jueves, 17 de diciembre de 2020

Ira

de Julián Ortega. Dirección: Dann Jemmett.

Producción: Lazona.
con Gloria Muñoz y Julián Ortega.

30 de octubre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

Salvador es un antidisturbios que mañana tendrá un ascenso en su trabajo. Ahora está en casa de su madre porque ella tiene dos cosas importantes que contarle. Quién es su verdadero padre y qué ha hecho con uno del banco que vino a avisarla de un próximo desahucio.

Una comedia existencial con equívocos lingüísticos, un retrato familiar con elementos metafísicos y una historia costumbrista con intenciones críticas. Con Ira (pero sin ella) Julián Ortega nos ofrece un texto con voluntad de integrarse en ese género del surrealismo poético y el hiperrealismo filosófico que con mimbres incluso cómicos logra una notable profundidad de campo a partir de historias mínimas. Estoy pensando en los textos de autores tan extraordinarios como Denise Despeyroux, Pablo Remón o Lucía Carballal. Ira es una historia menos compleja y menos dislocada pero consigue mantener el interés del espectador y provocar algunas risas que suenan mejor en este regreso al teatro tras el segundo cierre del año por motivos pandémicos. La puesta en escena es sencilla pero muy acertada con esa casa giratoria en la que la cocina y el baño son lugares opresivos que le van muy bien a la historia. También están muy compenetrados Julián Ortega, que interpreta muy bien su propio texto, y una Gloria Muñoz siempre impecable en la dosificación de los gestos, en la precisión de ese lenguaje popular que no suena impostado y en esa dicción  tan hermosa que hace inolvidables otros trabajos suyos. Por ejemplo, aquella delicia medio ronlalera que vimos hace dos años en Alcántara y que llevaba por título Mestiza.

viernes, 30 de octubre de 2020

Mariana Pineda

de Federico García Lorca. Dirección y versión: Javier Hernández Simón.

Producción: GG Producción escénica, Teatro del Nómada y Saga Producciones.
con Laia Marull, Álex Gadea, Aurora Herrero, Marta Gómez, Silvana Navas, Sara Cifuentes, Óscar Zafra, Fernándo Huesca, José Fernández.

30 de octubre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 85’ aprox.

El amor y la libertad trenzadas por aquella heroína y mártir de Granada. Un texto premonitorio en el que el poeta se inspira en una verdad histórica para acabar haciendo casi un retrato de su propio final. Como el de Mariana Pineda, el suyo también fue causado por el odio al amor y a la libertad.

Da gusto ver a nueve intérpretes en el escenario en estos tiempos difíciles. Y verlos en esta lección que es a la vez poética, histórica y escénica. Al crear esta obra Lorca tuvo presente a Torrijos, pero también a Sócrates. Y es que, como a él, a Mariana Pineda también quieren convencerla de que piense en sus hijos y renuncie a la muerte. Los dos pasaron a la historia porque al aceptar su sentencia también estaban pensando en ellos. A Sócrates quienes quisieron salvarlo fueron sus amigos. Con Mariana Pineda lo intentaron un hombre que estaba poseído por el amor y otro que solo quería poseerla. Y es que aquí Lorca no solo está retratando a una mujer heroica. También a tres tipos de masculinidades: la deprepadora (Pedrosa), la cautivadora (Pedro) y la doliente (Fernando). Por más que Lorca multiplicara las indicaciones escénicas, estoy seguro de que estaría encantado con este trabajo en el que Javier Hernandez Simón consigue que unas puertas oscuras y móviles puedan ser metáfora de un espacio doméstico que quisiera renegar del encerramiento. Junto a ellas los hilos rojos se convierten en urdimbre para el telar de esta Mariana-Penélope, en red en la que quedará atrapada y también en jaula para esperar el final. Todos los intérpretes están magníficos componiendo a veces elementos coreográficos que apuntan al flamenco y a la danza. Pero hay que subrayar esa forma magnífica con la que Laia Marull interpreta la pasión y muerte de aquella mujer. Se me antoja discípula aventajada de la mejor cadencia lorquiana: la de Nuria Espert.

Dossier

domingo, 18 de octubre de 2020

La máquina de Turing

de Benoit Solés. Adaptación y dirección: Claudio Tolcachir.

Una producción de Producciones Teatrales Contemporáneas.
con Daniel Grao y Carlos Serrano.

18 de octubre de 2020. Centro Niemeyer, Avilés. 70’ aprox. Estreno absoluto.


Alain Turing con el policía que lo interroga. Alan Turing con su amante Arnold Murray. Alan Turing con el recuerdo de su amigo Chistopher Morcom. Alan Turing descifrando el código de Enigma. Alan Turing poniendo las bases de la informática y soñando con la inteligencia artificial. Y finalmente Alan Turing mordiendo la manzana letal como única salida a la intolerancia de un país que no le agradeció su gran trabajo y le castigó por su homosexualidad.

Claudio Tolcachir ha estrenado en Avilés Emilia, Copenhague y ahora La máquina de Turing. Las tres obras comparten elegancia y sencillez aparente en la puesta en escena y mucha atención a la construcción temporal del relato. Las dos últimas muestran además el interés de Tolcachir por personajes centrales en la historia de la ciencia del último siglo en cuyas trayectorias se cruzaron grandes dilemas éticos y políticos que han marcado nuestro tiempo. El recuerdo de la película The imitation game de Morten Tyldum hace que sea aún más meritoria esta propuesta escénica sobre una historia conocida que con solo dos actores resulta del mayor interés. Y ello porque, a pesar de que la interpretación de Benedict Cumberbatch era excelente, el adecuadísimo registro que Daniel Grao aporta en la dicción y la gestualidad de su personaje lo hace aún más creíble y entrañable. También merece destacarse la impecable réplica que le da Carlos Serrano desdoblándose sutilmente en los papeles del policía y el amante. Además de unas transiciones muy bien hilvanadas, la obra se abre y se cierra con una elegante ternura que subraya el aprecio que merece el valioso y desvalido ser humano al que aquí se recuerda.

 Programa de mano

viernes, 16 de octubre de 2020

Curva España

dramaturgia y dirección: Xron.

una producción de Chévere.
con Patricia de Lorenzo, Miguel de Lira, Lucía Estévez y Leti T. Blanco.

16 de octubre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox.

Una compañía de teatro está preparando una obra sobre José Fernández-España y Vigil, el ingeniero que dirigía las obras del ferrocarril entre Sanabria y Orense defendiendo un trazado que pasaba por Verín. Su muerte en 1927 en la curva España dio al traste con ese proyecto. Dilucidar las causas de aquel accidente y reflexionar sobre la muerte de España es lo que pretende hacer esta compañía de teatro a la que la guardia civil está investigando por promover narrativas contra la unidad de España.

Hace seis años que los del Chévere nos trajeron al Niemeyer Eurozone, una magnífica y aleccionadora interpretación de la crisis financiera con Angela Merkel, Luis de Guindos, Nicolas Sarkozy, Rodrigo Rato, Christine Lagarde y algunos más como protagonistas de un Reservoir Dogs escénico de lo más irónico y pertinente. Ahora esta magnífica compañía gallega se centra en una historia local para, transgrediendo los límites entre el documental y la ficción, reflexionar sobre la memoria histórica, la construcción de los relatos (también el de la unidad de España) y hasta sobre la guardía civil y la España vaciada (este es uno de los pocos momentos en que me parece bien que esta expresión sustituya a la de la España vacía que acuñó Sergio del Molino). La hibridación que consiguen entre las proyecciones en directo con lo que hacen en el escenario me parece particularmente bien armada, con un especial cuidado en las transiciones (en esto poco tienen que envidiar a especialistas en ese formato escénico como los de la Agrupación Señor Serrano o a esa verdadera maestra que es Cristina Blanco con propuestas tan extraordinarias como El agitador vortex). De hecho, al margen de que ahora tenemos el abono en el palco 8 del primer piso, las proyecciones de los rostros de los Patricia Lorenzo y Miguel de Lira nos permiten apreciar (como ocurría con Héctor Alterio en aquel Yo, Claudio que vimos en el Grec en 2004) el magnífico trabajo gestual de estos dos cómicos hiperrealistas que están estupendos como guardia civil en rueda de prensa monologada (ella), como técnico forense con maneras de Fernando Simón (él), como hija del ingeniero España que se presenta como candidata al congreso por AP a las primeras elecciones democráticas (ella), como Joaquín Soler Serrano entrevistándola en un programa no emitido de A fondo (él) y también como teatreros interrogados en oscuras dependencias de la guardia civil (los dos). Así que ha sido un gustazo este comienzo de una temporada teatral de otoño que se quiere resistir a las amenazas pandémicas. Esperamos que no tengamos que esperar otros seis años para ver de nuevo por Avilés otra estupenda obra de los del Chévere.

viernes, 9 de octubre de 2020

La belleza del marido. Recital poético

textos de Anne Carson del libro La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos.
con Aitana Sánchez Gijón y José Luis García Pérez.

9 de octubre de 2020. Fábrica de Armas de la Vega, Oviedo. 70 aprox.

Crónica sentimental de la construcción y destrucción de un matrimonio. El punto de vista es el de ella. Pero también lo incluye a él.

El premio Princesa de Asturias de las Letras  que recibirá Anne Carson dentro de unos días es el motivo de este acto que es más una dramatización que una lectura poética. Del libro puedo decir que me gustan muchas de sus piezas, pero no el engranaje. Quizá sea que no me dice mucho su estructura referencialmente ambiciosa o simplemente que los caudales poéticos pierden calado cuando se trasvasan entre distintas lenguas. Sin embargo, las piezas que componen la propuesta de esta tarde me parecen magníficas. Siempre digo que la poesía no es para ser recitada, sino para ser interpretada por esos hermeneutas de la oralidad que son los actores. Por eso no creo que tenga razón Peter Brook cuando dice que no hay mejor verbo para describir lo que ellos hacen que to play. Discrepo. Al interpretar los actores hacen mucho más que jugar con las palabras. Las recrean y las desvelan y las liberan. Y eso han hecho esta tarde Aitana Sánchez Gijón y José Luis García Pérez. Sus palabras, sus gestos y el suave contrapunto de ese bandoneón tan pertinente han hecho que La belleza del marido me parezca mucho más bella en el escenario efímero de esta antigua fábrica que en las páginas del libro. No sé si esta obra tendrá solo una vida asturiana o llegará también a otros escenarios. Si es así serán muy afortunados quienes puedan ver en los teatros el trabajo de este matrimonio interpretativo tan bien avenido que forman Aitana Sánchez Gijón y José Luis García Pérez.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Casting

Dirección y dramaturgia: Miguel Cegarra. 

Producción: Saltantes Teatro.
con Nerea Vázquez, Arantxa F. Ramos, Bea Canteli, Manu Lobo y Paula Mata.

7 de octubre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias". Estreno absoluto

Nerea Vázquez Torres se presenta a una prueba como actriz e imagina que se queda en el escenario. Allí le da por cantar su repertorio de canción española intercalándolo con chascarrillos asturiensis y discursillos pseudofeministas. En sus ensoñaciones la acompañan tres chicas y un chico que la ayudan a servirse de Aristófanes, Lope de Vega o Lorca para aparentar teatralidad en su espectáculo.

No tenía ni idea de lo que me iba a encontrar esta tarde, pero el título era el mismo que el de una estupenda película de Jorge Naranjo y eso me predisponía favorablemente. Sin embargo, este Casting medio coplero es muy distinto. Tiene más que ver con los musicales tributarios, los monólogos provincianos o esos tópicos políticamente correctos que tanto daño le hacen al feminismo. Supongo que los responsables de esta historia estarían pensando en ofrecernos una versión femenina y gijonuda del famoso monólogo autorreferencial que hizo Asier Etxeandía hace algunos años. Pero, aunque el trabajo de las actrices y el actor es correcto y los cinco están bien conjuntados, no hay color entre aquel Intérprete y este Casting. En todo caso, las canciones populares y los chascarrillos siempre tienen su público y el de esta noche de estreno estaba completamente entregado a la causa de Nerea. De hecho, no dudaba en colaborar con ella con el entusiasmo propio de la familia o los amigos de quien se presenta a una prueba. Y eso ha hecho que aún mermara más mi interés por lo que pasaba en el escenario.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Porno

Autoría y dirección: Maxi Rodríguez. 

Producción: La Roca Producciones.
con Anacelia Álvarez, Cristina Lorenzo, Roca Suárez y Sandro Cordero.

23 de septiembre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias". Estreno absoluto.

Antes de la cena de Nochevieja José Ángel le dice a su cuñado que lo sabe, que viendo porno en internet se lo ha encontrado protagonizando algún video. Mientras tanto, su mujer se entera de que la hermana de José Ángel también está en ese negocio. La cosa se va liando entre los cuatro y cuando les dan las uvas el despiporre es completo.

Tres escenas de hilaridad creciente en torno al porno. En la primera, Jose Ángel y su cuñado parecen la versión en 3D de alguno de los divertidos textos que Maxi publica en la Nueva España. En la segunda, los diálogos entre sus mujeres siguen aumentando la risa del público pero también van planteando ideas que, sin ser de gran calado, hacen que la comedia no resulte banal. Pero la tercera escena es ya la traca. Y nunca mejor dicho, porque Maxi y los cuatro estupendos intérpretes de esta locura escénica parecen haberse pasado al barroquismo valenciano acelerando los diálogos, los gestos y los movimientos con una habilidad impresionante. Anacelia Álvarez, Cristina Lorenzo, Roca Suárez y Sandro Cordero están conjuntadísimos y parece que el aplazamiento de este estreno, que estaba previsto para mayo, aún les ha hecho enfrentar esta experiencia con más fuerza y más ganas. Porno demuestra, una vez más, que la escritura de Maxi es un torrente continuo de ideas tronchantes que solo tiene el peligro de provocar daños por risa entre el público. Gracias Maxi, por hacernos disfrutar con este tipo de porno y por hacer que nos olvidemos un rato de que existe el coronavirus.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Cinco horas con Mario

de Miguel Delibes. Dirección: Josefina Molina.
una producción de Pentación.
con Lola Herrera.

18 de septiembre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.

En la noche del 24 al 25 de marzo de 1966 Carmen se queda a solas con Mario. Con él de cuerpo presente ella va repasando su vida. La de los dos. Y, sin quererlo, a través de sus frases hechas va haciendo un retrato certero de aquella España deshecha.

En el prólogo de la edición de 2008 de la novela, Delibes revisaba su opinión sobre sus personajes y le hacía algunos reproches a Mario. Según él, quizá había salido demasiado bien parado de aquel duelo existencial con forma de soliloquio enviudado. Pero su novela es tan magnífica que no solo consigue hacer un retrato impecable de dos personajes representativos de un lugar y un tiempo (el de una familia urbana española en la tercera década de la dictadura), sino que con las letanías de esa mujer a la que da gusto escuchar (la novela, más que leerse, casi se oye) consigue que sea el tiempo y la perpectiva del público lo que se ve reflejado según van pasando los años. Cuando vi la obra en 2004 (seguida por aquel Mario, por alusiones que se programó con ese tino que desde hace más de un cuarto de siglo es marca de la casa en nuestro Palacio Valdés) creo que yo también estaba de parte del finado. Pero ahora, más que juicios maniqueos, lo que me provocan las palabras de Carmen es ternura. Por Mario y por sus afanes, pero sobre todo por ella y su lenguaje. Que haya reparado más ahora que entonces en las palabras de Carmen creo que se lo debo en parte a esa insoportable anglofilia vírica que padece nuestra lengua, cada vez más asediada por el uso contagioso de esas cajas negras semánticas que son muchas de las palabras y acrónimos que nos llegan del inglés. Más que en su ideología, el soliloquio de Carmen me encanta y me emociona por el caudal de belleza que contiene su lenguaje sencillo y lleno de retales resabidos y resonantes. Pero mientras escribo esto no tengo muy claro si estoy hablando de la novela o de la obra que acabo de ver. Y es que Lola Herrera y Josefina Molina (y antes Miguel Delibes y José Sámano) han conseguido una vecindad perfecta y sin fisuras entre ambas. La misma que el año pasado también me hizo emocionarme hasta la lágrima con Señora de rojo sobre fondo gris que nos trajo el gran José Sacristán (menudo trío de octogenarios en plenitud tenemos en España con Lola Herrera, con Nuria Espert y con él). Lola Herrera ha estado tan perfecta y conmovedora en sus palabras y en sus gestos que estoy seguro de que, tras bajarse el telón, ese Mario silente que no vemos habrá mirado a Menchu, y haciéndole caso a Miguel, le habrá pedido perdón. Al terminar esta obra, por tantos motivos memorable, el aplauso ha sido largo, intenso y sentido. De hecho, todo el público se ha puesto en pie (y eso no es aquí nada frecuente) para rendir homenaje a una actriz inconmensurable. Y es que en esta noche septembrina la cuarta pared parecía tener simetría especular porque, tras recibir nuestros aplausos, Lola se acercó hasta la corbata del escenario para decirnos, tan emocionada como nosotros, que esta función también era para ella muy especial por ser la primera después de seis meses sin poder pisar un teatro. Así que tenemos muy claro que necesitamos teatro, mucho más teatro, para vivir. Por eso hay que ser muy responsables y cuidarnos mucho. Porque es precisamente por el teatro (y por el cine, y por la música, y por los libros, y por disfrutar con los seres queridos de las oropéndolas en verano y de la lluvia amarilla en otoño) por lo que merece la pena vivir. Así que muchas gracias Lola. Por hacernos sentir felizmente vivos otra vez.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Rita

de Marta Buchaca. Dirección: Lautaro Perotti.
una producción de Lazona.
con Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta.

11 de septiembre de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto.

Rita es la perra que le regalaron a la hija de Toni cuando cumplió cuatro años. A Julia no le ha gustado nunca que su hermano le pusiera ese nombre porque es el de su madre. La anciana hace tiempo que tiene Alzheimer y está en una residencia donde ya ni siquiera los reconoce cuando van a verla. Toni parece asumir bien la situación de su madre, pero le cuesta aceptar que lo mejor para su vieja perra sería no prolongarle el dolor. Los dos hermanos son distintos, pero se quieren y se necesitan. Especialmente ahora que tienen que enfrentarse juntos al final de la madre.

En este 2020 nuestro Palacio Valdés se ha hecho centenario. Y en coherencia con su accidentada historia le ha tocado celebrarlo con un cierre mucho más que dramático. Así que desde aquel 7 de marzo del magnífico estreno de Traición, una obra que ni siguiera llegó a verse en Madrid hasta hace unos días, es hoy cuando podemos volver a pisar el parquet claro de su patio de butacas y los actores las tablas de ese escenario al que tanto hemos echado de menos en estos meses. Creo que ellos y nosotros hemos compartido en esta noche de estreno la emoción de un reencuentro que tanto estábamos necesitando. Y como en todos los teatros en que se ha hecho un gran esfuerzo para que nadie pudiera tener que elegir entre la seguridad y la cultura (quizá con la excepción de Mérida), la programación  de dos funciones para cada obra y la drástica reducción del aforo, con la retirada física de buena parte de las butacas, hacen que, además de la obra, debamos aplaudir la responsabilidad y diligencia de quienes cuidan y miman a este teatro y tan bien han tratado siempre a su público. Así que Lautaro Perotti, Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta seguramente habrán estado encantados con este regreso a Avilés, una ciudad que ya saben desde hace tiempo que también es la suya. Rita es una obra entrañable y fraternal, una historia amable que pivota sobre esa complicidad naturalísima que solo puede darse entre un matrimonio bien avenido o entre unos buenos hermanos. Una complicidad que no excluye los desencuentros ni las discrepancias, especialmente cuando de lo que se trata es de cuestiones de vida o muerte. Marta Buchaca ha querido acercarse a estos temas  sin ningún dramatismo y  con un puntito de ironía amable que no llega a resbalar hacia la comedia impertinente. La dirección es de Lautaro Perotti, uno de los artífices del milagro timbrero y que siempre me ha encantado como actor en las obras que de él he visto aquí y en Buenos Aires. Su puesta en escena es sencilla, con apenas unos elementos polivalentes que empiezan teniendo aspecto de cielos y terminan como suaves nubes grises que no amenazan tormenta. Así que, ya digo, es un gustazo volver a casa. A nuestro Palacio Valdés. A nuestro querido teatro.

Programa de mano

domingo, 16 de agosto de 2020

Elektra.25

Dirección y dramaturgia: Ricardo Iniesta.
Producción Atalaya TNT.
con Silvia Garzón, María Sanz, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Javier Domínguez, Garazi Aldasoro, Imasul Rodríguez, Elena Aliaga.

16 de agosto de 2020. Ruinas de Cáparra. 66º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Cáparra. 75’ aprox.

Elektra, hija de Agamenón y Clitemnestra, hermana de Orestes, una mujer con un designio trágico. Sobre él escribieron Sófocles y Eurípides hace veinticinco siglos. También Müller y Sartre en el siglo pasado. Y los teatreros de Atalaya han querido dedicarle a ella el que hace el número veinticinco de sus montajes.

Teatro coreográfico. Eso nos ofrece esta magnífica compañía sevillana que se toma muy en serio su trabajo ofreciéndonos una recreación coral de ese drama femenino intemporal con un texto magníficamente ajustado a la intención de ir mucho más allá de los relatos resabidos con planteamientos, nudos, desenlaces y moralinas. Así que nada tiene que ver con la Clitemnestra que vimos aquí el viernes esta propuesta con composiciones cautivadoras a cargo de seis actrices y dos actores radicalmente expresivos que con solo unas bañeras traslúcidas consiguen crear escenarios poéticos de rotundidad impresionante. Así que ha sido un cierre perfecto para estas noches de teatro en la dehesa a la vera de este arco. Un buen contrapunto al sinsabor que supuso no ir a Mérida para ver Antigona el 23 de julio (teníamos dos entradas en la fila 3 de orchestra) por la actitud temeraria e irresponsable con que desde el festival se manejó la seguridad de las personas en estos tiempos de pandemia cambiando de criterio y poniendo a la venta todas las localidades que en principio se habían dejado libres cuando compramos las nuestras. Una lástima y un feo contraste con la responsabilidad que el mundo del teatro y en general la cultura están afrontando en España la difícil situación que seguimos viviendo. Ojalá que en el próximo año la normalidad no esté adjetivada y podamos volver a Mérida como hacemos desde hace tantos años y, por supuesto, bajar varias noches a Cáparra desde casa.

viernes, 14 de agosto de 2020

Clitemnestra

Texto y dirección: José María del Castillo.
Una producción de Producciones Equivocadas.
con Natalia Millán, Ángeles Rusó, Camino Miñana, Daniel Moreno, Benjamín Leiva, Lucía Ruibal/Júlia Gimeno, Manuela Reina.

14 de agosto de 2020. Ruinas de Cáparra. 66º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Cáparra. 85’ aprox.


Reina de Micenas, esposa de Agamenón, hermana de Helena, madre de Ifigenia, de Orestes y de Electra. Se trata de Clitemnestra, un personaje relativamente secundario y con muy mala prensa en la mitología y en la literatura griega Aquí se trata de reivindicarla convirtiéndola en protofeminista.

Las referencias a los textos clásicos son menos que tangenciales. Se toma al personaje como pretexto para una reivindicación en clave feminista desde lo políticamente correcto. La parte edificante es resabida, obvia y antiteatral. La evocación del mundo clásico es muy poco pregnante. Pero el estropicio se salva en parte por la buena interpretación de Natalia Millán en el papel proganonista y por la música de Alejandro Cruz Benavides y la coreografía de Benjamín Leiva. Buen taconeo, buenas voces y una pizca de inspiración flamenca han permitido que lo bueno de la noche no haya estado solo en la contemplación de la belleza de este arco bimilenario en medio de los olivos y bajo las estrellas.

jueves, 13 de agosto de 2020

Tito Andrónico

de William Shakespeare. Versión: Nando López. Dirección: Antonio Castro Guijosa.
una coproducción de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Teatro del Noctámbulo.
con José Vicente Moirón, Alberto Barahona, Carmen Mayordomo, Alberto Lucero, José F. Ramos, Quino Díez, Lucía Fuengallego, Gabriel Moreno, Guillermo Serrano, Jorge Machín.

13 de agosto de 2020. Ruinas de Cáparra. 66º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Cáparra. 155’ aprox.

Tito Andrónico vuelve a Roma tras vencer a los godos. Aunque le proponen ser el nuevo emperador, él renuncia al cargo en favor de Saturnino. El sacrificio ritual del hijo de la reina goda será el primero, pero no el menor, de los actos violentos que veremos. Ella venía como prisionera pero acabará siendo la esposa del nuevo emperador. Y a partir de ahí las cosas se pondrán muy feas para Tito Andrónico, para sus hijos y luego para los de ella.

Quentin Shakespeare o William Tarantino. Así podría llamarse el autor de esta historia de violencia extrema (asesinatos, mutilaciones, canibalismo...) que condenaría al olvido a su autor si la hubiera escrito alguien del Siglo de Oro español. Pero quien la escribió fue Shakespeare y quien la reivindicó a mediados del siglo XX fue Peter Brook. Así que este derroche de violencia (y nada más) ya tiene pedigrí de calidad, con lo que no debe extrañarnos que esta sea la tercera vez que se presenta un montaje de este texto en el festival de Mérida. La propuesta está a cargo del Teatro del Noctámbulo y eso sí que es garantía de calidad. El maravilloso entorno de Cáparra genera una magia especial con ese arco que hace de punto de fuga de un escenario sencillo que sin ningún subrayado consigue evocar las tremendas circunstancias en que transcurren las escenas de esta barbaridad shakesperiana. La versión del texto es bastante fiel al original y eso se agradece evitando ese tipo de actualizaciones y moralinas que resultan tan molestas. También está muy bien resuelta la forma de mostrar (o no) la truculencia de las escenas más complicadas y sus efectos mutiladores en los personajes. Por lo demás, el elenco está conjuntadísimo y tiene la fuerza necesaria para estar a la altura de ese Tito Andrónico extraordinario que encarna José Vicente Moirón, un actor al que hemos visto ante estas mismas piedras hace tres años en otras interpretaciones soberbias protagonizando el Edipo rey que montó también aquí el Teatro del Noctámbulo y dos días después haciendo de Cómodo en el Marco Aurelio que dirigió Eugenio Amaya.

sábado, 18 de julio de 2020

Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte

de Ramón María del Valle Inclán. Dramaturgia y dirección: Etelvino Vázquez.
producción: Teatro del Norte.
con Cristina Lorenzo, Cristina Alonso, David González y Etelvino Vázquez.

18 de julio de 2020. Teatro Jovellanos, Gijón. 70’ aprox.


Dos piezas de las cinco que componen este Retablo de Valle-Inclán. Ligazón, sobre una moza que rechaza al rico y sus favores en favor del afilador y sus querencias mucho más gratas, y La rosa de papel, sobre una esposa que muere y un marido que no encuentra el dinero que ella había ahorrado.

Con una organización impecable por parte del Teatro Jovellanos y una distancia entre espectadores que ofrece las mayores garantías, volvemos con mucho agrado al teatro para encontrarnos con dos clásicos: Valle-Inclán y Etelvino. Las historias esperpénticas y costumbristas del primero contrastan especialmente con este día coluroso y playero. Pero en la forma de abordarlas por parte del veterano Teatro del Norte destacan la entrega de los actores, la sencillez y eficacia del montaje y esa honestidad que Etelvino Vázquez y su gente ofrecen siempre a su trabajo. Así que ha sido un gusto reencontrarnos hoy con estas interpretaciones intensas sobre historias distantes después de estos meses en los que la cuarta pared se había convertido en pantalla. Ojalá que, con la responsabilidad demostrada en recintos como este (y también en otros que, como el Valey, lo están haciéndo igual de bien con el cine) tengamos cada vez más oportunidades para disfrutar del teatro en el teatro y del cine en el cine. Trabajando así es como los centros culturales públicos hacen más suyos que nunca esos dos adjetivos. No manteniéndose ensimismados y dimitiendo de su responsabilidad, como siguen haciendo algunos, o priorizando temerariamente los intereses económicos y sentando al público sin ninguna distancia de seguridad como van a hacer ya mismo otros.