de Manuel Calzada Pérez. Dirección: José Carlos Plaza.
Una producción de Anadramapete y Teatro de la Abadía.
con Vicky Peña, Helio Pedregal, Lander Iglesias y la voz de José Pedro Carrión.13 de diciembre de 2013. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox.
María Moliner y su diccionario. El lenguaje y el tiempo. La memoria y el olvido. Una historia fragmentaria sobre una mujer que concilió sus labores y sus afanes en un tiempo en el que la libertad solo podía ser interior. Sus noches en casa con fichas que conectaban palabras. Sus pérdidas de palabras ante un médico que no podía salvarla. Sus encuentros y desencuentros con un marido de ciencias con el que compartió el sufrimiento de aquella infame represión hacia las dos culturas. Escenas evocadas y relacionadas. Como fragmentos de una memoria que se recupera mientras se pierde. Como meandros semánticos de un diccionario que nunca se acaba.
El blanco y negro del María Moliner siempre estuvo en casa. Al lado del rojo y dorado del de la Real. Ese nombre era más el de un diccionario que el de una mujer. Hasta que hace unos años escuché el programa que le dedicó Fin de siglo de Radio Nacional de España y descubrí a esta heroína anónima de las letras revivida esta noche por Vicky Peña en este magnífico montaje de José Carlos Plaza. Ella ha estado soberbia. A porta gayola ha salido al escenario poniendo cuerpo, gesto y voz (y qué voz) desde el impresionante arranque en que María Moliner nos hablaba firme y trémula a la vez. Las escenas son evocaciones borrosas de tiempos y espacios que la memoria y el olvido unen y confunden: el espacio doméstico de sus fichas, el de la consulta del doctor, el de un estrado imposible de dignidad y reconocimiento. Porque reconocimiento es lo que mereció aquella mujer que supo definir como nadie el significado de las palabras dictadura y libertad, que no llegó a estar en la Academia (en su lugar entró Emilio Alarcos), que vivió la ilusión republicana del primer plan nacional de bibliotecas y que sufrió el estruendo sordo del fin de aquella España y el silencio atronador de la que vino después. Y a la altura del personaje ha estado la actriz, a la altura de su historia el autor, y a la altura del reconocimiento que merece el director de un montaje escénico tan perfecto como necesario. Los tres han hecho que esta noche la lengua madre haya vuelto al Palacio Valdés. El diccionario son palabras mayores en la historia de nuestro teatro. Y palabras mayores sobre la historia de nuestro país.
El blanco y negro del María Moliner siempre estuvo en casa. Al lado del rojo y dorado del de la Real. Ese nombre era más el de un diccionario que el de una mujer. Hasta que hace unos años escuché el programa que le dedicó Fin de siglo de Radio Nacional de España y descubrí a esta heroína anónima de las letras revivida esta noche por Vicky Peña en este magnífico montaje de José Carlos Plaza. Ella ha estado soberbia. A porta gayola ha salido al escenario poniendo cuerpo, gesto y voz (y qué voz) desde el impresionante arranque en que María Moliner nos hablaba firme y trémula a la vez. Las escenas son evocaciones borrosas de tiempos y espacios que la memoria y el olvido unen y confunden: el espacio doméstico de sus fichas, el de la consulta del doctor, el de un estrado imposible de dignidad y reconocimiento. Porque reconocimiento es lo que mereció aquella mujer que supo definir como nadie el significado de las palabras dictadura y libertad, que no llegó a estar en la Academia (en su lugar entró Emilio Alarcos), que vivió la ilusión republicana del primer plan nacional de bibliotecas y que sufrió el estruendo sordo del fin de aquella España y el silencio atronador de la que vino después. Y a la altura del personaje ha estado la actriz, a la altura de su historia el autor, y a la altura del reconocimiento que merece el director de un montaje escénico tan perfecto como necesario. Los tres han hecho que esta noche la lengua madre haya vuelto al Palacio Valdés. El diccionario son palabras mayores en la historia de nuestro teatro. Y palabras mayores sobre la historia de nuestro país.