Autoría y dirección: Elisabeth Larena.
Una producción: Contraproducións.
con María Galiana, Alicia Armenteros Nieve de Medina y Ledicia Sola.
17 de octubre de 2025. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80' aprox. Estreno absoluto.
Pilar nos recibe al comienzo, pero está muerta. Además de su nieta Leo, a su velatorio llega también Inés, otra joven a la que la abuela deja en su testamento la mitad de la casa. En realidad se la dejaba a su hija, la madre de Leo y de Inés, dos hermanas que no sabían nada la una de la otra. Ella también aparece en el velatorio. Mejor dicho se aparece, porque también está muerta.
Estrenamos la temporada teatral con un primer estreno sobre los enigmas familiares de tres generaciones de mujeres. Las jóvenes están muy vivas, pero saben poco de su pasado. Las otras dos están muertas y tienen cosas que reprocharse. Sobre todo, esa abuela rezongona que perteneció a la sección femenina siendo lesbiana. La idea de poner a un finado en medio del escenario puede dar mucho juego en el teatro (pienso en La voluntad de creer, de Pablo Messiez, o en Amistad, de Juan Mayorga). Aquí sirve para que los espectros de la abuela y la madre apostillen los diálogos entre las nietas y desentrañen algunas cosas que ellas no saben. La obra se sitúa entre la comedia tierna que hace sonreír al público y las truculencias que separaron en el pasado a madres e hijas y ahora podrían unir a las hermanas. Una pizca de memoria histórica (cronológicamente excesiva: la abuela se ha muerto ahora, pero recuerda bien la Guerra Civil) y algún tópico más cercano (el guiño a la salida póstuma del armario de una mujer que había llevado chaqueta azul) completan una historia que, en gran medida, se apoya en la presencia, espectral pero muy viva, del personaje de María Galiana. Desde el patio de butacas su papel recuerda más al de aquella abuela televisiva que al que bordó en La reina de la belleza de Leenane, la magnífica obra de Martin McDonagh que Juan Echanove estrenó aquí el año pasado.