autoría y dirección: Berta Prieto.
una producción de la Sala Beckett.
con Belén Barenys, Roser Dresaire, Judit Martín, Irene Moray y Laura Roig.
6 de diciembre de 2024. Sala Beckett, Barcelona. 100' aprox. (catalán)
Venimos por primera vez a la magnífica Sala Beckett, de la que tantas referencias tenía, y en la que, en cierto modo, ya había estado viendo El zoo, la interesante película que hizo aquí Gemma Blasco. Estamos en la sala de abajo, con dos gradas enfrentadas y en el medio cinco actrices que derrochan cualidades en esta obra meta y autorreflexiva. Del fandom al troleig está escrita en clave de género (femenino plural) y también generacional (jóvenes culturetas que se alimentan en sitios como Filmin, el CCCB o la propia Sala Beckett). El texto de Berta Prieto es magnífico, divertidísimo y tan sutil que hasta ironiza sobre la sobredosis de extraescolares aspiracionales de las tardes infantiles. Su aguda perspectiva rebelde tiene más que ver con la lucidez crítica de Remedios Zafra (desde El entusiasmo hasta El informe) que con la nostalgia rojiparda de Ana Iris Simón (desde la Feria pretérita hasta los críos de ahora). De modo que Del fandom al troleig, además de tronchante, es una propuesta escénica de gran calado y (buenísima) mala intención en el uso de las imágenes, en las formas de hablar de los personajes, en las caracterizaciones y hasta en los desnudos. Es una gozada teatral que se disfruta aún más en una sala llena de un público bastante más joven que nosotros (algo que da mucha envidia viniendo de Asturias). El magnífico trabajo de Belén Barenys, Roser Dresaire, Judit Martín, Irene Moray, Laura Roig y, por supuesto, de Berta Prieto, me ha recordado al de Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez (las de Teatro en Vilo) en obras tan estupendas como Generación Why, Man Up y Hoy puede ser mi gran noche. Así que no ha podido ser mejor esta primera visita a la Beckett en nuestra ya clásica escapada de diciembre a Barcelona. Por lo demás, al menos en comprensión oral, está claro que en catalán estamos por encima del B2 y con tendencias aspiracionales hacia el C1. En cuanto al ruso, creo que estábamos a la altura de los catalanes con los que compartíamos grada. Todos nos hemos reído mucho con el discurso en esa lengua sin haber entendido nada de nada.