sábado, 22 de enero de 2022

Torquemada

Basado en la tetralogía de las novelas de Torquemada de Benito Pérez Galdós. Versión: Ignacio García May. Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente.
c
on Pedro Casablanc.

22 de enero de 2022. Teatro Jovellanos, Gijón. 80’ aprox.

Torquemada en el purgatorio, Torquemada en la hoguera, Torquemada en la cruz y Torquemada y San Pedro. La historia de Francisco Torquemada a partir de las cuatro novelas de Galdós. Su ambición desmedida, su presencia agreste, sus paternidades traumáticas y finalmente su conversión, más financiera que teológica.

Desde que Pedro Casablanc atraviesa el patio de butacas y sube al escenario sabemos que el monólogo será memorable. Quien lo ha visto en otros anteriores como José K. torturado o Hacia la alegría, o en casi monólogos como Ruz-Barcenas o Yo, Feuerbach, sabe que se trata de un actor descomunal. Así que Torquemada es el personaje ideal para alguien que, solo con su voz y su fuerza interpretativa, es capaz de imponer el silencio más expresivo en cualquier teatro. En la magnífica adaptación teatral que Ignacio García May ha hecho de las novelas de Galdós, Pedro Casablanc se convierte en un intérprete mutante que es capaz de encarnar a la tía Roma, a Valentinito, a los miembros de la familia Águila (Rafael, Cruz y Fidela), al misionero Gamborena y al propio Francisco Torquemada cambiando a velocidad de vértigo la voz, el rostro (más que el gesto), el cuerpo (más que el ademán) y hasta el aura de esos personajes. De hecho, uno sale del teatro pensando que no ha asistido a un monólogo del gran Pedro Casablanc sino a una obra coral a cargo de varios intérpretes que tienen su mismo nombre. Pero, además de un texto tan inspirador como el de Galdós, una adaptación tan impecable como la de García May y un actor tan extraordinario como Casablanc, para que Torquemada sea una obra mayúscula tiene que haber también un director como Juan Carlos Pérez de la Fuente que ha sabido encontrar el tono, la atmósfera, el brío, el estruendo y la luz que requiere una historia tan relevante como esta. Una obra en la que el espectador puede encontrar lecciones para el presente sin que ni el texto ni la dirección caigan en la tentación de los subrayados extemporáneos. Con una poética muy distinta, pero también sobresaliente, Juan Carlos Pérez de la Fuente ya nos había maravillado en Tarde te amé. Confesiones de San Agustín, aquella experiencia escénica y musical que pudimos disfrutar un 28 de agosto en la iglesia vieja de Sabugo. Hoy en el Teatro Jovellanos hemos asistido a otra noche teatral memorable.