sábado, 30 de septiembre de 2017

Ensayo

de Pascal Rambert. Texto, dirección y espacio escénico: Pascal Rambert.
una producción de Buxman Producciones con la colaboraciónde la Comunidad de Madrid.
con Fernanda Orazi, María Morales, Jesús Noguero e Israel Elejalde.
 
30 de septiembre de 2017. El Pavón Teatro Kamikaze, Madrid. 105’ aprox.


Cuatro personajes ensayando una obra. Son dos actrices, el autor y el director. Pero también son dos parejas que llevan veinte años compartiendo vida, afanes teatrales y sueños generacionales. Pero en un instante todo eso se rompe. Una fugaz mirada adúltera desata el desastre. Y libera un torrente de reproches sobre la vida que llevan, sobre lo que quisieron ser y sobre lo que son ahora. Primero habla la actriz que descubre la traición y dinamita la estructura de este grupo que se creía muy estable. Luego toma la palabra la otra mujer y reivindica la posibilidad y el derecho de amar a dos hombres. Después será el autor quien se defienda. Y finalmente el director cerrará este ensayo interpelando a los jóvenes que los contemplan. A esa generación a la que la nuestra no parece tener nada que dejar.

Tras el descubrimiento del teatro de Pascal Rambert en el Palacio Valdés con La clausura del amor, nos resultaba inevitable venir a Madrid para ver su segunda obra en colaboración con los del Kamikaze, que tan merecidamente han recibido esta semana el Premio Nacional de Teatro. Frente a nosotros un escenario desnudo iluminado, como en la anterior, por veinticuatro  fluorescentes blancos. En torno a una mesa van a preparar una obra cuatro seres que comparten profesión, afanes y vidas. En lo que dura un parpadeo estalla un conflicto que, como en La clausura del amor, se desarrollará en monólogos sucesivos. Pero si en aquella pareja inolvidable que interpretaban Israel Elejalde y Barbara Lennie el tema era el (des)amor y su subtexto el lenguaje, aquí estos cuatro combatientes de la palabra y de la vida multiplican los ámbitos de la contienda. Es un texto impresionante otra vez sobre el amor, pero también sobre el teatro y sobre las utopías incumplidas. Las de cada uno y las de todos. Pero sobre todo, es de nuevo una reflexión honda y lúcida sobre el lenguaje y sobre la vida. Sobre el arte y sobre la escena. Un huracán de soliloquios extraordinarios que atrapan el cerebro y el corazón del espectador como pocas veces sucede en un teatro. Son casi dos horas de torbellinos verbales intempestivos, de reflexiones en voz alta a tumba abierta. La que parece que va a tragarse a este grupo que se consideraba una estructura y que ahora vemos a punto de colapsar. Pero también podría ser la intensidad infinita de los pensamientos que podrían intuirse en apenas un parpadeo, en el tiempo que dura la fugaz mirada entre un hombre y una mujer. Pascal Rambert no es solo el autor de un texto más que superlativo (se hace difícil adjetivar sobre una obra en la que todo es radicalmente sustantivo). También es el director que consigue que estos cuatro actores impresionantes se sientan completamente libres para moverse por un escenario que es una sala de ensayos en la que nosotros contemplamos lo que no se puede ver: la estructura y su derrumbe, el texto y su hipertexto, el teatro y lo que está más allá de él... El de Rambert es un teatro filosófico que supura poesía. O un teatro poético que obliga a filosofar. A pensar más allá del lenguaje. A partir de lo mucho que sus personajes dicen para interpelar a los que vendrán, a esa generación a la que el director, que también es Rambert, se dirige al final. Tenemos mucha suerte en España teniendo a los del Kamikaze. Y tenemos mucha suerte con esa sintonía perfecta que ellos tienen con ese autor extraordinario que es Pascal Rambert. Perece que seguirán haciendo más cosas juntos. Ojalá que las podamos ver en Avilés. Si no, no hay ninguna duda: habrá que venir sin falta a Madrid y reservar con tiempo en el Pavón.
    

viernes, 29 de septiembre de 2017

El amante

de Harold Pinter. Dirección artística: Alex García. Creación gastronómica: Diego Guerrero. Versión y dirección: Nacho Aldeguer.
produce: El Loco.
con Daniel Pérez Prada y Verónica Echegui.
 
29 de septiembre de 2017. El Pavón Teatro Kamikaze, Madrid. 105
aprox.

Hace diez años que se casaron. Nosotros somos los amigos de esta pareja a la que hemos preparado una fiesta sorpresa en el vestíbulo superior del Teatro Pavón. Después de charlar y sonreír mucho mientras nos tomamos una cerveza tostada, un aperitivo exquisito y un cóctel de ron, bajamos con ellos al teatro. Primero los veremos en un breve video acaramelado. Luego en su intimidad pinteriana. La que ella comparte con él. Y la que reserva para ese amante que él parece tolerar.

Una experiencia teatral única en dos tiempos y dos tonos. En la primera no cuesta sentirse viviendo ese tipo de fiestas tópicas y algo horteras con que celebramos en España las bodas y aniversarios. El ambiente me recuerda al de aquella estupenda noche en el off del Lara en que también compartíamos con tres hermanos una fiesta de despedida en Que vaya bonito de Jorge-Yamam Serrano. Tras la fiesta y el pequeño ágape (delicioso ese aperitivo acompañado por una buena cerveza y un cóctel muy elaborado) bajamos al patio de butacas para encontrarnos con una segunda parte que es otro teatro. El de la cotidianidad aburrida y educada de este matrimonio burgués. Una vida en pareja que también es tensa y apasionada. El amante está en elipsis, aunque a veces no. Parece ser otro, aunque quizá tampoco. Daniel Pérez Prada y Verónica Echegui están muy bien como pareja convencional. Y mucho mejor en las escenas más apasionadas, casi oníricas, en las que aparece esa brecha que une a esta pareja. Ese dolor adúltero con el que tanto parecen disfrutar. Así que Harold Pinter no nos defrauda. Y esta doble experiencia teatral tampoco.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Sensible

de Constance De Salm. Versión y dirección: Juan Carlos Rubio.
una producción de Concha Busto Producción y Distribución, Rovima Producciones, Juan Carlos Rubio, Avanti Teatro, Galdo Media, Mucho Ruido Records y Txalo Producciones.
con Kiti Mánver y Chevi Muraday.
 
22 de septiembre de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto


Una mujer madura cree que su joven amante la ha dejado por otra mujer. Van pasando las horas y va creciendo su sufrimiento. Y el de ese otro hombre que la quiere y no tiene ninguna posibilidad.

Estrenamos temporada y abono en el Palacio Valdés (otro año en un lugar estupendo: fila cuatro en el lado izquierdo). Volvemos a nuestro querido teatro con una sala recién pintada y hermosamente dispuesta para este otoño lleno de estrenos  en el que se cumplen veinticinco años de la rehabilitación (casi resurrección) de este teatro. La semana pasada me invitaron a participar, como "abonado histórico", en un programa en directo que la SER de Asturias le dedicó en este mismo escenario. Pude decir muy poco, pero destaque la fortuna de que aquella recuperación fuera tan respetuosa con el diseño original de este cuerpo arquitéctónico que dentro de tres años será centenario. Un cuerpo que en estos veinticinco años ha estado animado por la mejor programación imaginable gracias al trabajo tenaz de alguien tan sensato y con un criterio teatral tan atinado como Antonio Ripoll. Cada año veo en mi ciudad unas treinta obras de lo mejor del teatro español (y en español). Disfrutar cotidianamente de algo así creo que solo es posible en lugares como Madrid, Barcelona o Buenos Aires, y eso acertando en la selección. Así que los asturianos fuimos muy afortunados con la recuperación de este espacio escénico, como también lo fuimos hace once años con ese magnífico regalo que nos hizo Oscar Niemeyer y en el que también podemos disfrutar del mejor teatro en ese Off que Antonio Ripoll viene programando allí desde 2013 (o desde 2012 si contamos el anticipo de Los Canapés). Pero vayamos con este estreno que abre una temporada en la que habrá cuatro. Sensible es un texto sobre el sufrimiento y el desamor que no me dice mucho. Seguramente porque sigo impresionado con esa experiencia literaria y teatralmente sublime que,  sobre este mismo tema, fue La clausura del amor de Pascal Rambert (el próximo fin de semana iremos a Madrid para ver en el Pavón Kamikaze otra obra suya: Ensayo) y porque también tengo reciente la versión que interpretó Antonio Dechent de esa misma amargura en La voz humana de Jean Cocteau. Pero, aunque el texto me parece menos sugerente, sí consigue convencerme la interpretación apasionada y creíble de Kiti Mánver en un papel que le va francamente bien. Y también el contrapunto coreográfico de ese personaje masculino casi siempre silencioso que encarna un Chevi Muraday con una presencia magnífica y que, las pocas veces que habla, también lo hace muy bien. Juan Carlos Rubio saca el mejor partido a esa plataforma giratoria en la que también se mueven dos elementos centrales que son a la vez tálamo, túmulo y hasta las agujas de un inmenso reloj. Así que ha sido bastante grata esta  noche de estreno en la que una buena dirección ha sabido mejorar mucho lo que el texto daba de sí. Por lo demás, una actriz magnífica, que defiende muy bien este monólogo en femenino singular, y un buen coreógrafo, que ha aportado una presencia rotunda y pertinente a las dolientes ausencias masculinas sugeridas por Constance de Salm, consiguen hacer que Sensible realmente lo sea. Así que no empezamos nada mal esta nueva temporada en el Palacio Valdés.