domingo, 29 de julio de 2018

Filoctetes

de Sófocles. Versión: Jordi Casanovas. Dirección: Antonio Simón.
una coproducción de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Bitó.
con Pedro Casablanc, Pepe Viyuela, Félix Gómez, Samuel Viyuela, Arantxa Aranguren, Sandra Arpa, Marina Esteve, María Herrero, Sara Illán, Nahia Laiz y Mónica Portillo.

29 de julio de 2018. Teatro Romano. 64º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. 95’ aprox.

Ulises encarga a Neoptólemo que engañe a Filoctetes para conseguir su arco y vencer en Troya. Él no puede hacerlo porque hace diez años lo abandonó a su suerte en la isla de Lemnos con una grave herida en una pierna. Filoctetes confiará en Neoptólemo y a este se le hará muy difícil cumplir el encargo de Ulises. Finalmente Hércules hablará desde el más allá y convencerá a Filoctetes de que, a pesar de todo, les ayude a conquistar Troya. 

Pedro Casablanc en el papel de Filoctetes ya era suficiente motivo para venir a ver esta obra de Sófocles que nunca se había representado en España. Filoctetes tiene mucho diálogo reflexivo y pocas acciones. Es la historia de un robinsón herido y noble que pondrá a prueba la ética de un joven que no quisiera ser desleal con nadie.  En este sentido, el duelo principal se establece entre Pedro Casablanc y Félix Gómez y ambos salen muy bien parados. El primero transmite el dolor inmenso por esa pierna que nunca ha sido curada (cómo le entiendo en estos días que no soy bípedo) y por aquel abandono tan injusto. El segundo hace muy comprensibles las cuitas morales de su personaje y acierta a transmitir la estupenda ambigüedad del texto de Sófocles cuando, hablando mal de Odiseo (en esta versión se usan los nombres latinos para él y para Heracles), Neoptólemo miente y es sincero a la vez. También está muy bien Pepe Viyuela encarnando a un Ulises de traje y corbata con maneras de político o empresario canalla e imponente. Él y los soldados son las únicas derivas actualizadoras que nos propone Antonio Simón y hay que decir que le vienen tan bien a este Ulises como a aquellos personajes del magnífico MBIG de José Martret que, sin embargo, era tan respetuoso con lo esencial del texto de Shakespeare. La fidelidad al texto de Sófocles tambien domina en esta oportuna versión de Jordi Casanova que, aunque publicitada como llena de lecciones sobre nuestro presente (y eso me ponía en guardia), por suerte deja que seamos nosotros quienes las encontremos en la propia historia de Sófoclés. También se había hablado de una mirada pacifista y feminista en el papel del coro (otra vez en guardia, y no porque desprecie las intenciones sino porque me repelen los subrayados políticamente correctos), pero en sus voces predominan las pertinentes apostillas de la propia conciencia de Neoptólemo (y eso también está en el texto de Sófocles) y unas coreografías magníficas que hacen de contrapunto femenino perfecto a esos diálogos largos entre muy pocos hombres. Por lo demás, la escenografía es muy eficaz con ese barco varado y por momentos transparente que sirve de cueva y delimitación de angosturas, con esas ruedas que marcan ese no-lugar insular y con esas imágenes proyectadas en el siempre imponente escenario de Mérida. Quizá me ha sorprendido algo menos ese Deux ex machina final con la imagen y la voz de Miguel Rellán haciendo de Hércules, pero en general el trabajo de todos los actores y la propuesta de Antonio Simón son un buen ejemplo de que en un festival como este, además de reinterpretaciones de los clásicos grecolatinos más conocidos, también cabe esperar  la representación con calidad de otros textos menos frecuentes en nuestros escenarios. Así que ha sido otra estupenda noche de buen teatro en Mérida.