método de Marcelo Piñeyro. El buen recuerdo de las interpretaciones de Eduardo Noriega, Ernesto Alterio, Eduard Fernández, Najwa Nimri y Adriana Ozores me hacía temer que la propuesta de estos Saltantes me pudiera defraudar. Pero no ha sido así. Carlos Mesa, Nerea Vázquez, Luis Alija y Alberto Rodriguez están que se salen en el sugerente juego psicosocial que creó Jordi Galcerán y al que Cristina Suárez ha sabido sacar mucho partido con una propuesta sobria pero muy eficaz. La historia es diferente de la de Piñeyro (hay menos personajes, no hay encuentros exteriores...) y los trucos del juego tienen, quizá, una evolución menos dramática. Pero el interés sobre lo que sucede en el escenario se mantiene de principio a fin. Por lo demás, Alberto Rodríguez interpreta tan admirablemente a ese personaje sobrado, algo chulo y de magnética seguridad que uno casi lamenta esa versión decaída del mismo con que termina la obra. Su personaje quizá merezca un castigo, pero el actor, igual que sus compañeros y la directora, merece de sobra los aplausos que ha recibido.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Famélica

de Juan Mayorga. Dirección: Jorge Sánchez.
una producción de Jorge Sánchez, Juanma Díez y Xoel Fernández.
con Marta Cuenca, Juanma Diez, Xoel Fernández, Mabel del Pozo y Aníbal Soto.

4 de noviembre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.

En el seno de una empresa surge un proyecto secreto para emancipar a los trabajadores que quieren realizarse a través de alguna pasión. El proyecto consiste en crear grupos comunistas en medio de organizaciones capitalistas. Células de empleados (y directivos) que se protegen entre sí para estar sin trabajar y que el sistema no los detecte. Tras ese proyecto comunista, surgen otros grupos. Por ejemplo, el de los anarquistas.

Juan Mayorga, Jorge Sánchez y estos cuatro actores afinadísimos han creado un artefacto teatral delicioso de urdimbre surrealista y trama sociopolítica. Es hora y media de comicidad sutil que, echando mano de los conceptos clásicos del marxismo (y del anarquismo), nos ofrece una mirada sarcástica sobre los tópicos y letanías de la izquierda con guiños ácidos a la realidad actual y autohomenajes irónicos al teatro. Quienes desprecian o no saben nada del marxismo seguramente se quedarán a dos velas porque, como en todas sus obras, Juan Mayorga presupone que el espectador es mínimamente inteligente y no lo ignora todo sobre el mundo en el que vive. Tampoco disfrutarán mucho los integristas de izquierda que entiendan como burla reaccionaria lo que no tiene nada que ver con eso. Juan Mayorga y Jorge Sánchez están en las antípodas del teatro de resortes. Ese que maltrata al público tratándolo como una marioneta cuya aspiración principal es que le provoquen la risa. Famélica da bastante que pensar, hace fácil sonreír y nos confirma la suerte que tenemos en España con autores como Mayorga. Y con compañías tan magníficas que saben crear con él obras como esta.