de Andrés Sopeña Monsalve. Dirección: Fernando Bernués y Mireia Gabilondo.
producción: Tanttaka Teatroa.
con Loli Astoreka, Gurutze Beitia, Teresa Calo, Elena Irureta e Itziar Lazkano.
con Loli Astoreka, Gurutze Beitia, Teresa Calo, Elena Irureta e Itziar Lazkano.
4 de agosto de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. 95’ aprox.
La sección femenina del florido pensil. Con cinco niñas vascas evocamos otra vez la escuela franquista. Sus letanías y su casposa intransigencia. Cosas que ahora parece que hacen reír.
Efectivamente. El público maduro se ríe mucho. Por las gracietas de las impecables actrices y también seguramente por lo que la memoria hace en algunos con los tiempos pretéritos. Ya han pasado casi veinte años de la versión masculina de una obra que se estrenó cuando habían pasado poco más de veinte del final del franquismo. Entonces me pareció catártica. Ahora me parece añeja y algo impertinente. En un país que sigue teniendo tantas huellas del franquismo en su escuela (la religión evaluable, la financiación de la escuela privada), en su calendario (festividades como la Inmaculada), en los nombres de sus calles y hasta en sus cunetas, no me parece saludable recuperarlo como fuente de recuerdos hilarantes. Aquello fue muy serio y no imagino a los alemanes riéndose tan ingenuamente de lo que les pasó. Por lo demás, además del fondo, la forma también es cuestionable. Las actrices están impecables y el ritmo es trepidante, pero no hay realmente un desarrollo en una obra que es más bien una sucesión de momentos efectivos pero intercambiables.