sábado, 26 de marzo de 2022

El sobre verde

Libreto de Enrique Paradas y Joaquín Jiménez, música de Jacinto Guerrero. Adaptación: Álvaro Tato. Dirección escénica: Nuria Castejón. Dirección musical: Cecilia Bercovich.
Producción: Teatro de la Zarzuela

con Julia Adún, Paula Arévalo, Claudia Bravo, Andro Crespo, Soraya Estévez, Iñigo Etayo, Cielo Ferrández, Cristina García, Antonio Iniesta, Pascual Laborda, Aarón Montes, Nuria Pérez, David Pérez Bayona, Lara Sagastizabal, Ana San Martín, Sigor Schwaderer, Fran Velázquez y Nacho Zorrilla.

26 de marzo de 2022. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 60’ aprox.

Nicanor es un tipo sin oficio ni beneficio que recibe un sobre verde con un décimo de lotería. Poco después la diosa Fortuna le anuncia que su número es el del Gordo de Navidad. Muy eufórico promete a sus amigos indigentes que, a la vuelta de su viaje a Nueva York, construirá un alojamiento digno para todos. Allí disfruta de lo lindo con su amigo Simeón y se gasta todo el dinero. Así que cuando regresa a Madrid trae solo una lección: que la mejor lotería es el trabajo y la economía.
 
En el texto original de Paradas y Jiménez había intenciones edificantes sobre los riesgos que acompañan a la fortuna. Sin negarlas, la propuesta del proyecto Zarza que hemos visto esta noche tiene más interés por el ritmo trepidante que le ha dado Nuria Castejón, por la dirección musical de Cecilia Bercovich, por la brillantez en la adaptación de Álvaro Tato y, por supuesto, por el buen hacer de estos dieciocho intérpretes y ocho músicos que han puesto fuerza y corazón para hacer que esta zarzuela (aderezada con aires de musical internacional) sea muy grata para cualquier público. En las cuatro funciones escolares que estos días han llenado el Palacio Valdés, los adolescentes avilesinos han descubierto un género inesperado de la mano de unos jóvenes que son poco mayores que ellos. Hoy las edades del público eran las de sus padres y abuelos que también han disfrutado muchísimo con esta zarzuela juvenil. De modo que esta primera colaboración del proyecto Zarza con Avilés ha sido un éxito rotundo en esta semana en que celebramos el Día Mundial del Teatro. Una prueba más de lo importantes que son  las políticas públicas sostenidas y el buen hacer de las personas comprometidas con el teatro. Por suerte, en Avilés tenemos esas políticas culturales y también esas personas.

viernes, 25 de marzo de 2022

Los Pazos de Ulloa

de Emilia Pardo Bazán. Adaptación: Eduardo Galán. Dirección: Helena Pimenta.
una producción de Secuencia 3, La Villarroel, Olymplia Metropolitana y Saga Producciones.
con Pere Ponce, Ariana Martínez, Marcial Álvarez, Francesc Galcerán, Esther Isla y David Huertas.

25 de marzo de 2022. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 95’ aprox.

Don Julián es un cura tímido que llega a un pazo remoto para ayudar en la gestión de la hacienda de don Pedro, el marqués de Ulloa, que vive allí como un sátrapa al que ayuda Primitivo, un  canalla con el que tiene mucha complicidad. Don Pedro tiene un hijo con Sabel, la hija de Primitivo, al que los dos maltratan sin compasión. Por recomendación de don Julián, el marqués va a Santiago a buscar esposa y vuelve casado con Nucha, una de sus primas. Con ella tendrá una hija pero no un heredero como él quería.

El mes pasado vimos en el Palacio Valdés Las cigarreras, una estupenda adaptación de La tribuna en la que Cándido Pazo tuvo el acierto de incluir a la propia escritora como mediadora entre las cigarreras y el público. Aquí es el  atribulado personaje del cura Julián el que al comienzo de la obra se dirige nosotros para relacionar su papel con el de don Fermín de Pas, planteándonos una comparación innecesaria entre la novela de Emilia Pardo Bazán y la de Clarín. No es un buen comienzo para una obra en la que parece que el empeño principal es que sepamos que los malos son muy malos y que someten a las mujeres de forma tan injusta como inexorable. Y por si no nos había quedado claro, al final de la obra don Julián le echa valor y se atreve a decirle a la cara a don Pedro que es un maltratador. De modo que las probables intenciones edificantes de la obra son tan naífs como convencional resulta su puesta en escena. De hecho, los malos son tan histriónicos y las víctimas (especialmente Nucha) tan propiciatorias que casi me han recordado a aquella Genoveva de Brabante, maltratada por Golo, que leí de niño en la colección Historias Selección de Bruguera (y creo que doña Emilia no tiene la culpa de eso). Ahora que lo pienso, aquella historia de Christoph von Schmid se parece sospechosamente a la de El animal de Hungría de Lope de Vega. Estaría bien indagar sobre ello.

Programa de mano

sábado, 19 de marzo de 2022

Nadia

Autoría:  Carles Fernández Giua, Nadia Ghulam y Eugenio Szwarcer. Dirección: Carles Fernández Giua.
Producción: La Conquesta del Pol Sud
con Carles Fernández Giua , Nadia Ghulam y Eugenio Szwarcer.

19 de marzo de 2022. Teatro Jovellanos, Gijón. 80’ aprox.

Nadia fue durante mucho tiempo un chico. Cuando era niña una bomba la hirió para siempre. Luego el infierno talibán la obligó a sobrevivir haciéndose pasar por niño. Nos lo cuenta después de haber dejado hace años Afganistán para atenuar en Barcelona sus cicatrices y recuperar su identidad. 

La tragedia de un país cebándose en la identidad de una niña. Eso es lo que une las historias de Nadia y de Claudia, la argentina que hace unos años nos contó, también de la mano de La Conquesta del Pol Sud, la forma en que fue entregada a una familia de derechas por los militares que habían torturado y hecho desaparecer a sus padres en tiempos de la dictadura. Las de ellas no son solo verdaderas historias que cautivan sino también historias verdaderas que conmueven. El formato es similar en los dos casos con protagonismo absoluto de Nadia (o de Claudia) y pequeños contrapuntos de Carles Fernández Giua y Eugenio Szwarcer. Pero el relato de Claudia me pareció más impresionante que el de Nadia. Seguramente porque, más allá de la proximidad cultural y el calado de las reflexiones éticas que su historia suscita, compartir o no la lengua nos acerca o nos distancia de lo que se cuenta. Lo que vimos hacer a Claudia en el TNC fue asombroso además de conmovedor. Lo que hace Nadia también lo es. De modo que, aunque el resultado no sea tan impresionante, tiene mucho mérito haberlo hecho en una lengua que no es la suya.

viernes, 18 de marzo de 2022

Decadencia

de Steven Berkoff. Adaptación: Benjamín Prado. Dirección: Pedro Casablanc.
Producción: ES[OFF] - VANIA

con Maru Valdivieso y Pedro Casablanc.

18 de marzo de 2022. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto.

Cuatro hedonistas viscerales emparejados de dos en dos. Por un lado, el depredador y su amante igualmente salvaje, y, por otro, su esposa que ha domesticado al suyo para dañarle. Los vemos siempre por separado. Tramando y ejecutanto formas de satisfacer sus deseos. Comiendo, bebiendo, fumando y sobre todo fornicando. Hablan y follan sin parar con un desprecio
compulsivo hacia los que no son de su especie. La de unas élites carroñeras de un mundo en decadencia.
 
Al fondo del escenario un inmenso espejo roñoso que refleja las posturas sin postureo de estos seres anencefálicos y en el que también nos intuimos nosotros mientras los contemplamos. Delante del espejo dos biombos verticales como estandartes metafóricos de lo vulvar y lo cipotudo, los motores vitales de unos seres que ejecutan compulsivamente sus rituales de apareamiento y destrucción. Hay también dos grandes chaise longes rojos en un espacio sin matices en el que la negrura y la estridencia configuran el hábitat natural de estos onanistas del cuerpo y la palabra. Steven Berkoff los retrató sin filtro en este animalario de las élites inglesas de los ochenta que a nosotros nos resulta bastante familiar. Y no solo por el parentesco entre nuestros pijos y los suyos, sino por lo valleinclanesco de la forma en que se nos presentan. Benjamín Prado sabe que adaptar es mucho más que traducir y que aquí era crucial tenerlo muy claro para que no se perdiera la más radical de las provocaciones que contiene esta obra que es la del lenguaje. Así, esa tenue versificación y esa radical frescura del texto, junto con el tono y el ritmo endiablado que Pedro Casablanc le ha dado, hacen que Decadencia sea una delicia que en esta noche de estreno le ha encantado hasta al público biempensante. Y es que momentos como el de la caza del zorro, la cena en el restaurante o la lección de los diez tragos son un prodigio de buen hacer escénico e interpretativo que, aunque les incomoden, les resultarían alucinantes incluso a nuestros depredadores ibéricos (si les diera por ir al teatro). Pero ni Steven Berkoff ni Benjamín Prado (ni siquiera Valle-Inclán) habrían conseguido que esta Decadencia fuera tan fulgurante si no la hubieran interpretado Maru Valdivieso y Pedro Casablanc. Para ella debe ser un lujo y un reto trabajar con él. Y para él también lo ha debido ser trabajar con ella en esta noche de estreno que seguramente preludia otras muchas de éxito. La velocidad y el distanciamiento del naturalismo con una gestualidad radicalizada son algunos de los muchos aciertos que tiene la obra. Y Maru Valdivieso ha sabido entenderlo magníficamente dándole a su(s) personajes un tono perversamente impecable. De Pedro Casablanc, que además dirige esta Decadencia, poco se puede decir que no sea superlativo. Hace dos meses nos deslumbró en Gijón con su Torquemada (como tantas otras veces con sus Filoctetes, Yo, Feuerbach Los cuentos de la peste, Ruz-Barcenas, Hacia la alegría...) Esta noche hemos tenido la suerte de asistir al estreno en el Palacio Valdés de este nuevo recital interpretativo en clave cabaretera. En un modo menos trágico que en otras obras, caricaturiza a un personaje deleznable al que le pasa justo lo contrario de lo que se puede decir de él. Como ese tipo hay muchos en Inglaterra y en España pero actores como Casablanc hay muy pocos en los dos países.

viernes, 4 de marzo de 2022

Ser o no ser

Adaptación: Bernardo Sánchez según versión teatral de Nick Whitby. Dirección: Juan Echanove.
Una producción de José Velasco basada en la comedia de Ernst Lubitsch

con Juan Echanove, Lucía Quintana, Ángel Burgos, Gabriel Garbisu, David Pinilla, Eugenio Villota y Nicolás Illoro.

4 de marzo de 2022. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 120’ aprox. Estreno absoluto.

Cuando Polonia está a punto de ser invadida por Alemania, 
una compañía está representando Hamlet en un teatro de Varsovia  y prepara el estreno de una sátira sobre el nazismo titulada ¡Gestapo!. La obra será prohibida pero el elenco acabará interpretando a los nazis para rescatar un documento que podría poner en peligro a la resistencia polaca. En el enredo también estará implicado un joven aviador inglés que se cita con la mujer del actor principal mientras este recita las famosas palabras de Shakespeare calavera en mano.
 
Un estreno afinadísimo en clave de comedia clásica que ha hecho las delicias del público con un Juan Echanove al que, como actor y como director, se le notan las ganas de hacer reír tras este largo invierno de nuestro descontento pandémico. Y a fe que lo ha conseguido en esta noche de estreno. De hecho, la sombra de lo que está pasando ahora en Ucrania no ha restado un ápice de alegría contagiosa desde la primera fila hasta el fondo del gallinero de un Palacio Valdés abarrotado en el que mañana habrá segunda función. Como no soy de risa fácil no puedo dejar de pensar en que la decisión de Echanove de rescatar la comedia de Lubitch ochenta años después quizá no haya sido afortunada. De hecho, ha tenido la mala suerte de que su estreno sea ocho días después del comienzo de la invasión rusa que, según recoge hoy la prensa, ya ha provocado el éxodo de un millón de ucranios. Pero hay que reconocer que, a pesar del reconocimiento cinéfilo posterior, el estreno de la película de Lubitch fue mucho más cuestionable. Sin esperar a que Adorno aludiera a la poesía después de Auschwitz algunos críticos ya plantearon si en 1942 era oportuno que los estadounidenses rieran las gracias de este matrimonio de cómicos puesto en entredicho por un aviador mientras Shakespeare servía de contrapunto a los nazis. La película se estrenó cuando se estaba construyendo Treblinka y poco antes de que comenzaran las deportaciones a los campos de exterminio de los judíos hacinados en el gueto de Varsovia. Que en aquellos momentos pareciera normal en Estados Unidos situar en Varsovia una historia que daba mucha risa quizá pueda explicar en parte por qué los campos de exterminio quedaron intactos hasta el final de la guerra. Así que llevar ahora al teatro aquella comedia para recuperar la risa y celebrar la superación de los tiempos pandémicos quizá pueda justificarse por los guiños metateatrales que contiene y por esa pulsión anglófila (también bastante pandémica) por la que encomendarse a Shakespeare da pedigrí de calidad y es garantía de éxito. En todo caso, lo siento por Echanove y por el resto del elenco que hacen un trabajo magnífico en esta obra pero, al margen de la mala fortuna del estreno en estos momentos en que otra invasión acongoja nuestras conciencias, creo que si hay que volver a la Varsovia de hace ochenta años es mejor hacerlo como lo hace El Cartógrafo de Juan Mayorga o  El amor en su lugar de Rodrigo Cortés. Y si hay que retomar la risa antes de quitarnos las mascarillas casi mejor echar mano de Berlanga que de Lubitsch y de nuestro Siglo de Oro que del inglés. De esto último tuvimos buena prueba hace dos semanas en el Niemeyer.