sábado, 23 de diciembre de 2017

La ternura

texto y dirección: Alfredo Sanzol.
una producción de Teatro de la Ciudad. Coproduce Teatro de La Abadía
con Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón.

23 de diciembre de 2017. Teatro Rosalía de Castro, La Coruña. 125’ aprox.

Felipe II ha decidido enviar a Inglaterra a las hijas de la reina esmeralda para casarlas con dos nobles. Ella odia a los hombres así que usa sus poderes mágicos para provocar una tormenta que las llevará a una isla desierta en la que podrán vivir felices lejos de ellos. Sin embargo, en la isla vive un leñador misógino que también quería evitar a sus hijos cualquier contacto con las mujeres.

Despedimos este año de teatro en esta escapada corta a La Coruña en la que hemos tenido la suerte de coincidir con esta obra de la que tanto bueno se ha dicho. La ternura tiene un título que casi resume una de las características que comparten las fascinantes obras que he visto de Sanzol (Días estupendos, En la Luna, Aventura, La calma mágica y La respiración). Aunque hay una confesada inspiración shakespeariana, La ternura es mucho más (y mucho mejor) que una recreación de comedias clásicas desde la fértil y singular mirada de un autor contemporáneo. Es una apuesta maravillosamente lúdica y original por conciliar una comedia tierna con una reflexión hilarante sobre las variantes del amor (hetero, homo, paterno, filial y hasta renegado). Una apuesta virtuosa en la construcción de un texto que consigue que no perdamos el interés ni un segundo y que requiere unos actores extraordinariamente conjuntados para mantener estas dos horas de alegría radicalmente contagiosa con momentos tan increíbles como el del intercambio de personajes o la desternillante locura amorosa del tramo final. Con una escenografía mínima, un uso magnífico del color en el vestuario (y en los nombres de los personajes) y unas interpretaciones superlativas, este regalo de Alfredo Sanzol ha sido la mejor manera de despedir un año en el que tanto bueno hemos visto en el teatro.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Una vida americana

de Lucía Carballal. Dirección: Víctor Sánchez Rodríguez.
una producción de Lazona.
con Cristina Marcos, César Camino, Mima Riera y Esther Isla.

15 de diciembre de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

La madre y las dos hijas han llegado a Minnesota para encontrarse con un padre que las abandonó hace veinte años. Ellas son madrileñas, de Tetuán, pero él nunca dejó de ser americano. Linda siguió manteniendo el sueño de esa vida diferente que su padre le había prometido. Por eso ha contactado con él después de tantos años. Su madre, su hermana y su novio la acompañan en esta búsqueda dudosa por la que solo ella parece tener interés.

En el escenario hay una caravana flotante sobre un bosque invernal. Es una magnífica metáfora del significado de este hogar femenino en el que la madre se empeña en olvidar lo que significó aquel hombre, una de las hijas lo busca para sanar su vida y la otra rechaza toda identidad basada en la diferencia sexual. Lucía Carballal capta muy bien esas palabras inerciales que identifican los modos de estar en la vida que caracterizan a las edades, los entornos y los géneros. Con ellas compone unos diálogos naturalistas bastante sutiles con los que ironiza lúcidamente sobre aspectos que pocas veces son tomados a broma  como las identidades LGTB o las dos Españas. Es verdad que esa masculinidad que permanece fuera de campo queda poco perfilada y tampoco parece que su ausencia sea tan poderosa como para convertirse en el motivo principal de este relato sobre cuatro personajes que por si solos ya tienen mucho interés. Pero lo cierto es que sin llevarlos a Minnesota no percibiríamos el extrañamiento de estas identidades flotantes que quizá nos resultan más próximas porque las vemos tan lejos.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Diálogos desde la escena: Juan Mayorga y Ernesto Caballero

presentador-moderador: Saúl Fernández.
El Teatro en España en los últimos 25 años.
1992-2017: 25 años de la reapertura del Teatro Palacio Valdés.
 
11 de diciembre de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80’ aprox.

sábado, 9 de diciembre de 2017

L´Heure Fugitive

Dirección: Thomas Richards.
una producción del Workcenter of Jerzy Grotowski
con Cécile Richards.

9 de diciembre de 2017. Teatre Akadèmia, Barcelona. 55’ aprox.
(francés sobretitulado).


Una mujer nos habla en francés mientras una luna crece y mengua tras ella. Solo hay una mesa, una silla, una botella de vino y una copa en el escenario. Es todo lo que necesita para afrontar esta hora en la que no dejará de hablarnos de cosas trascendentes relacionadas con la femenidad. Con ironía o sin ella, a  veces también echa mano de frases de escritores franceses. O de una voz afinada con la que además de contarnos cosas también nos las canta.

Dicho en francés parece que tiene más fuerza, pero el soliloquio de esta mujer que no calla tiene escaso interés. Tampoco la puesta en escena tiene más hallazgos que esa luna que seguramente pretende ser metáfora cíclica de la condición femenina. Con aires experimentales setenteros y un valor teatral bastante limitado me temo que las propuestas de Thomas Richards no serán lo más interesante que se haya visto en este Teatre Akadèmia que parece tan intimo y grato pero que a nosotros nos ha resultado poco propicio estos días. Con esta obra son ya doscientas las que he reseñado en este blog. Pero queda bastante lejos de las muchas que aquí he elogiado en estos cuatro años.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Claudia

creación: Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Carles Fernández Giua, Eugenio Szwarcer. Dirección: Carles Fernández Giua.
una producción de La Conquesta del Pol Sud
con Claudia Victoria Poblete Hlaczik, Carles Fernández Giua, Eugenio Szwarcer.


8 de diciembre de 2017. Teatre Nacional de Catalunya, Barcelona. 85’ aprox.

Claudia era antes Mercedes y ahora nos cuenta cómo recuperó su identidad. Cuando tenía ocho meses sus padres fueron torturados y desaparecidos en aquel tiempo terrible en que los militares asesinaron a miles de argentinos y entregaron a cientos de bebés a familias afines dispuestas a apropiárselos. Su testimonio es especialmente importante porque el suyo fue el primer caso de reencuentro familiar.

Claudia nos sorprende por el valor de lo que cuenta y por su valor al contarlo. Y también porque, no siéndolo, parece una magnifica actriz que nos cautiva con este documento teatralizado tan singular. En el escenario la acompañan Carles Fernández Giua y Eugenio Szwarcer que, además de aportar leves contrapuntos muy eficaces para que el relato vaya fluyendo, han hecho un magnífico trabajo escénico y han ordenado con ella este testimonio emotivo y sobrecogedor. La impresión que nos deja Claudia no es el de una áspera denuncia, sino el de un relato humano de gran intensidad y valor. Hay densidad ética y compromiso historico en este testimonio que merecía ser contado con la radicalidad propia de la primera persona. Es, por tanto, una propuesta teatral sobresaliente en la que, si Claudia lo fuera, habría que destacar el trabajo de la gran actriz que la protagoniza. Pero aquí el personaje es la propia persona, una mujer  honesta y generosa que comparte con nosotros una experiencia teatralmente impecable y humanamente ejemplar.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Sin fronteras

dirección: Thomas Richards.
una creación colectiva del Workcenter Studio in Residence 
con Alonso Abarzúa, Gine Gutiérrez, Juan David Salazar, Felipe Salazar, María Solarte, Javier Cárcel Hidalgo-Saavedra y Lynda Mebtouche.

7 de diciembre de 2017. Teatre Akadèmia, Barcelona. 90’ aprox
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Tras el terremoto de Chile de 2010 unos cooperantes entretienen de distintas formas a los niños damnificados. Entre ellas con el terrible relato de las cosas que le pasaron hace mucho tiempo a una mujer.

Siete actores para unas ocurrencias presentadas como creación colectiva. No se sostienen ni el extraño comienzo actual ni la evocación historicista de esas maldades que tienen aires de drama barroco con querencias indigenistas y feministas. Es un trabajo coral que parece proceder de un taller muy dinámico en el que nadie ha pensado que la iluminación o el sonido tienen cierta importancia en el teatro. Eso sí, venga o no a cuento, se saca mucho provecho a las dotes de uno de los actores para los cantos reiterados (que parecen hebraicos)  y a la habilidad de los demás para recitar letanías más o menos improvisadas. Así que ha sido una lástima que en un lugar tan propicio para el teatro íntimo como este hayamos coincidido con esta obra y no con la de la semana que viene. Esa en la que, según nos anticipó en el encuentro del Palacio Valdés, estará Mario Gas.

martes, 5 de diciembre de 2017

Diálogos desde la escena: José Carlos Plaza y Lola Herrera

presentador-moderador: Alberto Piquero.
El Teatro en España en los últimos 25 años.
1992-2017: 25 años de la reapertura del Teatro Palacio Valdés.

5 de diciembre de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 82’ aprox.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Himmelweg (camino del cielo)

de Juan Mayorga. Dirección: Raimon Molins.
una producción de Atrium Produccions
con Patricia Mendoza, Raimon Molins y Guillem Gefaell.

2 de diciembre de 2017. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 95’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer
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Una delegada de la Cruz Roja visita un campo de judíos. El oficial nazi que lo dirige la recibe con cortesía. También el alcalde de una comunidad que parece modélica. Con niños que juegan a la peonza, parejas que cortejan y un viejo reloj que siempre marca las seis, la hora en que llegan los trenes que ella no ve.

Sutilezas programáticas. Así destaqué en una conferencia que di con motivo de los 25 años de la recuperación del teatro Palacio Valdés algunas de las virtudes del teatro que podemos ver en esta ciudad. Esas sutilezas, a las que en Avilés ya estamos acostumbrados, son las que permiten que ayer estuviéramos en el Gueto de Varsovia con El cartógrafo y hoy, sin salir del mundo teatral de Mayorga ni de los espacios escénicos del Niemeyer, visitemos el campo de Theresienstadt. Como sucede en buena parte de su obra, Himmelweg no trata solo de lo que trata. También es una reflexion sobre el teatro y sobre sus complejas relaciones especulares con la realidad. De hecho, no acabamos de saber si la impostura cultural de ese oficial nazi o la corresponsabilidad del lider de la comunidad judia y de la informante internacional correspondían a la ingenuidad propia de la banalidad del mal o fueron simulacros deliberados en un mundo en el que la realidad superaba cualquier pesadilla imaginable. Lo cierto es que lo que Mayorga nos presenta (sobre el mismo espacio que visitó hace unos años Claude Lanzmann en ese documento cinematográfico imprescindible que es El último de los injustos) es una reflexión sobrecogedora sobre el mal más radical convertido en simulacro doble: el que ahora se representa para nosotros y el que representaron entonces  aquellos tristes actores que solo aspiraban a sobrevivir a cada función. Habiendo leído el texto, me resulta extraño que sea una mujer con maneras tan contemporáneas la que haga de informante de la Cruz Roja. Pero luego entiendo que la apuesta por reducir al máximo los intérpretes dando un protagonismo poético perfecto a esas marionetas tan bien animadas hace lógico que sea Patricia Mendoza la que asuma (y lo hace muy bien) ese papel. Por lo demás, los tres están magníficos, aunque hay que destacar especialmente el esfuerzo de Raimon Molins en un papel intensísimo (es casi un monólogo) y en la dirección de una obra que consigue sacar el mejor partido a un texto en el que Mayorga demuestra que una misma historia se puede repetir a la vez como tragedia y como farsa.

viernes, 1 de diciembre de 2017

El cartógrafo

texto y dirección: Juan Mayorga
producción: Avance Producciones Teatrales, Entrecajas Producciones Teatrales y García-Pérez Producciones.
con Blanca Portillo y José Luis García Pérez.

1 de diciembre de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. 120’ aprox.

La mujer de un funcionario español en la embajada en Varsonia se obsesiona con el Gueto. Con las viejas fotografías de unas gentes que sonríen desde lugares que no es capaz de encontrar. Y con la historia de una niña y un anciano que dieron forma de mapa a la memoria de aquel territorio. 

El teatro es el arte de destilar el tiempo y el espacio. De construir y reconstruir relaciones con sus habitantes. Por eso no es extraño que los escenarios parezcan siempre cartografías. Juan Mayorga sabe mucho de eso. De lo difícil que es mostrar varios tiempos en un solo espacio o utilizar el tiempo para acercar los espacios. Por eso es un cartógrafo excepcional. Lo es cuando explora nuevos territorios con sus textos y lo es también cuando, como en La lengua en pedazos, en Reikiavik o en esta obra, dispone él mismo sus mapas sobre el escenario. Los de El Cartógrafo tienen la escala perfecta. La de solo dos actores para cuatro personajes en dos tiempos (o dos actores para doce personajes en seis tiempos). En ningún lugar como en este resultará tan pertinente ese rojo radical de la cartografía escenográfica que Blanca Portillo y José Luis García-Pérez van trazando de manera extraordinaria. Los dos saltan de unos personajes a otros sin imposturas. Haciéndonos bien reconocibles esas topologías humanas en tiempos diversos con un trabajo actoral máximo a partir de recursos mínimos: la mujer inconsolable que no puede dejar de mirar al pasado, la niña que juega y aprende mientras hace mapas para el futuro, el funcionario de la embajada que se niega a salir de su presente, el anciano que desde el Gueto lucha contra el olvido del suyo. El cartógrafo es otra obra mayor de Mayorga (¿cuántas van ya?). Una obra para grandísimos actores (por eso la interpretan Blanca Portillo y José Luis García Pérez) que nos habla de los mapas y de la memoria. De esos mapas con los que se construye una historia que, como dice el anciano cartógrafo, se define siempre negando otra. Y de esa memoria del sufrimiento cuyo territorio es siempre a la misma escala. La escala del cuerpo humano que habita un espacio y un tiempo.