sábado, 18 de julio de 2020

Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte

de Ramón María del Valle Inclán. Dramaturgia y dirección: Etelvino Vázquez.
producción: Teatro del Norte.
con Cristina Lorenzo, Cristina Alonso, David González y Etelvino Vázquez.

18 de julio de 2020. Teatro Jovellanos, Gijón. 70’ aprox.


Dos piezas de las cinco que componen este Retablo de Valle-Inclán. Ligazón, sobre una moza que rechaza al rico y sus favores en favor del afilador y sus querencias mucho más gratas, y La rosa de papel, sobre una esposa que muere y un marido que no encuentra el dinero que ella había ahorrado.

Con una organización impecable por parte del Teatro Jovellanos y una distancia entre espectadores que ofrece las mayores garantías, volvemos con mucho agrado al teatro para encontrarnos con dos clásicos: Valle-Inclán y Etelvino. Las historias esperpénticas y costumbristas del primero contrastan especialmente con este día coluroso y playero. Pero en la forma de abordarlas por parte del veterano Teatro del Norte destacan la entrega de los actores, la sencillez y eficacia del montaje y esa honestidad que Etelvino Vázquez y su gente ofrecen siempre a su trabajo. Así que ha sido un gusto reencontrarnos hoy con estas interpretaciones intensas sobre historias distantes después de estos meses en los que la cuarta pared se había convertido en pantalla. Ojalá que, con la responsabilidad demostrada en recintos como este (y también en otros que, como el Valey, lo están haciéndo igual de bien con el cine) tengamos cada vez más oportunidades para disfrutar del teatro en el teatro y del cine en el cine. Trabajando así es como los centros culturales públicos hacen más suyos que nunca esos dos adjetivos. No manteniéndose ensimismados y dimitiendo de su responsabilidad, como siguen haciendo algunos, o priorizando temerariamente los intereses económicos y sentando al público sin ninguna distancia de seguridad como van a hacer ya mismo otros.

viernes, 10 de julio de 2020

La incertidumbre (La pira 3)

Dirección: Pablo Remón.
una producción del Centro Dramático Nacinal.
- El autor y la incertidumbre de Pablo Remón. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros y Francesco Carril.
- Ernesto y la incertidumbre de Denise Despeyroux. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros, Cecilia Freire y Manuela Paso.
- La actriz y la incertidumbre de Lucía Carballal. Con Ernesto Arias, Javier Ballesteros, Francesco Carril y Cecilia Freire.

10 de julio de 2020. Teatro María Guerrero, Madrid (virtual). 55’ aprox.

La pieza de Pablo Remón sobre el autor y la incertidumbre comienza con La traición de Harold Pinter que él versionó y que, tras estrenarse en el Palacio Valdés el 7 de marzo, tuvo que suspender su primera función en el Pavón Kamikaze prevista para el día 12. La dirigía Israel Elejalde y Francesco Carril recuerda que al día siguiente lo acompañó al teatro porque quería pasear por el decorado, como se pasea entre unas ruinas. Así comienza esta pieza en la que Pablo Remón nos habla a través de Francesco de su escritura en momentos tan especiales como el día en que murió su padre o las conversaciones con su hijo en estas semanas de confinamiento. En Ernesto y la incertidumbre Denise Despeyroux nos propone una estupenda reflexión con un padre, un hijo y una extraestraterrestre de Andrómeda que ha sido intercambiada por la hija para superar la incertidumbre que nos embarga. Primero el padre explica el origen del Universo a partir del todo, no de la nada. Luego se vuelve tozudo cuando la extraterrestre defiende la certidumbre frente a las pulsiones reactivas de este padre confinado y desconfiado. Finalmente ella se va y vuelve la hija de ese otro mundo en el que todo es certidumbre. La incertidumbre de la actriz surge quince minutos antes de que comience su monólogo. Ella no se cree ese texto al que el autor ha querido dar un tono de optimismo poético que ella no comparte. Los dos son pareja y han vivido muy mal el tiempo de confinamiento. La incertitumbre sobre el texto es también la que ella tiene sobre su relación. Y él quiere resolver ambas en esos pocos minutos.

Tercera parte de la trilogía y tercera joya escénica desde un María Guerrero que no parece vacío aunque no podamos estar allí. La dirección de Pablo Remón es impecable (como la de Sanzol y las de las amigas del Teatro en Vilo en las obras anteriores). Su texto es tan hiperrealista, poético y sugerente como acostumbra. Quizá aún más porque sus evocaciones son aquí mucho más inmediatas: las de un padre y un hijo confinados entre la ternura y el recuerdo. El escenario gira y nos sitúa luego en una casa familiar en la que Denise Despeyroux sitúa esta divertida escena con ironías teofilosóficas y ese naturalismo doméstico suyo en la que quedan tan bien sus querencias galácticas. Una delicia continua en la que, como en la pieza de Pablo Ramón, uno solo lamenta que esta maravilla sea tan corta. Por último, Lucía Carballal cierra esta extraordinaria y triple trilogía con una pieza sobre el amor confinado y el desamor incipiente entre una actriz y un autor. El espacio giratorio nos coloca esta vez en los preámbulos de la pieza, en esa intimidad con reproches y sintonías propias de una pareja con mucha incertidumbre sobre su futuro y poco tiempo para resolverla. Las tres piezas de hoy son, por tanto, tres joyas que cierran por todo lo alto estas nueve muestras que confirman la excelente salud creativa de nuestros dramaturgos e intérpretes. Entre ellos están muchos de los que más me gustan y con los que he disfrutando tanto en tantas de noches de estreno en el Palacio Valdés. Ojalá volvamos a encontrarnos muy pronto en nuestros teatros para disfrutar con propuestas tan magníficas como las de esta trilogía que quisiera ser pira catártica en estos tiempos difíciles.

viernes, 3 de julio de 2020

La distancia (La pira 2)

Dirección: Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez.
una producción del Centro Dramático Nacinal.
- La distancia según Pau Miró. Con Jesús Barranco, Alicia Rodríguez y Macarena Sanz.
- La distancia según Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez. Con Julia de Castro, Juan Paños, Alicia Rodríguez, Noemí Rodríguez y Macarena Sanz.
- La distancia según Juan Mayorga. Con Jesús Barranco y Julia de Castro.

3 de julio de 2020. Teatro Valle-Inclán, Madrid (virtual). 50’ aprox.

En una sala de utilería dos mujeres esperan nerviosas la visita del gerente del teatro. Mientras tanto hablan de muchas cosas. Por ejemplo de Marcial, el hijo de una de ellas que prefiere dedicarse al derecho que al teatro. Cuando el gerente llega les habla amable y atropelladamente. De hecho, ellas no tienen claro si las ha despedido o no. Con geles hidroalcohólicos y golas a modo de mascarillas un actor y una actriz ensayan Romeo y Julieta pero nada sale bien. Noemí discute con la directora y cuando llega una repartidora de Glovo se baja del escenario para retenerla como si fuera lo que queda del público. En un teatro vacío se encuentran dos personajes espectrales. Son un hombre y una mujer que se tratan de usted y al principio mantienen las distancias. No saben quiénes son, por qué están allí ni para qué sirve ese lugar. Poco a poco la distancia entre ellos se acorta y los recelos también.

Dos de las tres piezas de La distancia tienen el tono de comedias amargas. La de Pau Miró es un diálogo delicioso entre dos mujeres con funciones teatrales secundarias pero con miradas tan ingenuas como lúcidas. La de Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez contiene ese maridaje entre divertimento trepidante, ternura intimista y reflexión irónica que caracteriza su deliciosa manera de hacer teatro. Por último, la pieza de Juan Mayorga es la más abstracta. Tiene una gran distancia en el tono con las otras dos y por eso contrasta la gravedad y brillantez reflexiva que caractariza su teatro con las formas catárticamente amables de las piezas anteriores. Son tres propuestas diversas sobre la distancia entre las que hay distancia estilística en los textos, pero ninguna en lo que realmente importa: la calidad del trabajo de quienes los escribieron y de quienes los interpretaron Y también en el buen hacer de quienes concibieron que unas cámaras en un escenario o en un patio de butacas podrían convertirse sin artificios en los ojos de un público teatral atento y conmovido.