dramaturgia y dirección: Francisco Lumerman. Inspirada en Tio Vania de Anton Chejov.
una producción de Timbre4.con Manuela Amosa, Jose Escobar, Diego Faturos, Jorge Fernández Román, Rosario Varela, Candela Souto Brey.
21 de abril de 2020. Cine Teatro York, Buenos Aires (virtual). 80’ aprox.
Sonia lleva con su tío un modesto hotel en Carmen de Patagones, un pueblo remoto del sur de Argentina. Solo tienen alojado a Pablo, un médico que le gusta bastante a ella. Desde Buenos Aires llegan Alejandro, su padre, y Elena, la joven con la que él se casó tras la muerte de su madre. Esa visita romperá la modesta armonía de Sonia y los dos hombres y desvelará las amarguras y recelos de esa familia.
Ambiente chejoviano en este grupo humano varado en la Patagonia. El personaje de Sonia inspira toda la ternura del mundo. Su dulce debilidad hace que uno no pueda desearle otra cosa que lo mejor. Cualquiera sentiría eso ante un ser como ella. Excepto su padre, un hombre bronco y creído que casi provoca el sentimiento contrario. Ese personaje me ha recordado al del director de teatro que interpretaba magnificamente José María Marcos en Capitán, otra obra estupenda que nos han ofrecido desde Timbre4 en esta temporada obligadamente confinada. El amor es un bien es una historia bien argentina y bien chejoviana. Trepidante y sutil en los diálogos y en las interacciones, también tiene el sosiego propio de las historias en las que no pasa nada importante pero que nos desvelan la importancia de esa nada cotidiana en que transcurren tantas vidas. Porque de lo que esta obra trata es de las atmósferas, de las emociones que destilan esos diálogos tangenciales, esas ironías amigables y esa pena infinita que suscita el desamparo de quienes parecen nacidos para amar y para saberse ignorados. El amor es un bien. De eso no hay duda. Y los Timbre4 nos hacen mucho bien con obras como esta.