Dramaturgia y dirección: María Goiricelaya.
una
producción del La Dramática Errante.
con Aitor Borobia
, Nagore González,
Ane Pikaza
y Egoitz Sánchez.
15 de noviembre de 2024. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 90’ aprox.
En el abono de este año tenemos fila 6 en el Palacio Valdés y fila 4 en el Niemeyer. Así que no podemos estar mejor situados en esta primera función de la temporada aquí. La obra es otra joya de ese género emergente del teatro documental en el que autores como Jordi Casanovas han creado textos tan magníficos como Ruz-Bárcenas, Port Arthur, o Jauría. Altsasu es un retrato detallado de aquellos hechos, de su contexto y consecuencias, desde los puntos de vista de quienes participaron en ellos (o quizá no). Lo cierto es que un guardia civil resultó con un tobillo roto y dos jóvenes con sus vidas fracturadas por el peso de la ley (y por la voluntad de quienes la administran). La puesta en escena es sencilla y, con apenas unos tuburetes, Aitor Borobia, Nagore González, Ane Pikaza y Egoitz Sánchez consiguen apropiarse, en un trabajo conjuntadísimo, de la gestualidad, la postura y la compostura de decenas de personajes. Así, en un escenario casi vacío, parece que hubiéramos asistido a lo que pasó en un bar, en una calle o en una plaza de Altsasu, en un tribunal de orden público, en una cárcel de Madrid y también a lo que les pasa a esos familiares que tienen que viajar cientos de kilómetros para ver a sus seres queridos. Aunque el tema fuera otro y la historia fuera de ficción, Altsasu ya sería teatro trepidante y fascinante. Pero, como documento sobre algunas heridas de esta España nuestra, es una propuesta necesaria para poner en su sitio a unas fuerzas del orden (consideradas por defecto beneméritas) que se sienten protegidas (también por defecto) por un tercer poder que a veces es más parte que juez. Lo explica magníficamente Joaquín Urías en su libro La justicia en el banquillo. Por ejemplo, en el tercer capítulo.