Dirección: Pablo Remón.
una producción del Centro Dramático Nacinal.
- El autor y la incertidumbre de Pablo Remón. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros y Francesco Carril.
- El autor y la incertidumbre de Pablo Remón. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros y Francesco Carril.
- Ernesto y la incertidumbre de Denise Despeyroux. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros, Cecilia Freire y Manuela Paso.
- La actriz y la incertidumbre de Lucía Carballal. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros, Francesco Carril y Cecilia Freire.
La pieza de Pablo Remón sobre el autor y la incertidumbre comienza con La traición de Harold Pinter que él versionó y que, tras estrenarse en el Palacio Valdés el 7 de marzo, tuvo que suspender su primera función en el Pavón Kamikaze prevista para el día 12. La dirigía Israel Elejalde y Francesco Carril recuerda que al día siguiente lo acompañó al teatro porque quería pasear por el decorado, como se pasea entre unas ruinas. Así comienza esta pieza en la que Pablo Remón nos habla a través de Francesco de su escritura en momentos tan especiales como el día en que murió su padre o las conversaciones con su hijo en estas semanas de confinamiento. En Ernesto y la incertidumbre Denise Despeyroux nos propone una estupenda reflexión con un padre, un hijo y una extraestraterrestre de Andrómeda que ha sido intercambiada por la hija para superar la incertidumbre que nos embarga. Primero el padre explica el origen del Universo a partir del todo, no de la nada. Luego se vuelve tozudo cuando la extraterrestre defiende la certidumbre frente a las pulsiones reactivas de este padre confinado y desconfiado. Finalmente ella se va y vuelve la hija de ese otro mundo en el que todo es certidumbre. La incertidumbre de la actriz surge quince minutos antes de que comience su monólogo. Ella no se cree ese texto al que el autor ha querido dar un tono de optimismo poético que ella no comparte. Los dos son pareja y han vivido muy mal el tiempo de confinamiento. La incertitumbre sobre el texto es también la que ella tiene sobre su relación. Y él quiere resolver ambas en esos pocos minutos.
Tercera parte de la trilogía y tercera joya escénica desde un María Guerrero que no parece vacío aunque no podamos estar allí. La dirección de Pablo Remón es impecable (como la de Sanzol y las de las amigas del Teatro en Vilo en las obras anteriores). Su texto es tan hiperrealista, poético y sugerente como acostumbra. Quizá aún más porque sus evocaciones son aquí mucho más inmediatas: las de un padre y un hijo confinados entre la ternura y el recuerdo. El escenario gira y nos sitúa luego en una casa familiar en la que Denise Despeyroux sitúa esta divertida escena con ironías teofilosóficas y ese naturalismo doméstico suyo en la que quedan tan bien sus querencias galácticas. Una delicia continua en la que, como en la pieza de Pablo Ramón, uno solo lamenta que esta maravilla sea tan corta. Por último, Lucía Carballal cierra esta extraordinaria y triple trilogía con una pieza sobre el amor confinado y el desamor incipiente entre una actriz y un autor. El espacio giratorio nos coloca esta vez en los preámbulos de la pieza, en esa intimidad con reproches y sintonías propias de una pareja con mucha incertidumbre sobre su futuro y poco tiempo para resolverla. Las tres piezas de hoy son, por tanto, tres joyas que cierran por todo lo alto estas nueve muestras que confirman la excelente salud creativa de nuestros dramaturgos e intérpretes. Entre ellos están muchos de los que más me gustan y con los que he disfrutando tanto en tantas de noches de estreno en el Palacio Valdés. Ojalá volvamos a encontrarnos muy pronto en nuestros teatros para disfrutar con propuestas tan magníficas como las de esta trilogía
que quisiera ser pira catártica en estos tiempos difíciles.