viernes, 23 de mayo de 2014

Por un infierno con fronteras

escrita y dirigida por Denise Despeyroux.
con Sara Torres y Carmela Lloret.
 
23 de mayo de 2014. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 60’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


Cordelia es una paciente muerta que sigue visitando a su psicóloga. Ahora que no hay limbo, se ha quedado en tierra de nadie. Por eso le pide que promueva una campaña de firmas para que el papa Francisco lo recupere.

"Querido Francisco: Dado que es usted reconocido por su actitud conciliadora y apertura ecuménica, humildemente le pido que se acuerde de todos aquellos a los que nadie reconoce un lugar en el más acá, y ahora, abolido el limbo, tampoco en el más allá. Pues qué era el limbo sino el modesto paraíso de los excluidos, esa tierra de nadie, esa ninguna parte, que ahora, por fin, gracias a su carácter austero será devuelto a los Nadies". Ese es el texto que Cordelia le va soplando a Graciela para que ella nos lo dicte. Y nosotros lo copiamos en la tarjeta postal (abajo hace de programa de mano) que nos da para que la mandemos al Vaticano. No estamos, por tanto, en una obra de teatro. Somos colaboradores de una campaña justa. Y observadores neutrales de sesiones terapeúticas entre la psicóloga y su paciente muerta. Graciela dice que se trata de deshacer el vínculo transferencial. Cordelia le impone condiciones, como no usar analogías o evitar las tautologías. También es importante el pez (antes Ismael, ahora Bob) y el trauma que debió suponer para Graciela que muriera aplastado bajo el peso de La interpretación de los sueños. Impagable. Desde los primeros segundos. Las actrices están inmensas. Carmela Lloret se sale como paciente muerta que no nos ve. Sara Torres compone una terapeuta impresionante con infinitos matices en sus gestos. Y Denise Despeyroux nos confirma que entiende el teatro como nadie. Y las palabras. Y los subtextos. Y los metatextos. Nuestro magnífico Off-Niemeyer no pudo tener mejor estreno el pasado octubre con la extraordinaria interpretación que Fernanda Orazi hizo aquí de La realidad. La maravilla de aquel texto nos cautivó. Ahora Denise Despeyroux ha vuelto a Avilés para regalarnos esta otra joya desternillante. Pero también sutil y juguetona. Perfecta para vivirla sin cuarta pared en el espacio delicioso de este club teatral. Merece todo el éxito del mundo esta uruguaya que ya es madrileña y que tiene en Avilés un público que quiere ver todo lo que haga.


Remor

creación y dirección: Marta Barceló y Joan Miquel Artigues.
producción: Res de res.
con
Marta Barceló y Joan Miquel Artigues.

23 de mayo de 2014. Centro Niemeyer (Cúpula), Avilés. 11’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.

Una celda mínima en el interior de un cubo en medio de la cúpula. Allí un hombre y una mujer se despiertan, se abrazan y pugnan. Hay un sobre en el que ven sus fotografías. Se añoran, se quieren, se lastiman. Y miran hacia el tragaluz.

Sin palabras. Todo es gesto, contacto y cercanía. Entre estos dos prisioneros del amor y la añoranza. Pero también entre ellos y quienes los contemplamos. Unos nos sentamos en taburetes y cogemos linternas para iluminarlos. Otros permanecen de pie. Todos muy cerca. Sintiendo la intensidad de esta experiencia de teatro físico. O metafísico. Porque esta cárcel cúbica en esta bóveda perfecta parece una metáfora existencial. De la cercanía entre el deseo y el hastío, entre la pasión y la confrontación, entre el amor y el cautiverio. Marta Barceló y Joan Miquel Artigues no dicen nada, pero sus cuerpos lo dicen todo. Se entrelazan, se sostienen, se complementan en el espacio (también simbólico) de una litera. Espacio y tiempo mínimos para una experiencia teatral magnífica en este Off-Niemeyer que hoy tiene sesión doble de teatro memorable.

viernes, 16 de mayo de 2014

Los hijos de Kennedy

de Robert Patrick. Traducción y dirección: José María Pou. 
Trasgo Producciones.
con Maribel Verdú, Emma Suárez, Ariadna Gil, Fernando Cayo y Alex García.

16 de mayo de 2014. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox.

Una mujer de clase media, un soldado de Vietnam, una chica Marilyn, un actor underground y una activista contracultural rememoran unos tiempos que quedaron marcados por el asesinato de Kennedy.

Son cinco evocaciones tristes sobre una década no tan prodigiosa. La lucha por los derechos civiles, la guerra de Vietnam, el sueño americano y la cara amarga de Broadway (también la del off) son algunos de los mimbres con los que se van trenzando los monólogos de estos personajes arquetípicos, casi espectrales. El escenario es sobrio, con apenas lo necesario para crear la atmósfera de un bar intemporal en cuyo fondo vemos imágenes de aquel tiempo. Las interpretaciones son poderosas y están bien armonizadas, pero los perfiles de los personajes son muy diferentes. Por eso, aunque todos están bien, es Fernando Cayo el que destaca en el papel de ese actor homosexual al que saca tanto partido. Maribel Verdú está impecable como chica Marilyn, pero su personaje es más limitado. Sorprende Emma Suárez clavando a esa madura deslumbrada por las promesas de JFK. Y también Alex García que hace muy creíble a ese soldado desquiciado. Pero en la activista radical hay un exceso de derrotismo del que Ariadna Gil quizá no es responsable. Al ser el suyo el personaje más reflexivo, es el que más acusa ese tono pesimista que preside la obra. Se nota que Robert Patrick (o José María Pou) no ha querido caer en la reivindicación de aquellos tiempos. Pero al intentar evitarla se ha acercado a otro tópico: el de los sueños rotos y los ideales perdidos. Imaginarios bastante convencionales de los que no toman distancia Los hijos de Kennedy.

sábado, 10 de mayo de 2014

Fue sin querer

de Laura Iglesia, Félix Corcuera y Carlos Dávila. Dirección: Laura Iglesia. 
producción: Higiénico Papel Teatro.
con Félix Corcuera y Carlos Dávila.

11 de mayo de 2014. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. 90’ aprox.


Dos actores muestran situaciones en las que algo fue sin querer. Las toman de la vida cotidiana, de personajes conocidos y también de la ficción. Con ellas van encadenando diálogos, canciones y reflexiones sobre lo que ellos hacen en el escenario y nosotros frente a él.

Con solo una guitarra, dos estructuras móviles que ellos convierten en cualquier cosa y unas caracterizaciones mínimas a las que sacan un partido máximo, Félix Corcuera y Carlos Dávila crean un repertorio hilarante de situaciones en las que estúpidamente se invoca el perdón. Interpretan, pero también se salen de los personajes para comentar lo que hacen,  interpelar a la directora o parar la función para que podamos usar los móviles sin disimulo. Desde muy pronto consiguen que estemos en su juego. Que disfrutemos con su capacidad gestual y la brillantez con que encadenan las situaciones. Fue sin querer es una muestra más del excelente nivel del teatro profesional asturiano. Aunque hace poco que estuvo en el Palacio Valdés, hoy también ha tenido bastante público en el Valey. Lo que demuestra que en la comarca de Avilés, además del habitual de las obras del circuito nacional, también hay público para las excelentes propuestas de formatos menos convencionales (Off-Niemeyer) o para el mucho y buen teatro que se hace en Asturias. Un público que hoy ha sabido agradecer el estupendo trabajo de los actores y la calidad de esta divertida propuesta cantando con fuerza el estribillo de la última canción: "Pido perdón. Fue sin querer. Y tengo la excusa para volverlo a hacer".

sábado, 3 de mayo de 2014

Decamerón negro

un espectáculo de Santiago Sánchez y Hassane Kassi Kouyaté.
producción: L'Om-Imprebís

con Claudia Coelho, Gorsy Edu, Yolanda Eyama y Sara Nieto
 
3 de mayo de 2014. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 90’ aprox.


Músicas, danzas y relatos para acercarnos al origen y a las formas de la sensualidad humana. Cosmogonías africanas, cuentos orientales, tangos homosexuales y hasta instantes flamencos son interpretados por tres mujeres y dos hombres que reivindican en el escenario los placeres propios del tacto y el contacto.

Es menos Decamerón y menos negro de lo que parece en el cartel. Al contrario, es casi una propuesta blanca. Pero bella y bien interpretada. Los cinco actores/bailarines/cantantes contagian una sensualidad apta para (casi) todos los públicos. Los relatos son hermosos y evocadores. Desde esas cosmogonías alegres a las que estamos tan poco acostumbrados hasta las alegorías sobre la implantación del deseo en los cuerpos o las virtudes de las panaderías para los placeres lésbicos. Aunque no hay grandes riesgos en la puesta en escena, las coreografías y los cantos (sin amplificar) están perfectamente armonizados. Así que el resultado es elegante y juguetón. Quienes no hayan venido temiendo lo pornográfico se han perdido el suave erotismo de un baile sensual con un poco más de intención e ironía.

viernes, 2 de mayo de 2014

La venus de las pieles

de David Ives. Dirección: David Serrano. 
producido por Teatro Español, Vaca estudio, Zoa producciones, Milonga producciones, Tinnitus y Scenic Rights.
con Clara Lago y Diego Martín.

3 de mayo de 2014. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto
.

Diego del Pino está preparando una adaptación teatral de La venus de las pieles, la novela de Leopold von Sacher-Masoch. Al final de una jornada de pruebas llega al teatro Vanda, una actriz que se llama como el personaje. La actriz y el director interpretan la obra. Mientras dialogan entran y salen de los personajes interpretando también el significado de la historia.

La culpa es de Polanski. Por su extraordinaria película sé que La venus de las pieles no es una comedia. Por eso no me ha hecho gracia que esta noche haya hecho tanta gracia esta historia. Reconozco que Clara Lago se deselvuelve con soltura en las partes en que su personaje es el de una actriz. Y que tiene mucha frescura. Pero precisamente por eso es ella misma la que corta la intensidad de su otro personaje. El de esa Vanda de Leopold von Sacher-Masoch que dice cosas tan serias. Que dan tanto que pensar y que sentir. Cosas que debe decir el personaje de una mujer muy inteligente y muy voluptuosa. Y esto último no lo puede ser (al menos todavía) Clara Lago. Sus otras gracias opacan a esa Vanda que el público parece querer que se calle para que vuelva la otra, la de la dulce comedia. Ese desequilibrio afecta, además, al personaje del director que se queda sin espacio para hacerse verosímil. Para que podamos entender su evolución desde el distanciamiento inicial hasta su atracción fatal por Vanda. Así que se hace más fácil imaginar que el personaje que interpreta Diego Martín quiera tomarse unas cañas con la joven actriz que tener una relación sadomasoquista con ella. Pero, ya digo, la culpa es de Polanski que (con permiso de David Ives) me hizo ver en el cine una obra de teatro inmejorable.