sábado, 21 de diciembre de 2013

Solicitud de amistad pendiente

escrito por Álex Mendíbil. Dirigido por José Luis Sixto y Álex Mendíbil.
Méndez & Ricondo Producciones
con Patricia G. Méndez y Jaime Adalid.
 
21 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 75’ aprox. Ciclo "Off-Niemeyer".


A Jaime le da un soponcio cuando Magda va a verlo a la grabación de una serie de zombis. Ella está casada con un notario y él es un actor fracasado. Las siguientes escenas muestran su relación sentimental durante los últimos meses.

Una comedieta boba. Nada que ver con las magníficas obras con que el Club del Centro Niemeyer se ha estrenado este otoño como estupenda sala para montajes de pequeño formato. Solo la cercanía de los intérpretes salva esta historia de treintañeros que se pretende moderna porque intercala mensajes del iPhone (aunque con el IOS sin actualizar) y reproches facebookianos. No solo es que no tengan gracia las cuitas de esta pareja en la que la pija gana al ingenuo, es la propia estructura de la obra la que no se sostiene. Pretende ser un enorme flash-back, pero de las evocaciones paralelas sobre el comienzo de la relación se pasa a un recorrido tópico por los momentos posteriores en el que se nos olvida que estábamos rememorando. Así que la escena final resulta tan prescindible como la primera. Y como toda la obra. Esperemos que volvamos a tener Off-Niemeyer. Pero verdaderamente off, no como lo de esta tarde que parecía apto para el público de Arturo Fernández.

viernes, 20 de diciembre de 2013

El arte de la entrevista

de Juan Mayorga. Dirección: Juan José Afonso. 
Iraya producciones.
con Alicia Hermida, Luisa Martín, Elena Rivera y Ramón Esquinas.

20 de diciembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto

Esta tarde Cecilia tiene que hacer una entrevista para la clase de filosofía. Su abuela Rosa es la entrevistada. Con su memoria dañada evoca ante la cámara momentos de su vida que permanecían silenciados. Los de una historia de amor adúltero de la que Paula, la hija de Rosa y madre de Cecilia, parecía no saber nada. Ninguna saldrá indemne con la recuperación de aquel tiempo omitido.

La entrevista es un arte. Con su estética y con su ética. Eso es lo que iba a aprender Cecilia esta tarde. Pero cuando a los dos lados de la cámara hay seres próximos ese artefacto puede resultar peligroso y desvelar lo oculto. La semana pasada en El diccionario otra anciana recuperaba instantes de su vida al perder la memoria. La de Rosa se está haciendo líquida y por eso supura ante la cámara verdades familiares que parecían solidamente encerradas. De esto va El arte de la entrevista. De los demonios del pasado y de su recuperación catártica cuando una generación que no tiene nada que ver con ellos quiere saber la verdad. Habla de una familia, pero podría ser metáfora de las sociedades en las que la memoria histórica consiste en la lucha contra la amnesia que libran las terceras generaciones. Pero la metáfora es quizá demasiado elusiva para lo que se nos muestra en el escenario. Las actrices están perfectas (el personaje masculino parece menos necesario), la historia está bien trabada, la escenografía es sencilla pero atractiva y evocadora (un cielo que se va oscureciendo, un patio delante de un muro), pero al conjunto le falta esa intensidad que suelen tener las historias de Juan Mayorga. Quizá el recuerdo de la profundidad de los diálogos de Si supiera cantar, me salvaría. El crítico (que también estrenó aquí hace un año) me haya hecho esperar otra vuelta de tuerca a los temas metadiscursivos que Juan Mayorga sabe llevar como nadie a los escenarios. Por eso siento que a El arte de la entrevista le está faltando algo para cautivarme por completo. Va a ser eso. Que Juan Mayorga nos tiene muy mal acostumbrados.


viernes, 13 de diciembre de 2013

El diccionario

de Manuel Calzada Pérez. Dirección: José Carlos Plaza. 
Una producción de Anadramapete y Teatro de la Abadía.
con Vicky Peña, Helio Pedregal, Lander Iglesias y la voz de José Pedro Carrión.
 

13 de diciembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox.

María Moliner y su diccionario. El lenguaje y el tiempo. La memoria y el olvido. Una historia fragmentaria sobre una mujer que concilió sus labores y sus afanes en un tiempo en el que la libertad solo podía ser interior. Sus noches en casa con fichas que conectaban palabras. Sus pérdidas de palabras ante un médico que no podía salvarla. Sus encuentros y desencuentros con un marido de ciencias con el que compartió el sufrimiento de aquella infame represión hacia las dos culturas. Escenas evocadas y relacionadas. Como fragmentos de una memoria que se recupera mientras se pierde. Como meandros semánticos de un diccionario que nunca se acaba.

El blanco y negro del María Moliner siempre estuvo en casa. Al lado del rojo y dorado del de la Real. Ese nombre era más el de un diccionario que el de una mujer. Hasta que hace unos años escuché el programa que le dedicó Fin de siglo de Radio Nacional de España y descubrí a esta heroína anónima de las letras revivida esta noche por Vicky Peña en este magnífico montaje de José Carlos Plaza. Ella ha estado soberbia. A porta gayola ha salido al escenario poniendo cuerpo, gesto y voz (y qué voz) desde el impresionante arranque en que María Moliner nos hablaba firme y trémula a la vez. Las escenas son evocaciones borrosas de tiempos y espacios que la memoria y el olvido unen y confunden: el espacio doméstico de sus fichas, el de la consulta del doctor, el de un estrado imposible de dignidad y reconocimiento. Porque reconocimiento es lo que mereció aquella mujer que supo definir como nadie el significado de las palabras dictadura y libertad, que no llegó a estar en la Academia (en su lugar entró Emilio Alarcos), que vivió la ilusión republicana del primer plan nacional de bibliotecas y que sufrió el estruendo sordo del fin de aquella España y el silencio atronador de la que vino después. Y a la altura del personaje ha estado la actriz, a la altura de su historia el autor, y a la altura del reconocimiento que merece el director de un montaje escénico tan perfecto como necesario. Los tres han hecho que esta noche la lengua madre haya vuelto al Palacio Valdés. El diccionario son palabras mayores en la historia de nuestro teatro. Y palabras mayores sobre la historia de nuestro país.

 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El banquero anarquista

de Javier Maqua. Sobre relato original de Fernando Pessoa. Dirección: Marisa Pástor.
Teatro Margen.
con José Antonio Lobato.

4 de diciembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 55’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias". Estreno absoluto


Un banquero nos da una conferencia en el primer congreso de jóvenes emprendedores. En su prédica reivindica la coherencia entre su condición de anarquista y la de especulador.

No he leído el texto de Pessoa que (supuestamente) Javier Maqua adapta. Pero no considero culpable al portugués del desaguisado de esta tarde. Y no me refiero a los flagrantes fallos en la coordinación de las imágenes que acompañaban al monólogo, sino al absoluto desinterés que genera todo lo que dice el personaje. Si Javier Maqua hubiera visto una verdadera conferencia teatralizada (por ejemplo, la magnífica lección de Juan Diego con La lengua madre de Juan José Millás) no se habría atrevido a firmar lo de esta tarde. Lo siento por Pessoa y dejo al margen de todo esto a José Antonio Lobato y a la compañía más veterana del teatro asturiano. Pero me enfada haberme perdido La casa de Emak Bakia en el cine del Niemeyer, por venir esta tarde al teatro.
 

sábado, 30 de noviembre de 2013

El manual de la buena esposa

dirección de Quino Falero. Con textos de Miguel del Arco, Yolanda García Serrano, Verónica Fernández, Anna, R. Costa, Juan Carlos Rubio y Alfredo Sanzol. 
Iraya producciones.
con Berta Ojea, Mariola Fuentes y Concha Delgado.

30 de noviembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.


Tres actrices parodian los usos y costumbres de la feminidad franquista. Doce escenas para evocar las edades de la mujer en los tiempos de Elena Francis y la sección femenina.

La historia se repite; primero como tragedia, y después como farsa. Viendo las risas que despertaba en buena parte del público esta (supuesta) ridiculización de nuestro pasado me he acordado de aquella frase de Marx. Esta tarde hemos asistido a la farsa. En el escenario y en el patio de butacas. Farsa escénica, de esa que acude a los lugares comunes, a lo previsible, a los resortes. Y farsa moral, de esa que, pareciendo reírse del pasado, no hace otra cosa que evocarlo, perdonarlo y casi reivindicarlo. Había mucho de eso en esas risas automáticas. De reivindicación de la propia biografía, de la caspa que la llenó en un tiempo que, si ha de mover a risa, debería ser con mucha más inteligencia y no con esta sal gruesa que sepulta todo juicio sobre la relación entre el pasado y el presente. Porque parte de ese pasado, amablemente recordado en esta obra, está aquí de nuevo. Ha vuelto gracias a la ingenuidad de quienes ahora creen reírse de él. Volvió ayer cuando se aprobó una ley que nos devuelve a la arcadia educativa que algunos siguen ubicando más allá de 1970, en los tiempos de la sección femenina. Esa arcadia que legitima la segregación por sexos en las escuelas, que devuelve a la religión la mayor relevancia en las aulas. Un pasado que regresa también para las mujeres haciendo que los sectarios decidan sobre la maternidad y los fundamentalistas criminalicen a los médicos. Un pasado que sigue estando aquí con la memoria histórica convertida en amnesia obligatoria. Para no abrir fosas. Para dejar a la verdad sepultada en las cunetas de la historia. Claro que debemos reírnos del franquismo. Pero en serio. No con esta ingenuidad que casi lleva a reivindicarlo y a obviar lo que de él sigue habiendo en nuestro presente. En el teatro y en el cine (por ejemplo, con David Trueba hace sólo unas semanas) me he reído muchas veces de los pasajes más oscuros de la historia. Pero bien. Con inteligencia y buen hacer escénico. No con el lamentable espectáculo de esta mofa ñoña, casi cariñosa, de aquel pasado trágico que como farsa ha vuelto esta tarde al Palacio Valdés.

sábado, 23 de noviembre de 2013

El pimiento Verdi

dirección y dramaturgia de Albert Boadella.
Teatros del Canal.
con María Rey-Joly, Elvira Sánchez, José Manuel Zapata, Antoni Comas, Luis Álvarez, Borja Mariño y Jesús Agelet.

23 de noviembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 105’ aprox.


Estamos en El pimiento Verdi, un local para cenar y disfrutar de la música de Verdi. Entre nosotros hay dos infiltrados. Una pareja wagneriana que hace burlas de la música del maestro italiano. Las chanzas se convierten en duelo entre un Richard y un Guiseppe redivivos. En El pimiento Verdi no podrá ganar nunca Wagner, pero finalmente se acepta el armisticio y se monta una opera mestiza. E hilarante.

Un espectáculo que es cena (con cava y canapés), teatro y ópera a la vez, en este Palacio Valdés transmutado en El pimiento Verdi que ha debido hacer las delicias de Boadella. Como hace más de cincuenta años, el patio de butacas se ha convertido esta noche en otra cosa: en un lugar donde cenar, escuchar música y no parar de reír. Hoy no había cuarta pared. Ni tercera. Ni segunda. Nosotros, los camareros, los infiltrados  y el resto del elenco componíamos una escena de disfrute total. Escuchando (en serio y en parodia) momentos emblemáticos de las músicas de estos clásicos (ahora bicentenarios) y asistiendo (más que en primera fila) al cachondeo característico de quien lideró Els Joglars. Es difícil destacar momentos singulares en una experiencia teatral/operística tan llena de ellos: ese alemán que los divos escupen, esa tronchante retransmisión futbolera de Las Valkirias, esa orquesta contemporánea que dirige el camarero Blas, esas posturas del público en las interminables obras de Wagner, esos subtítulos gestuales en los pasajes musicales más emblemáticos, ese montaje operístico final… Lo que sí cabe destacar es el excelente trabajo (no solo musical) de esos magníficos tenores, sopranos y barítono convertidos esta noche en actores de un teatro total. No hay límite en el duelo: además de los reproches musicales, a Wagner se le recuerdan sus escritos antisemitas (leídos en Internet) y a Verdi se le culpa del festival de San Remo. Pero está claro que Boadella, los clientes del pimiento y los gestores del local somos más latinos que germanos. Es algo que se nota en el gusto por hacer bien las cosas sin dejar de ironizar.
 

domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Quién teme a Virginia Woolf?

de Edward Albee. Traducida y dirigida por Daniel Veronese.
Teatre Romea.
con Carmen Machi, Pere Arquillué, Mireia Aixalà y Ernest Villegas.
 

17 de noviembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 115’ aprox.

Martha y George se odian. Él es un mediocre profesor en la universidad de la que es rector el padre de ella. Tras más de veinte años de matrimonio tienen una complicidad absoluta bebiendo y humillándose. Un sábado tras una fiesta invitan a su casa a Nick y a Honey, un joven matrimonio que presencia y sufre su lucha salvaje. Hasta la muerte del hijo que nunca llegaron a tener.

El matrimonio como pugilato. Un cuerpo a cuerpo entre quienes saben cómo hacerse daño. Expertos en el fracaso mostrando el camino a los neófitos. De esto va la obra de Albee que Veronese monta con sobriedad. Aunque el relieve de los personajes maduros es mayor, los cuatro actores defienden con solvencia sus papeles en este intenso cuadrilátero. Sin embargo, hay algo en la traducción o en la gestualidad que por momentos convierte la acidez de los diálogos en guiños hacia la comedia. Y lógicamente el público de risa fácil reacciona dañando las sensaciones que debería provocar el texto de Albee. Quizá sea un efectismo buscado para desdramatizar la historia, pero no siempre son mejores la hilaridad y el gag que el sarcasmo y la ironía.
 

sábado, 9 de noviembre de 2013

La rendición

adaptación por Isabelle Stoffell de las memorias eróticas de Toni Bentley. Dirigida por Sigfrid Monleón
coproducción del Centro Dramático Nacional y Traspasada
con Isabelle Stoffel.

 

9 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 70’ aprox. Ciclo "Off-Niemeyer".

Una mujer rememora su vida sexual. Lo hace en una especie de disertación en la que reconstruye en clave trascendente el significado de sus vivencias. Su monólogo reivindica la ascesis sexual a través de la rendición al sexo anal.

Directa, profunda y delicada es esta obra que adapta magníficamente un texto de erotismo reflexivo publicado en La sonrisa vertical. Es un monólogo difícil y meritorio (y más para una actriz suiza) pero especialmente propicio para la intimidad que permite este club teatral que es el Off-Niemeyer. Sin duda, es una obra demasiado explícita (aunque solo oralmente) para el público del teatro convencional y demasiado  reflexiva (e irónica) para el público de los otros clubs más próximos al tema (me encantaría ver las reacciones de ambos ante una propuesta así). Es un monólogo que expone sin pudor vivencias sexuales, que interpreta sin remilgos su significado, que entiende la vida (también la sexual) como proceso de indagación, que no rehúye lo políticamente incorrecto (una mujer reivindicando la entrega al sexo anal) pero que no cae en lo zafio (su alegato está bien lejos del machismo). A Isabelle Stoffel la vimos en junio, en la pantalla del cine del Niemeyer, cuando Jonás Trueba presentó aquí Los ilusos. Ella aparecía en esa estupenda película formando parte de ese entorno de actores jóvenes que dudaban de su futuro profesional. El éxito que merece este monólogo debería despejar aquellas dudas.

jueves, 31 de octubre de 2013

Shirley Valentina

de Willy Russell. Versión de Nacho Artime y Saúl Fernández. Dirigida por Nacho Artime.
Cronistar producciones.
con Patricia Pérez.

31 de octubre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 120’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias". Estreno absoluto


Shirley Valentina está casada con Albino, el de la ratona. En su cocina habla a solas de su vida. A solas no, también con la pared. Así sabemos que una amiga la ha invitado a pasar unas vacaciones en Grecia. Y que piensa ir. En la segunda parte ya está en una playa griega, muy lejos de la cuenca. Y de Albino, con quien no piensa volver.

El asturiano ye mundial. Eso ha debido pensar Nacho Artime para trasladar al contexto astur su exitoso montaje de la magnífica obra de Willy Russell. No pude ver a Verónica Forqué defendiendo este monólogo, pero tengo las mejores referencias de aquel trabajo. Como las que puedo dar de Patricia Pérez, que hace una interpretación sobresaliente de un personaje que, además de un texto largo, intenso y sin respiros, tiene la dificultad de su carácter radicalmente local. La apuesta lingüística ha sido interesante y agradable. Da gusto oír hablar en asturiano, sobre todo en esa variante de las cuencas. Sin embargo, esta adaptación tan cercana y divertida tiene un problema importante del que Nacho Artime y Sául Fernández son conscientes. Cuando Shirley Valentina es solo un personaje de comedia tierna le va muy bien el registro asturiano. Pero cuando se convierte en sujeto  reflexivo que mira su vida con distancia ese tono no sirve. Con ese lenguaje local no parece posible mostrar (en serio) un drama universal. Por eso le hacen hablar a ratos en perfecto castellano. Lo que no deja de ser también una reflexión sobre las limitaciones de las lenguas. Y el reconocimiento de que quizá el asturiano no ye tan mundial. 

 

viernes, 18 de octubre de 2013

Misántropo

versión y dirección de Miguel del Arco a partir del original de Molière. 
Kamikaze producciones.
con Israel Elejalde, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Bárbara Lennie, José Luis Martínez, Miriam Montilla, Manuela Paso.

18 de octubre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 105’ aprox. Estreno absoluto

Alcestes sufre con la hipocresía y la banalidad de quienes le rodean. Su sinceridad es disfuncional en un mundo en que la palmada y la puñalada en la espalda son intercambiables. Un callejón al lado de una fiesta es el escenario en el que su misantropía chocará con la manera en que los demás entienden la convivencia. Y el amor. 

Tercer estreno seguido en el inicio de esta temporada teatral de Avilés. El más aplaudido por el público. La escenografía lo merece. También la dirección de unos actores que nos hacen sentir en los aledaños de una fiesta de esas gentes a las que hasta hace poco llamábamos yuppies. Un buen lugar para trasladar la mirada de Molière. Pero también arriesgado. Este Misántropo es la historia de un Sócrates desesperado que, en medio tantos sofistas, acaba perdiendo su amor platónico. Una tragedia cómica. O una comedia trágica. Cuando se sitúa entre ambas funciona muy bien. Pero no cuando escora hacia esa comicidad que tanto agrada al público más ingenuo. Ni cuando la deuda con Molière obliga al autor a subrayar el sufrimiento del personaje central. Su egocentrismo dramático se hace cansino. Lo que le pasa a este Alcestes en este callejón sin salida me recuerda a lo que sienten “los del palo” en medio de las fiestas. Javier Cercas ha hablado así de su propia adolescencia en su pueblo extremeño. Mientras los demás bailaban y disfrutaban, ellos los observaban apoyados en el palo. Con demasiado tiempo para pensar. Y para sufrir. La función por hacer, Veraneantes o La violación de Lucrecia (lamento no haber visto De ratones y hombres) demuestran que Miguel de Arco es un autor y un director excepcional. Pero Deseo o la aclamada Juicio a una zorra no me han sorprendido tanto. Tampoco este Misántropo que tiene excelentes momentos, pero también otros mejorables. Justamente aquellos en los que Miguel del Arco es menos fiel a si mismo y más a Molière. O a ese público que aplaude fuerte cuando se le hace reír sintiendo que la hipocresía está en los demás. ¿Seré algo misántropo?
 

sábado, 12 de octubre de 2013

La realidad

escrita y dirigida por Denise Despeyroux.
con Fernanda Orazi.

12 de octubre de 2013. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 70’ aprox. Ciclo "Off-Niemeyer".


Andrómeda habla con Luz a través del ordenador. Son dos hermanas gemelas que se preparan para que Andrómeda suplante a Luz tras su muerte, al parecer cercana. El diálogo desvelará en qué consiste la realidad. Al menos para ellas.

Impresionante inauguración de este Off-Niemeyer que tan acertadamente se programa como teatro alternativo de pequeño formato en un lugar tan apropiado como el Club del Centro Niemeyer (una excelente idea de Antonio Ripoll de la que ya tuvimos un anticipo en aquel estupendo Off-Canapés que organizó en los primeros meses de 2012). Para los afortunados que vivimos en la Cúpula del Niemeyer el Cart Macabre del Old Vic Tunnels de Londres  en aquel verano de 2011 en que Kevin Spacey representó en Avilés su Ricardo III, esta noche ha sido un regreso a ese tipo de experiencias teatrales memorables en los espacios singulares del genial arquitecto brasileño. El viernes Fernanda Orazi estuvo muy bien en el Palacio Valdés con Las palabras. Ahora con La realidad nos regala una impresionante lección de buen hacer interpretativo. Las dos gemelas dialogan en tiempo real, pero es la misma actriz a la que vemos haciendo de Andrómeda aquí y de su hermana gemela en la India. Fernanda Orazi ha grabado previamente las partes del diálogo correspondientes a Luz ofreciendo un prodigio de sincronía que hipnotiza al ver cómo se hablan y se escuchan la actriz real y la virtual. Resulta deslumbrante la simplicidad de esta compleja apuesta por un teatro tan grande como mínimo. Pero lo mejor es que la sorpresa por la pericia técnica con que se ejecuta esta arriesgada idea da paso pronto a la inmersión en los diálogos. Y es que la proximidad de una intérprete que transmite todas las emociones y matices de una intimidad fraternal se acentúa con la belleza, frescura y profundidad de un texto en el que se nota la complicidad entre la actriz que da vida a esos personajes magnéticos y la autora que los ha creado. Las dos ya están entre mis teatreros preferidos del río de la Plata. Pero mi debilidad por el teatro de allá no me ciega: todo el público quedó impresionado por lo que acabábamos de disfrutar. A la salida me compré el librito con el texto de la obra. En su delicioso prólogo Denise Despeyroux explica muy bien lo que hemos sentido: “Y es que tal vez la magia en el teatro, como en la vida, no sea más que ese peculiar modo de tomar en serio la fantasía para lograr que aparezca, a su vera y a su luz, la realidad”.
 

viernes, 11 de octubre de 2013

Las palabras

escrita y dirigida por Pablo Messiez.
Producciones Teatrales Contemporáneas.
con Alicia Calot, Javivi Gil Valle, Fernanda Orazi, Marianela Pensado y Estefanía de los Santos.

11 de octubre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 70’ aprox. Estreno absoluto

Una peste desconocida llena los cuerpos de bultos y las almas de dolor. Solo sobreviven quienes piensan las palabras que van a decir y las hacen rimar. En ese mundo extraño un médico que no sabe curar y una mujer que quiere amar viven intensamente un encuentro y una separación.

Segundo estreno absoluto de la temporada en Avilés. Teatro reflexivo sobre las palabras, el amor y las rimas al que le sientan estupendamente los acentos andaluces y porteños. Es teatro de tesis que considera enfermo al lenguaje y terapéutico el ejercicio de rimar (y pensar) las palabras. Igual que el amor: dichoso cuando la rima fluye y es deliberada, agónico cuando solo es amarga letanía. La iluminación es poderosa y los actores han tenido los mejores momentos en los pasajes mayúsculos del texto: la reflexión sobre las simetrías entre la infancia y la vejez por su vecindad con el misterio, la ruptura que acaba con la rima y la enfermedad de los amantes… Lamentablemente este teatro, carnalmente explícito y conceptualmente elusivo, resulta muy propicio para el contagio de la tos entre el público otoñal.


viernes, 4 de octubre de 2013

Emilia

escrita y dirigida por Claudio Tolcachir.
Producciones Teatrales Contemporáneas.
con Gloria Muñoz, Malena Alterio, Daniel Grao y David Castillo.

4 de octubre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

Walter se acaba de mudar con su mujer y su hijo a una nueva casa. A ese espacio todavía indefinido llega Emilia, la niñera que lo crió. Los diálogos de ese encuentro se intercalan con los recuerdos de Emilia desde un espacio futuro. El de una cárcel. 

Hiperrealismo onírico, cartografía de sentimientos familiares, espectrografía de los afectos. De eso va el teatro de Claudio Tolcachir. La sencillez de una escenografía dual (la puerta es a la vez de un hogar y de una mazmorra) facilita que Emilia sea una obra de instantes y de sentimientos. La madre ida que agradece en lugar de querer, el padre amante que no consigue ser ni lo uno ni lo otro, el hijo saltarín que recuerda al protagonista de La omisión de la familia Coleman, el otro hombre cuya presencia como ausencia impide que esa familia lo sea de verdad… Personajes ambiguos que configuran las partículas elementales de un universo en el que Tolcachir sabe mostrar como nadie las fuerzas que unen y separan a ese sistema en equilibrio inestable que es una familia. Emilia es aquí el Demiurgo que interviene precipitando un desastre larvado. Pero también la instancia trascendente que explica la génesis de lo que sucede. Y finalmente el Prometeo redentor que asume las consecuencias de su amor. Texto, atmósfera, actores y dirección. Todos impecables. ¿Qué más se puede pedir de un estreno?

martes, 1 de octubre de 2013

En el teatro

Me gusta ir al teatro, esa ceremonia en la que actores y espectadores compartimos tiempo y espacio. Mis primeros (buenos) recuerdos teatrales son estivales. Los de aquellos años ochenta en que Avilés quería volver a ser la Atenas de Asturias. Luego vino la reconstrucción del Palacio Valdes, los ciclos durante todo el año, los abonos, los estrenos nacionales y hasta las grandes propuestas internacionales de la mano del Centro Niemeyer. Los buenos efectos de mi blog de cine para mi memoria cultural me han animado a abrir otro para el teatro. Son solo maneras de fijar los recuerdos de este espectador con poca memoria que soy. Igual que en el de cine, en este blog resumiré cada historia y comentaré mis impresiones. Y añadiré también el programa de mano. Así, quien lo desee podrá ver lo que yo veo en cada obra. Hay sitio en el teatro.