viernes, 13 de diciembre de 2024

Los de ahí

Autoría y dirección: Claudio Tolcachir.
Una producción de Centro Dramático Nacional, Producciones Teatrales Contemporáneas y Teatro Picadero.
con Nourdin Batán, Fer Fraga, Malena Gutiérrez, Nuria Herrero y Gerardo Otero.


13 de diciembre de 2024. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100' aprox. Estreno absoluto

Tras una montaña desolada, Nuno, Dani y Munir esperan a que la máquina les de los avisos. Acercándole el móvil sabrán la dirección a la que deben llevar cuanto antes el nuevo paquete. Solo falta Eduardo que ahora no está y ha dejado su bicicleta. También llega Susan, una mujer madura que ha dejado a su marido y ahora comparte amor con el bueno de Dani. Y Mirja, la única del país cuya lengua no entienden y con la que Nuno tiene un bebé que, no se sabe por qué, ella ha dejado en su casa. Son seis seres desvalidos que mitigan su soledad en esa pequeña comunidad que han formado entre la desolación y la esperanza.

Por una vez nos acercamos a esos de ahí y entendemos su lengua. La que une a Nuno, Munir, Dani y Eduardo en ese no lugar extranjero en el que comparten extrañamiento. Son los nadies que ahora recorren nuestras ciudades con sus mochilas y bicicletas. Godot podría ser aquí esa máquina muda que, como tótem posmoderno, suministra de forma imprevista direcciones y paquetes. O Eduardo, ese personaje que, en fuera de campo, es el destinatario de los afectos de Munir. Pero, además de los ecos beckettianos, en el teatro de Tolcachir hay tantas resonancias propias que no hace falta adscribirlo a ningún clásico. En Los de ahí las palabras a veces se vacían y acaban expresando mejor lo que no dicen que lo reiterado. Incluso las de Mirja, que sin entenderlas, tienen una fuerza especial para esos nadies y también para nosotros (como las del monólogo en ruso de la obra de Berta Prieto que tanto nos impresionó hace unos días en la Sala Beckett). En Los de ahí el espacio vacío es un lugar desolado, una espalda del mundo tras esa montaña que oculta y protege. Un sitio en el que la penuria, además de miedos, hace crecer los afectos entre los personajes y quizá la compasión en nosotros. La obra tiene una aspereza y una parsimonia exigente, pero el texto es radicalmente tolcachiriano. Lo es en el lenguaje como protagonista desnortado, en el escenario como cobijo de la intemperie y en los afectos como urdimbre tácita que ojalá ponga a salvo a los personajes. Son algunos de los elementos conmovedores que, de un  modo u otro, estaban presentes en obras como La omisión de la familia ColemanEmilia, Tercer cuerpo, Dínamo o Próximo. Así que Claudio Tolcachir, además del demiurgo de Timbre 4, es un autor extraordinario. Por lo demás, desde que lo tenemos en España también disfrutamos de su maestría dirigiendo textos ajenos como Tierra de fuego, Copenhague, La máquina de Turing o Las guerras de nuestros antepasados. Así que ha sido un gustazo que haya vuelto al Palacio Valdés para estrenar esta magnífica obra. Si no llevo mal la cuenta, este es su quinto estreno en nuestro teatro. Y ya estamos pendientes del próximo.

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