sábado, 28 de diciembre de 2019

Man up

texto y dirección: Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez.
Producción: Centro Dramático Nacional y Barco Pirata.
con Fernando Delgado-Hierro, Pablo Gallego Boutou, Andrea Jiménez, Alberto Jo Lee, Juan Paños, Noemi Rodríguez y Baldo Ruiz.

28 de diciembre de 2019. Teatro Valle-Inclán (Sala Francisco Nieva), Madrid. 120’ aprox.


Cinco hombres arquetípicos (y una intrusa) se someten a la deconstrucción de su masculinidad a las órdenes de cuarenta y dos voces en off que formulan peticiones que tienen mucho de ajuste de cuentas. Todo con el aire alegre de un espectáculo de feminismo justiciero que resulta muy catártico para cualquier público.

Noemí y Andrea lo han vuelto a hacer. Tras verlas en nuestro off del Niemeyer en esas maravillas que fueron Interrumped y Generación Why nos las encontramos en el CDN con este espectáculo extraordinario sobre las masculinidades y sus derivas. Si Juliette Binoche no fuera tan seria y hubiera nacido en Galicia podría parecerse a Noemí Rodríguez, esa teatrera integral que piensa, escribe, dirige, anima, interpreta y conmueve como nadie y que también debe tener en sus genes una pizca de barroquismo valenciano. Y junto a ella hoy ha sido maestra de ceremonias al comienzo de la obra su gran amor, Andrea Jiménez, la otra mitad del cerebro, el corazón y las entrañas de Teatro en Vilo, esa casa de acogida abierta a otros intérpretes que en esta obra ha cobijado y diseccionado masculinidades varias con la ayuda de las víctimas deliciosas que han sido (también hay que nombrarlos) Fernando Delgado-Hierro, Pablo Gallego Boutou, Alberto Jo Lee, Juan Paños y Baldo Ruiz. Los cinco se han dejado manipular (no todos del todo) por esas cuarenta y dos voces amigas (que ya no nombro) durante dos horas tronchantes de teatro arriesgadísimo. Man Up es además una lección muy atinada sobre las relaciones humanas, sobre todo las que tienen en la dialéctica entre los dos sexos (Virginia Woolf pensaba que sería mucho mejor un mundo en el que su número fuera infinito) una de sus maravillas y también de sus dramas. Así que ha sido un gusto asistir en la sala Francisco Nieva del teatro Valle Inclán a esta obra edificante y esperpéntica, inteligente y divertida, velocísima e irónica que nos han ofrecido Noemí y Andrea (y también esos chicos). Será un gusto tenerlas el 29 de febrero en nuestro off avilesino. Ese día estrenan en el Niemeyer su próxima obra: Hoy puede ser mi gran noche.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Doña Rosita, anotada

de Pablo Remón. Versión libre de Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, de Federico García Lorca. Dirección: Pablo Remón.
Producción: Buxman Producciones y La_Abducción.
con Fernanda Orazi,  Francesco Carril, Manuela Paso.

27 de diciembre de 2019. Teatros del Canal (sala negra), Madrid. 90’ aprox.
12
de junio de 2021. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés, 90
aprox.

Al director le han encargado una obra inspirada en Doña Rosita la soltera y nos cuenta el proceso. Primero dijo que no, pero su mujer, que es filóloga, le animaba a aceptar la propuesta. Así que cuando oyó hablar a unos jóvenes en un Starbucks y escuchó luego las voces de sus tías solteras que están muertas desde hace años pensó que lo que Lorca había hecho era una obra tierna sobre una mujer pretérita pero también una reflexión magnífica sobre el paso del tiempo. Y eso a él sí que le interesaba. Finalmente se ha animado a montar esta obra con dos actrices que ahora están con él en el escenario para interpretar, solo entre ellos tres, todos los personajes de esta Doña Rosita actualizada. Como si fueran los notas a pie del texto, él nos va explicando lo que hacen y también por qué lo hacen.

En ese libro magnífico que es De la mano de Federico, Lluís Pascual dice que para él Lorca es como su hermano. Y viendo lo bien que ha tratado sus textos desde los tiempos de El Público (¡ya han pasado más de treinta años!) hasta este último Romancero gitano a cargo de esa otra hermana del poeta que es Nuria Espert, no cabe duda de que Federico estaría muy orgulloso de él. Como lo estaría también de este otro hermano más joven que le ha salido ahora. Pablo Remón ya nos tenía abducidos con su capacidad para combinar como nadie humor y poesía, evocaciones y tristezas, aspereza y ternura. Por eso no nos sorprende que sus anotaciones sobre Doña Rosita sean tan radicales y por ello mismo tan respetuosas con un texto que trata, como él ha sabido ver, sobre el paso del tiempo. Y también sobre esa esperanza que alienta la vida y que, como señala Lluís Pascual a propósito del estremecedor monólogo del tercer acto, describe mejor la relación entre ambas que el dicho popular de que mientras hay vida hay esperanza. Por eso Pablo Remón llena de esperanza esa escena en la que Rosa se encuentra con su amante motero en los años ochenta y decide mantener con el máximo respeto ese monólogo del tercer acto que siempre fue de Nuria Espert y que ahora también lo es de la gran Fernanda Orazi. Con ella, con Manuela Paso y con Francisco Carril, Pablo Remón ha compuesto una obra magnífica que se integra plenamente en su universo personal sin dejar de pertenecer al de Lorca. Del texto original se ha atrevido a cambiar muchas cosas (el Ama es Rumana, el primo es motero y la tía es la suya) y ha querido también hacer un juego metateatral incluyendo su propia labor como traductor (en el sentido del que habla Juan Mayorga sobre las versiones de los clásicos) en ese trasunto suyo que es también Francisco Carril cuando no le toca hacer de su tía mientras Fernanda Orazi hace de Rosita. Pablo Remón y sus tres maravillosos secuaces han hecho un gran favor a Lorca y a Doña Rosita. Los han liberado de las veneraciones forenses de eruditos y anotadores para reivindicar de nuevo la frescura, la hondura y la ternura de un texto con un nombre diminutivo y un calado mayúsculo.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Pocahontas o la verdadera historia de una traviesa

Dramaturgia, dirección e interpretación: Bàrbara Mestanza.
Una producción de Bàrbara Mestanza con el apoyo de la Sala Beckett
con Bàrbara Mestanza.

26 de diciembre de 2019. El Pavón Teatro Kamikaze (ambigú), Madrid. 80’ aprox.


La historia de Pocahontas contada por ella misma. La vida de una mujer sometida por varios hombres y luego convertida en cuento infantil por quienes siempre escriben la historia. Ella la va reescribiendo ahora ante nosotros para mostrarnos en femenino singular los olvidos con que están hechos nuestros cuentos.

Hace tres semanas vimos en el Teatre La Gleva de Barcelona el gran trabajo de Bàrbara Mestanza con Ana Rujas que interpretaba allí La mujer más fea del mundo. La muy estimable apuesta feminista se mantiene en esta Pocahontas que resulta menos amable, pero no menos intensa y reflexiva. Ambos espectáculos comienzan con un preámbulo monologado que nos hace saber que lo que veremos tendrá asperezas, pero también mucho compromiso y lucidez.  Aquí el planteamiento sigue siendo en primera persona feminista pero su alcance incluye también una crítica muy oportuna, en estos tiempos obviada, al colonialismo anglosajón en (y después desde) Norteamérica ("estén donde estén los ingleses siempre creen estar en Inglaterra"). Pero Bàrbara Mestanza no solo es la autora de unos textos lucidísimos en los que la amargura y la crítica dejan también espacio a la ironía y la poesía, sino también una actriz poderosa capaz de sostener con una escenografía modesta un relato intenso y conmovedor. Su presencia y su voz (dulcísimas y a la vez rotundas) expresan muy bien el compromiso con un teatro en el que las pretensiones estéticas están a la altura de sus intenciones éticas y políticas. Y eso supone no olvidar que es bueno que las historias ajusten cuentas con la historia. Y eso Bàrbara Mestanza sabe hacerlo muy bien.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Los otros Gondra (relato vasco)

de Borja Ortiz de Gondra. Dirección: Josep María Mestres.
Producción: Teatro Español.
con Marcial Álvarez, Sonsoles Benedicto, Fenda Drame, Borja Ortiz de Gondra, Lander Otaola y Cecilia Solaguren.

21 de diciembre de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. 90’ aprox.


En un frontón de Algorta un Gondra se encontró en 1985 con su prima. Desde entonces los otros Gondra dejaron de existir para la familia de Borja. Aquella prima quiere ahora enterrar los restos de su madre en el panteón de la familia. Y eso hace que él indague sobre aquel pasado que sigue tan próximo. Lo hace hablando con su madre, leyendo las cartas de su hermano y reflexionando teatralmente ante nosotros. 

No vi Los Gondra, pero no creo que eso importe para entender esta historia. Sin embargo, parece que su autor nos presupone al tanto, no solo de su contenido, sino de que aquella historia era magna (y magnífica) y no menos ambiciosa (ni exitosa) que el relato vasco que Julio Medem hizo en su película Vacas. Sin embargo, aunque lo que se cuenta se pretende representativo de los conflictos ancentrales y recientes de los vascos, la forma en que se lleva al escenario no consigue conmoverme. Al contrario, lo enfático de la puesta en escena y el papel excesivamente protagónico de este autor metido a actor (incomparable su actuación con la de Marcial Álvarez, el verdadero actor que en otros momentos interpreta al personaje autoficticio) me distancian de una obra en la que encuentro demasiado ombligo. Quizá no me dicen mucho los actuales éxitos de los Gondras y las Patrias porque no olvido el silencio (y hasta casi la censura) que sufrieron obras teatrales muy bien intencionadas y bastante más catárticas sobre estos temas como La mirada del otro de María San Miguel y Chani Martín que vimos en el Off del Niemeyer hace cuatro años o aquel magnífico documental, razonable y razonador, que también dirigió Julio Medem. Se titulaba La pelota vasca y hace veintiséis años casi le lleva al ostracismo.

sábado, 7 de diciembre de 2019

La dona del 600

autoría y dirección: Pere Riera.
Producción: Bitò  y Minoria Absoluta.
con Mercè Sampietro, Àngels Gonyalons, Jordi Banacolocha, Rosa Vila y Pep Planas.
 
7 de diciembre de 2019. Teatre Goya, Barcelona. 105’ aprox. (catalán)


Dos hermanas vuelven a la casa del padre. Una desde Burkina Faso donde trabaja de cooperante. La otra desde muy cerca pero hace dos meses que no lo ve. Las dos descubren sorprendidas que él ha puesto un seiscientos en medio el salón. Esa es su forma de sentir que de algún modo su mujer le acompaña. Ella adoraba ese seiscientos pero hace tres años que ya no está.

Con un tono ligero casi de comedia se inicia una obra de ambiente familiar y apariencia obvia: un padre, dos hijas y algunos reproches. Sin embargo, hay bastante más. Hay una reflexión sosegada sobre la pérdida y el duelo. Hay un retrato de los afectos implícitos en los reproches mal expresados. Y hay también una mirada oblicua sobre la familia y la edad tardía. La dona del 600 es una historia amable y emotiva con diálogos ágiles (en catalán) aptos para todos los públicos. Para esos públicos maduros  que han llenado el teatro en este sábado de función doble y también para los de otras edades. Anoche salíamos encantados entre gente más joven tras ver La mujer más fea del mundo en La Gleva. Hoy salimos igual del Goya aunque el público de La dona del 600 sea algo mayor. Son dos obras muy distintas. En una una mujer ausente está muy presente y en la otra una mujer presente está como ausente. Las dos componen un díptico teatral muy diverso pero muy interesante en este fin de semana barcelonés.  

viernes, 6 de diciembre de 2019

La mujer más fea del mundo

Texto: Bàrbara Mestanza y Ana Rujas. Dramaturgia y dirección: Bàrbara Mestanza
Producción: Amici Miei Produccions.
con Ana Rujas.

6 de diciembre de 2019. Teatre La Gleva, Barcelona. 60’ aprox.


Una joven vestida de virgen nos espera cuando entramos en el pequeño espacio de La Gleva. Es una dolorosa que enseguida se quitará esa ropa y nos contará por qué lo es. Por qué pasa un día entero tirada en el suelo de su baño, por qué sale en una noche de desenfreno que aún le causará más daño y por qué  le provoca tanto dolor ser mujer y tener que vérselas siempre entre la belleza y la fealdad.

Mario Gas tiene la culpa de que hayamos venido esta noche a La Gleva. Bueno, también tienen la culpa La casa de la portera y el Kamikaze  porque esta obra ha estado en el ambigú de este y en aquella había visto a Ana Rujas hace tres años en la magnífica ¿Qué sabes tú de mis tristezas? Pero el principal culpable de que hayamos venido es Mario Gas que nos fascinó hace dos semanas en el Niemeyer con su Amici Miei y despertó nuestra curiosidad por conocer este espacio escénico que es tan íntimo como nuestro off avilesino y como el ambigú del Kamikaze. Tres lugares de lo más apropiados para el derroche de generosidad interpretativa que nos ha ofrecido esta noche Ana Rujas. La mujer más fue del mundo es un doliente y catártico retrato generacional en femenino singular. Radicalmente femenino y radicalmente lúcido con ese torrente expresivo lleno de interacciones irónicas con el público que hacen de la obra un drama en el que es posible sonreir y también un divertimento que da mucho que pensar. La mayoría del público tiene entre esos veinte y esos cuarenta y tantos años que definen las edades dramáticas de las que nos habla Ana Rujas en esta obra sobre una mujer que ya ha cumplido los treinta y que quiere seguir siendo actriz pero tiene que ser modelo. Un modelo de belleza que la oprime y con el que ella misma sabe que también está oprimiendo a otras mujeres. Así que ha sido magnífica esta hora larga de buen teatro catártico y feminista en cuyo final ella nos enseña una teta como gesto reivindicativo. Una obra y un gesto ante los que resulta bien merecido el aplauso. Gracias Mario por hacer que esta noche hayamos querido venir a La Gleva.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Los mariachis

Texto y dirección: Pablo Remón.
Producción: Silvia Herreros de Tejada y Francisco Reyes.
con Luis Bermejo, Israel Elejalde, Francisco Reyes y Emilio Tomé.

29 de noviembre de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. 85’ aprox.

Un hombre regresa a la casa de su infancia en la meseta. Ha venido caminando desde la ciudad después de no presentarse a un requerimiento judicial por graves delitos de corrupción política. En la casa del pueblo se encuentra con tres primos con los que quiere sacar a San Pascual Bailón en las fiestas del pueblo. Es lo que le queda por hacer después de despedirse de su hijo en un Vips madrileño.

Pablo Remón vuelve a los territorios rurales de La abducción de Luis Guzmán. Ahora con un padre al que una gorra de Pluto sirve de vínculo con su hijo y una casa de pueblo le recuerda de dónde venía antes de hacerse político. El texto es magnífico. Tiene humor y poesía, evocaciones y tristezas, aspereza y ternura. Pero su lectura no anticipa la intensidad humorística y dramática que tendrá con una puesta en escena mesetaria y solariega. Y es que, después de ver en el Palacio Valdés El tratamiento y en el off del Niemeyer La abducción de Luis Guzmán y Barbados, etcétera, uno no tiene claro si Pablo Remón es mejor como director o como autor (que ya es decir). En Los mariachis cuenta con un elenco impresionante. Emilio Tomé, que ha estado en todas sus obras con una presencia y una voz que ya tengo asociadas con los singulares mundos de Pablo Remón. Francisco Reyes, también perfecto en ese papel de primo contrapunteante de los otros. Luis Bermejo, del que es imposible olvidar aquel Minuto del payaso que nos trajo hace tres años y que hoy se ha convertido en un magnífico primo palentino. Y, por supuesto, Israel Elejalde que aquí interpreta espléndidamente a este tipo a la deriva que regresa a su pasado porque ya no tiene futuro. Lo he dicho en otras reseñas y después de ver Los Mariachis lo repito: nos encanta poder ver en Avilés el teatro de Pablo Remón. Y aún más con actores como estos.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Amici miei

Creación e interpretación: Mario Gas. Música y Piano: Bárbara Granados.
Producción: La Gleva
con Mario Gas y Bárbara Granados.

23 de noviembre de 2019. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 110 aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


Una velada entre amigos. Con Mario Gas en la intimidad de este off del Niemeyer que esta noche se ha hecho primo hermano del barcelonés Teatre La Gleva y del madrileño Teatro del Barrio. Mario Gas viene acompañado por Bárbara Granados al piano. Y también por otros muchos amigos que han escrito las canciones que nos canta y los poemas que nos lee (según nos explica, no es lo mismo que recitarlos). También nos invita a cantar con él y a preguntarle lo que queramos. Una noche deliciosa de complicidad completa con este buen amigo.

Hace un par de semanas los poemas de Lorca en la voz de Nuria Espert en el Arriaga de Bilbao. Hoy los textos y canciones que nos trae Mario Gas al Niemeyer avilesino. ¿Se le puede pedir más a noviembre? Con una cordialidad facilísima comenzan estas casi dos horas de poemas y canciones que Mario Gas ha querido dedicar esta noche a Asunción Balaguer, esa actriz buena y entrañable sobre la que mañana publicará una hermosa carta en El País. Lope de Vega, José Agustín Goytisolo, León Felipe, Valle Inclán, Ángel González, Fernando Fernán Gómez o Lorca son algunos de los amigos literarios que nos acompañan en la voz de este grande de la escena que ha firmado como director quizá los espectáculos más memorables vistos en los teatros españoles en las últimas décadas. Pero, siendo extraordinario, el Mario Gas director no es más fascinante que el Mario Gas actor. Por eso es tan excepcional y tan grata esta oportunidad de disfrutar de la compañía del actor sin personaje, del intérprete amigable que con su voz cautivadora ha sido el mejor mediador y hermeneuta de los grandes de nuestras letras que él ha elegido para nosotros en una velada que seguiría pareciéndonos corta aunque se prolongara más allá de la medianoche. Gracias Mario por esta noche tan grata. Ya sabes que en Avilés tienes siempre buenos amigos.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Romancero gitano

de Federico García Lorca. Textos: Federico García Lorca / Lluis Pascual. Dirección: Lluis Pascual. 
una producción de Julio Álvarez e Interludio S.L.
con Nuria Espert.

9 de noviembre de 2019. Teatro Arriaga, Bilbao. 60’ aprox.

Sale Nuria Espert a un escenario que también es patio de butacas y con ella viene Lorca (y el duende). Nos habla de la intimidad de las palabras, de la pena, de los gitanos, del amor y de Andalucía. Y como decía García Márquez de un gran cantaor flamenco, cuando Nuria Espert habla se moja el agua.

Dice Peter Brook que el inglés tiene una hermosa polisemia en el verbo to play para expresar lo que hace el actor: actuar mientras juega, jugar mientras actúa. Nuestros actores también juegan y se la juegan cuando actúan. Pero en español actuar es además interpretar, encarnar a otro ser y ser traductor de sus palabras y sus gestos. En esta noche mágica Nuria Espert ha jugado con Lorca. Los dos han venido para traernos estos poemas del Romancero gitano que en su voz y en su gesto tienen una plenitud imposible de alcanzar en la lectura solitaria. Y es que Nuria Espert ha sido como una hermana de Lorca que nos ha invitado a compartir con ellos esa radical intimidad cordial que convierte en cómplices a los amigos. Su voz ha sido para nosotros la del propio Lorca porque ha pronunciado sus palabras haciéndonos casi verle a él mientras ella nos habla. Como le decía Federico a Rafael Alberti cuando le preguntada por el Romance sonámbulo, nadie puede saber realmente lo que significa un poema. Y es que la gran hermeneuta que es Nuria Espert nos ha enseñado que los poemas no se desentrañan con el cerebro sino que se escriben, se dicen y se escuchan con las entrañas y con el corazón. Por eso esta noche extraordinaria ha sido tan cordial y tan entrañablemente lorquiana.  Y es que a Lorca le encantaba vivir en el teatro y Nuria Espert es realmente el teatro. Como Margarita Xirgu, que tanto tuvo que ver con Federico y de quien ella se confiesa devota y discípula. Así que ha sido un lujo poder estar hoy en Bilbao y escuchar interpretados por Nuria Espert estos poemas del Romancero gitano (Romance de la luna luna, Preciosa y el aire, Romance sonámbulo, Tamar y Amnón, La pena de Soledad Montoya, Lamento por Antoñito el Camborio, Romance de la guardia civil) a los que ha unido La canción del jinete en la voz de Paco Ibáñez y dos regalos finales, conmovedores hasta la lágrima, como el Soneto de la dulce queja y el Grito hacia Roma de Poeta en Nueva York. A la salida del Arriaga pienso en lo afortunados que somos al haber podido ver a Nuria Espert interpretar monólogos memorables como el de La Violación de Lucrecia o el de la abuela de Incendios y ahora esta gavilla de poemas inmortales del Romancero gitano. Su voz y la de Lorca se han mezclado esta noche en una primera persona que uno no acaba de saber cuándo es la de ella y cuándo la de él porque junto a los dos hay una tercera persona que los quiere y los entiende como nadie. Sin estar presente, Lluis Pascual también ha estado interpretando y jugando junto a ellos en esta noche bilbaína. Como en aquella otra noche madrileña de hace más de treinta años en que contemplábamos fascinados aquel patio de butacas del María Guerrero convertido en escenario azul y supimos que Lluis Pascual y Lorca estarían unidos para siempre con El público.

viernes, 8 de noviembre de 2019

Esperando a Godot

de Samuel Beckett. Dirección: Antonio Simón. 
una producción de Pentación Espectáculos.
con Pepe Viyuela, Alberto Jiménez, Juan Díaz, Fernando Albizu y Jesús Lavi.

8 de noviembre de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 120’ aprox. Estreno absoluto.

Otra jornada de tedio para Vladimir y Estragón. Ellos no recuerdan desde cuándo están juntos. Mañana tampoco tendrán muy claro quienes eran Pozzo y su sirviente Lucky. Lo único que no olvidan es que están esperando a Godot.

En un interesante artículo publicado en El País hace treinta años con motivo de la muerte de Beckett, Laín Entralgo comparó a estas dos parejas arquetípicas con otras de tanta raigambre filosófica como la del amo y el esclavo de la dialéctica hegeliana y la del Quijote y Sancho de la cervantina. Godot sería ese Dios que da esperanza y sentido a la existencia humana o que se lo quita cuando no se le espera. Se comparta o no sus tesis, el artículo tiene gran interés cuanto menos por su lúcida reflexión final sobre la relevancia de la vocación y la tenacidad humanas. El Godot de Antonio Simón podría ser interpretado también de ese modo, pero la magnífica pareja que hacen Vladimir y Estragón  en la forma en que los han encarnado Pepe Viyuela y Alberto Jiménez (su complicidad y buen hacer en este estreno serán inolvidables) creo que expresa, por encima de todo, la centralidad de la ternura como antídoto de la soledad y la desesperanza. El contrapunto del vínculo que une a esta emotiva pareja sería la relación asimétrica entre Pozzo y Lucky que en la segunda jornada quedará solo en espectro de lo que la víspera fue dominación y sumisión destiladas. Con cinco actores perfectos, Antonio Simón ha sabido equilibrar la poesía, el humor y el calado reflexivo de una obra que consigue interesar tanto a quien disfruta con los detalles de unos diálogos absurdos pero hipnóticos como a quien busca claves trascendentes en las referencias bíblicas, en la alusión a las fosas o en esas botas (cuánto se parecen a aquellas de Van Gogh sobre las que escribió Heidegger) y en esas vías que parecen evocar un espacio tan truncado y sin sentido como el tiempo cíclico y amnésico en el que permanecen varados unos seres que ya están hartos de no perder la esperanza. Pocos años separan al Godot de Beckett del Rinoceronte de Ionesco y del Calígula de Camus. Tampoco están distantes en mi memoria las magníficas obras que con los tres textos han hecho Ernesto Caballero en el Centro Dramático Nacional, Mario Gas en Mérida y Antonio Simón aquí. Tres textos y tres montajes extraordinarios en los que queda claro que el teatro es, desde hace mucho tiempo y entre otras muchas cosas, una herramienta filósofica particularmente poderosa y sutil.

jueves, 24 de octubre de 2019

Los hijos

de Lucy Kirkwood. Versión y dirección: David Serrano. 
una producción de Producciones Teatrales Contemporáneas.
con Adriana Ozores, Susi Sánchez y Joaquín Climent.

24 de octubre de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80’ aprox. Estreno absoluto.

Hazel y Robin viven en una cabaña fuera de la zona de exclusión. Ellos fueron algunos de los científicos que participaron en el diseño de la central nuclear. Tras el desastre tuvieron que dejar su casa y ahora malviven a unos kilómetros de allí. En la central solo siguen unos científicos jóvenes que están intentando paliar los daños. La llegada de Rose desestabiliza sus vidas. Es una vieja amiga que fue algo más para él. Ahora les propone que asuman la responsabilidad que su generación tiene para con la de sus hijos.

La apariencia de distopía relativa (aunque no se nombra, Fukushima es el referente) y la cercanía de la magnífica Copenhague hace que vaya a la obra esperándo más calado conceptual sobre los temas relacionados con la ciencia, la ética y el riesgo. Pero las reacciones nucleares de las que trata Los hijos no son solo las que suministraban energía a un mundo que nunca controló los riesgos, también son las de ese núcleo sentimental formado por un hombre y dos mujeres que durante años mantuvieron un equilibrio inestable. Así que, aunque los dos universos paralelos de la historia parecen separados, el trenzado que Lucy Kirkwood consigue entre ambos es sutil y muy potente. De hecho, el elemento común que da título a la obra hace referencia por igual a los hijos de la pareja, a los que Rose podría haber tenido y a esa  generación que sufrirá las consecuencias de lo que sus padres hicieron. La sencillez de una historia que transcurre en tiempo real es aún más interesante por la maestría con que la autora retrata, sin ajustar cuentas y sin subrayados innecesarios, las maneras de vivir de esa generación de ya tiene más de sesenta años. Pero no solo está en el texto de Lucy Kirkwood el interés de Los hijos. David Serrano ha sabido aprovechar muy bien el naturalismo de los diálogos dándoles un ritmo casi chejoviana con el que parece que no pasa nada mientras está pasando tanto. Y todo en un entorno escenográfico simple pero muy sugerente que es a la vez cabaña, esqueleto doméstico y mundo subterráneo. La casa parece flotar en un mundo a la deriva con esa estructura simétrica que subraya la inversión de valores tras el desastre y con unos espacios semitransparentes que facilitan diálogos mutantes. Los hijos está llena de metáforas y no es la menor ese fuera de campo que tiene lugar arriba, en el lugar invisible de esa conversación que intuimos crucial entre el padre y la hija, entre dos generaciones con responsabilidades asimétricas y daños mal repartidos. Así que un texto solo aparentemente simple, una escenografía magníficamente estructurada y una  iluminación muy sugerente y atinada alcanzan en esta obra una armonía sobresaliente. También porque Joaquín Climent, Adriana Ozores y Susi Sánchez están perfectos dando forma a este triángulo nuclear tan inestable.

sábado, 12 de octubre de 2019

Why?

texto y dirección: Peter Brook y Marie-Hélène Estienne.
Producción: C.I.C.T. - Téâtre des Bouffes du Nord.
con Hayley Carmichael, Kathryn Hunter, Marcello Magni y Laurie Blundell.

12 de octubre de 2019. Fábrica de Armas de la Vega, Oviedo. 70 aprox.


¿Por qué el teatro? ¿Es un regalo de Dios? ¿Una pasión que a algunos les ha costado la vida? Sobre una gran alfombra tres actores se hacen preguntas como estas y ofrecen algunas respuestas que empiezan con la divina creación del teatro y terminan con la muerte de Meyerhold, uno de los directores más  innovadores y comprometidos de su historia. 

El Premio Princesa de Asturias de las Artes a Peter Brook nos ha dado la oportunidad de tener en Oviedo su última obra. Solo se ha visto hasta ahora en París y en Nueva York así que las funciones de hoy y mañana son un lujo inesperado. Why? es una magnífica reflexión a tres voces sobre el teatro que en su divertido primer tramo parece sintetizar la perspectiva desde la que Peter Brook escribe sus libros. En la parte final se reivindica la figura de Meyerhold, ejemplificando así el interés del autor por homenajear a esos hombres notables a los que el teatro (y casi la vida) les debe tanto. Tres actores de negro nos muestran las singularidades de este arte en el que se cuestiona una y otra vez el lugar desde el que se mira (es decir, el significado de su nombre). Stanislavsky, Meyerhold y, en fuera de campo, el propio Brook son las referencias fundamentales de una obra que resultará gratísima a quien no haya ido nunca a un teatro (esta noche se notaba -a veces para mal- que había algunos de estos entre el público) y que es también muy inspiradora para quienes tienen querencias metateatrales. Así que, entre la lectura de sus libros y la oportunidad que tendremos el próximo martes de ver a Peter Brook en el Palacio Valdés, ha sido impagable (y gratuita, como todas las actividades que organiza la Fundación) esta oportunidad de reflexionar sobre algunos porqués del teatro en el espacio vacío de esta fábrica que seguramente no habrá tenido nunca mejor uso que el de esta noche.

sábado, 5 de octubre de 2019

Las cosas extraordinarias

de Duncan Macmillan. Dirección: Pau Roca.
Producción: El Terrat y Sixto Paz
con Brays Efe.

5 de octubre de 2019. Centro Niemeyer (escenadrio del auditorio), Avilés. 60 aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


En un espacio sin cuarta pared Brays Efe va contando con nosotros para contar esta historia. De hecho, antes de comenzar, va dando en un papel un número distinto a muchos de los asistentes para que cuando él lo diga alguien lea en voz alta el texto que lo acompaña. Es una larga lista de cosas deliciosas que el protagonista de esta historia ha escrito en varios tiempos. El de una infancia y una juventud marcadas por la angustia  y el temor de perder a su madre. Es un relado conmovedor en primerísima persona en el que el actor y el personaje se confunden. Y también una historia íntima y entrañable contada con muchas voces. También las nuestras.

Una experiencia memorable en este cuadrilátero delicioso que hoy formamos en el espacio vacío del auditorio. Si el teatro es oscuridad y silencio porque siempre nace de ellos, ningún lugar más apropiado que ese escenario cerrado para crear la intimidad que necesita una historia que, con los mismos mimbres, ha de ser distinta en cada función simplemente porque el público lo es. Las listas son material muy sensible. Hace tres años pudimos comprobarlo en el Lliure de Barcelona con una Laia Marull magnífica en La llista, aquel estremecedor monólogo de Jennifer Tremblay. Las listas de Duncan Macmillan y Brays Efe (imposible imaginar que ese texto, tan apropiado, no sea también del actor) están hechas asimismo desde la amargura y el dolor, pero destilan mucha ternura y muchísima esperanza. Y eso se nota en la atmósfera que se va creando en este cuadrilátero iluminado en medio de la oscuridad que está en las antípodas de cualquier pugilato. Desde que Brays Efe dice el primer número de la lista y una voz entre el público expresa el sentimiento que lo acompaña, se inicia el relato cautivador de una vida que va aprendindo a distinguir y apreciar los retales con que se va hilvanando la felicidad. Ese repaso empieza en la infancia, en aquel día doloroso en que la madre del protagonista intentó suicidarse. Luego seguirá en la adolescencia, una edad en la que se gestiona bastante peor el dolor cuando la sombra de la pérdida vuelve a proyectarse. Y terminará más allá de ese momento de plenitud en que el amor puede encontrarse al cruzar unas miradas en una biblioteca. En este viaje biográfico a través de unas listas escritas para la consolación compartida, Brays Efe nos hace acompañarlo como espectros de su historia. Muchos, leyendo esos textos que son mucho más que letanías sobre las edades de un hombre. Otros encarnando en medio del cuadrilátero a algunos de seres que él va evocando: la veterinaria que le enseñó de niño a aceptar la pérdida de su perro, el padre que respondía paciente en el coche a sus porqués en aquel día trágico de su infancia o que en el de su boda le planteaba otros de los que no esperaba respuesta, la psicóloga que con un calcetín con forma de perro sanaba con solo escucharlas las heridas de su corazón, la profesora que le hizo leer (y despreciar) ese alegato a favor del suicidio que era el Werther de Goethe, el joven del que se enamoró en una biblioteca y que intercambiando libros y compartiendo su lista hizo que fuera Leo el nombre de su primer gran amor... La madre queda en fuera de campo pero la lista siempre apunta hacia ella. Hacia el deseo de compartir con ella la esperanza y la ilusión de vivir. Y aunque al final esa lista conmovedora ya no pueda ayudarla, lo cierto es que esa enumeración de las miles de razones que un ser humano tiene para desear vivir deja un sabor a esperanza compartida en este teatro que ha sido esta noche más comunión que nunca. La comunión que todos hemos sentido con este actor que no ha dejado de serlo mientras compartía con nosotros su personaje. La que algunos vivimos al acompañarlo en medio del cuadrilátero convertidos en algunos de sus personajes  (yo fui por unos momentos su padre). La que hizo coral esa lista que desde estas gradas íntimas se fue repasando a muchas voces. Y la que todos sentíamos en esta noche magnífica en que las sonrisas, la ternura y la empatía seguían manteniendo una perfecta comunión a la salida.


sábado, 31 de agosto de 2019

Señora de rojo sobre fondo gris

de Miguel Delibes. Adaptacion para teatro de José Sámano, José Sacristán e Inés Camiña. Producida y dirigida por José Sámano. 
con José Sacristán.

31 de agosto de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 85’ aprox.

La mujer de rojo es Ana y Nicolás nos cuenta emocionado los últimos tiempos con ella. Los de aquella felicidad completa que la enfermedad truncó. Él era pintor y ella tenía cuarenta y ocho años cuando murió. La misma edad que Ángeles, la mujer de Miguel Delibes, de la que quizá fue Julián Marías quien dijo que era una de esas personas que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir. O de la que Paco Umbral habría dicho que era una de esas mujeres que no tenían derecho a envejecer.   

Textos y obras para la consolación. Testimonios llenos de emoción en los que una voz desde el presente comparte el dolor por la ausencia y busca el calor del recuerdo. Yo sé de lo que hablo. Hablo, por ejemplo, de Inconsolable, el alegato  de Javier Gomá a favor de la ejemplaridad que tan magníficamente interpretó Fernando Cayo y dirigió Ernesto Caballero. Hablo de Ordesa, la novela de Manuel Vilas llena de poesía y amargura que entre otras cosas nos revela la importancia de los restos. O hablo de Réquiem, la conmovedora evocación de Ester Bellver que con apenas un galán de noche y un círculo de perchas consigue definir retrospectivamente la ternura. Hace casi treinta años Miguel Delibes también escribió un monólogo en segunda persona que trataba de todo eso. De la ejemplaridad, de la ausencia y de la ternura. El protagonista era un pintor incapaz de enfrentarse al lienzo en blanco cuando su mujer enfermó. Como debió sentirse el propio Delibes ante la página en blanco cuando Ángeles dejó de ser el cascabel que llenaba su vida y conseguía que los ángeles bajaran a su cabeza. Señora de rojo sobre fondo gris es, por tanto, un texto consolador. Es decir, preparador y reparador de los sentimientos que provoca la pérdida de los seres queridos. Por eso era un inmenso reto conseguir que su emoción estuviera completa en el escenario, que el lector no echara en falta desde la butaca su intensidad emotiva. Pero el resultado es impecable. De hecho, parece que fuera el propio Delibes quien hubiera elegido las frases del libro que esta noche ha pronunciado en su nombre un José Sacristán inolvidable. A sus ochenta y un años está aquí impresionante. Intenso hasta la lágrima (la suya y la nuestra) y conmovedor en esas interrupciones que mientras nos habla le provoca lo que piensa. El suyo es un teatro de palabras radicales y de gestos mínimos. De esas palabras y esos gestos que acarician el corazón de los seres atencionales de los que habla Gomá en Inconsolable. Y todo eso es posible porque hay un autor y un actor notabilísimos y en perfecta sintonía aunque ahora les separe la frontera entre la vida y la muerte. Y porque los acompaña la dirección perfecta y sutilísima de un José Sámano que ha sabido hacer que apenas un cambio de luz lo diga todo sobre un rostro roto o sobre una ausencia presente. Señora de rojo sobre fondo gris es un retablo de sentimientos universales que se inspira en una imagen singular y fascinante. La de quien no estando ya aún sigue consolando.  

viernes, 9 de agosto de 2019

La fuerza del cariño

de Dan Gordon. Versión y dirección: Magüi Mira. 
una producción de Pentación Espectáculos.
con Lolita Flores, Luis Mottola, Antonio Hortelano y Marta Guerras.

9 de agosto de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

Aurora y su hija Emma están muy unidas. Y eso que no se soportan y no dejan de hacerse reproches. Aurora es viuda desde hace tiempo y ahora le hace tilín un vecino seductor que antes fue astronauta. Emma se ha casado con un profesor algo pánfilo con el que comparte una hija y luego una separación. La relación entre los cuatro resulta bastante animada. Hasta que el cáncer de Emma lo cambia todo y revela la fuerza del cariño.

No era fácil. La película de James L. Brooks ya tiene treinta y seis años y el tiempo se le nota al interés de una historia que tiene en el cáncer de la hija el rubicón entre la comedia y el drama. De modo que, al margen de las estupendas interpretaciones de Shirley MacLaine y Jack Nicholson, lo que sigue conservando más valor de aquella historia es el conmovedor papel de los niños y los dilemas que acercan a Emma a la Ann de Mi vida sin mi (aquel dramón de Isabel Coixet). Así que, al prescindir de ellos y acentuar los perfiles cómicos de las relaciones entre los adultos, Magüi Mira convierte aquel melodrama otra cosa. Ello no empaña la dignidad de la propuesta escénica o la pertinencia de mantener en escena a los actores silentes cuando sus personajes no intervienen. También están correctos los cuatro intérpretes, aunque me ha gustado especialmente Marta Guerras a la que ya vimos hace cuatro años haciendo un trabajo estupendo en aquella magnífica Trinidad de Ana Valbuena que tuvimos la suerte de tener en el off del Niemeyer. Su personaje en esta obra es complicado por excesivo pero ella borda esa caricatura de una adolescente histérica actual y seguramente desarrollaría también con solvencia su momento más dramático si hubiera tenido más recorrido a esa parte. De Lolita sigo añorando papeles tan extraordinarios como el de la Colometa de La plaza del diamante que dirigió Joan Ollé y que también vimos aquí hace cinco años. Ella tiene mucha fuerza interpretativa pero no es en modo cómico ni trágico donde la encuentro mejor. Es en la contención de los monólogos sobrios y sinceros donde consigue emocionarme hasta la lágrima. Ojalá vuelva a protagonizar pronto otras historias que le resulten tan propicias como aquella. Por lo demás, sigo lamentando esta tendencia a amplificar las voces en espacios que no lo requieren. Eso no hace más que falsificar el trabajo de los actores y pervertir la experiencia teatral acercándola a otro tipo de espectaculos hipertecnificados que no tienen una historia bimilenaria. Pero lo que me resulta ya insoportable es la obscenidad con que no solo oímos el dispositivo sino que también lo vemos al obligar a los actores a llevar bajo los calzoncillos esos paquetes digitales o esos cables pegados por la espalda en obras que, como esta, tienen una acusada querencia por la lencería.