Producción: Bitò y Minoria Absoluta.
con Mercè Sampietro, Àngels Gonyalons, Jordi Banacolocha, Rosa Vila y Pep Planas.
7 de diciembre de 2019. Teatre Goya, Barcelona. 105’ aprox. (catalán)
Dos hermanas vuelven a la casa del padre. Una desde Burkina Faso donde trabaja de cooperante. La otra desde muy cerca pero hace dos meses que no lo ve. Las dos descubren sorprendidas que él ha puesto un seiscientos en medio el salón. Esa es su forma de sentir que de algún modo su mujer le acompaña. Ella adoraba ese seiscientos pero hace tres años que ya no está.
Con un tono ligero casi de comedia se inicia una obra de ambiente familiar y apariencia obvia: un padre, dos hijas y algunos reproches. Sin embargo, hay bastante más. Hay una reflexión sosegada sobre la pérdida y el duelo. Hay un retrato de los afectos implícitos en los reproches mal expresados. Y hay también una mirada oblicua sobre la familia y la edad tardía. La dona del 600 es una historia amable y emotiva con diálogos ágiles (en catalán) aptos para todos los públicos. Para esos públicos maduros que han llenado el teatro en este sábado de función doble y también para los de otras edades. Anoche salíamos encantados entre gente más joven tras ver La mujer más fea del mundo en La Gleva. Hoy salimos igual del Goya aunque el público de La dona del 600 sea algo mayor. Son dos obras muy distintas. En una una mujer ausente está muy presente y en la otra una mujer presente está como ausente. Las dos componen un díptico teatral muy diverso pero muy interesante en este fin de semana barcelonés.