de Lope de Vega. Versión: Brenda Escobedo y Ernesto Arias. Dirección: Ernesto Arias.
producción: Colectivo Állatok y EscénaTe.
con Antonio Prieto Díaz, Gonzalo Lasso, Inés González, Jorge de la Cruz y Laura Ferrer.
24 de julio de 2021. Casa Palacio de los Villarreal, 44º Festival de Almagro. 90’ aprox.
21 de octubre de 2022. Centro Niemeyer. 90’ aprox.
Por las intrigas de su hermana Faustina, Teodosia acaba siendo repudiada por el rey Promislao y viviendo como una alimaña en los montes de Hungría. Los lugareños quieren darle muerte y así se lo piden al propio rey que está de caza por allí con Faustina. Ella es ahora su esposa y está a punto de dar a luz. Pero Teodosia se quedará con la niña que su hermana pare en el bosque y hará de madre para Rosaura, una criatura feral que crecerá cándida, feliz y bondadosa.
El animal de Hungría no era uno sino dos. Era animal de condición humana, pero no era hombre sino mujer. De modo que Lope de Vega no solo se situó entre Montaigne y Rousseau en la caracterización del buen salvaje, sino que fue el primero que en la modernidad propuso la hipótesis femenina en la descripción de la condición humana prístina. Y lo hizo con un texto que incluye diálogos deliciosos entre una madre que dejó atrás el mundo civilizado y una hija que nada sabe de él. Unas conversaciones en las que, con ironía y belleza, se trenzan consideraciones sobre el lenguaje, el deseo, el amor y la identidad. Así que Lope debería ocupar un lugar destacado en la historia de la reivindicación feminista aunque solo fuera por haber explorado en este texto una idea que casi convierte al Emilio de Rousseau en un eslabón más en la cadena del relato patriarcal sobre la condición humana. Pero es que, además, Lope se toma a su Rosaura con una seriedad y una delicadeza inauditas. Todo curiosidad y ternura sin ningún atisbo de condescendencia o ironía. Pero lo que resulta increíble es que no se tenga noticia de ninguna representación de El animal de Hungría hasta ahora siendo este un texto que, solo por algunos pasajes del segundo acto, debería formar parte del imaginario humanista y literario de cualquier persona culta. Pero esta obra no fue escrita por el Bardo de Avon sino por un español y quizá por eso los del colectivo Állatok han tenido el honor de ser los primeros de representarla y de saber hacerlo con la calidad y el acierto que su contenido merece. Una calidad que, respetando el texto, sabe aprovechar sus elementos propicios para una comicidad que ha sido del gusto de un público que ha disfrutado y también reído mucho esta noche. Así que hasta la luna llena ha querido asomarse sobre las tapias del Palacio de los Oviedo para iluminar el bosque que Lope imaginó hace cuatro siglos para dar vida a esa buena salvaje que ha tenido que esperar tanto tiempo para ser vista en un escenario. Así que han sido dos jornadas estupendas en este tramo final del festival de Almagro con descubrimientos tan memorables como el de esta obra o la magnífica exposición en la iglesia de San Agustín sobre el trabajo del genial Gerardo Vera. Volveremos.