de Agustín Muñoz Sanz. Dirección: Eugenio Amaya.
una coproducción de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Teatrapo Producciones.
con Vicente Cuesta, José Vicente Moirón, Gabriel Moreno, Cándido Gómez, María Lama, Roberto Calle, Fermín Núñez, Cristina Rosa y Juan Carlos Guajardo.
con Vicente Cuesta, José Vicente Moirón, Gabriel Moreno, Cándido Gómez, María Lama, Roberto Calle, Fermín Núñez, Cristina Rosa y Juan Carlos Guajardo.
13 de agosto de 2017. Ruinas de Cáparra. 63º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Cáparra. 110’ aprox.
Los últimos días de aquel buen emperador que también era filósofo. Vemos sus padecimientos por la enfermedad y la ayuda que le presta su médico Galeno. También vemos su inquietud por el futuro del imperio y el consuelo de verse acompañado por su esclavo Crispino. Y asistimos a sus reflexiones sobre la brevedad de la vida y sobre lo que realmente importa.
Tercera noche de teatro bajo las estrellas a la vera de este arco. La última del magnífico estreno de esta nueva extensión del festival de Mérida. Vicente Cuesta está rotundo en este personaje reflexivo y sobre todo doliente (extraordinaria su interpretación del sufrimiento del anciano asmático). También está impecable José Vicente Moirón en el papel de Cómodo, ese hijo que apunta las peores maneras para asumir la herencia del emperador. El trabajo de este actor es aún más estimable dos días después de haber encarnado en este mismo escenario al impresionante Edipo por el que fue nominado en los premios Max. También es muy bueno ese coro convertido en cuerpo de danza que se encarga de separar las escenas con atractivas coreografías. Sin embargo, este Marco Aurelio no me acaba de convencer. Pretende ser teatro filosófico sobre un gran personaje histórico, pero matiza poco su estoicismo presentándolo, más bien, de manera maniquea. Que él era muy bueno y su hijo muy malo ya lo sabemos, pero falta profundidad y detalle en el análisis y originialidad en la propuesta. Los parlamentos pretendidamente filosóficos resultan algo obvios y a veces redundantes. Así que creo que Agustín Muñoz Sanz no ha conseguido que su texto tenga la suficiente fuerza e interés para hacer del personaje de aquel emperador alguien tan cautivador como su antepasado Adriano. Pero quizá sea yo el que esperaba demasiado. Teniendo en mente las memorias que Marguerite Yourcenar escribió sobre aquel otro emperador y el memorable Calígula de Albert Camus que acaba de estrenar Mario Gas en Mérida, seguramente creía que la magia de este lugar nos haría asistir a un nuevo espectáculo de esa altura. En todo caso, han sido tres noches extraordinarias las que hemos vivido desde el viernes en estas piedras de Cáparra que ya han quedado bautizadas para el teatro. Esperamos volver a disfrutar en ellas el próximo verano.