sábado, 19 de noviembre de 2022

Las guerras de nuestros antepasados

de Miguel Delibes. Adaptación de Eduardo Galán. Dirección: Claudio Tolcachir.
una producción de Pentación espectáculos y Secuencia 3

con Carmelo Gómez y Miguel Hermoso.

29 de noviembre de 2022. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox. Estreno absoluto.

El doctor sabe que Pacífico es alguien especial con muchas cosas que contar. Por eso escucha y graba todo lo que dice. Él solo tira de la hebra para que Pacífico vaya recordando las guerras del Bisa, del Abu y de Padre.  Para que le hable de los del Humán y los del Otero, del tío Paco y la Candi. De la vida de un hombre bueno y sencillo capaz de recordarnos cómo se aprende a mirar. 

La novela de Delibes es una joya. Un alegato contra las guerras desde los recuerdos de quien también habría de tener la suya. Las palabras de Pacífico merecen ser grabadas. Por lo que dice y por cómo lo dice. Y en cierto modo eso es lo que hace Delibes. Levantar testimonio de una oralidad purísima, hija de un espacio y heredera de muchos tiempos. Leyendo esta novela (y en general su obra) uno siente que recibe un legado. Y eso es lo que han hecho también esta noche Miguel Hermoso, Claudio Tolcachir y Carmelo Gómez. La voz de Carmelo es aquí perfecta y al escucharle hemos sentido que estábamos en familia. En Baltanás, en la tierra de todos los Pacíficos. Y es que, interpretando como nadie lo que escribió, Delibes, Carmelo Gómez se ha convertido en hermeneuta de un territorio, notario de su lenguaje y albacea de su poesía. Seguramente por eso ha recibido los aplausos más sentidos, agradecidos y merecidos que se han oído en el Palacio Valdés en mucho tiempo. En la pasada primavera quedé maravillado viéndolo en el Teatro Cervantes de Béjar en el más lorquiano, erudito y juguetón de los tributos que se han hecho en muchos años a Federico. Se titulaba A vueltas con Lorca y, tras lo presenciado esta noche, puedo decir que Carmelo Gómez es un actor en estado de gracia, un medium para la ternura y la poesía. Miguel Hermoso ha sabido acompañarlo magníficamente en este maravilloso trance y Claudio Tolcachir ha tenido el acierto de permitir y facilitar que lo fueran todo ese texto extraordinario, impecablemente adaptado por Eduardo Galán, y ese personaje pacífico y sincero que nadie podría haber encarnado mejor que el gran Carmelo Gómez.

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