Dramaturgia y versiones: Álvaro Tato. Dirección: Yayo Cáceres.
una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá.
con Juan Cañas, Daniel Rovalher, Miguel Magdalena, Fran García e Íñigo Echevarría.
8 de febrero de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.
La Inquisición procesa muy en serio a Juan Rana, el artífice de la risa. Las pruebas contra él son contundentes, llegando a estar implicado en sus entremeses nefandos hasta el propio Calderón. Y es que en el Siglo de Oro, y también en el de ahora, en cuanto aparece Cosme Pérez todo el mundo se troncha con las andanzas de Juan Rana.
En estos tiempos de juicios muy serios, los de Ron Lalá convierten el teatro en tribunal supremo de la risa. Y para eso han nombrado inquisidor general a Iñigo Echevarría, ese maestro del gesto dislocado cuya presencia en el escenario imanta las miradas. Junto a él Miguel Magdalena borda un Juan Rana que resulta más hilarante cuanto más pictórico se nos muestra. Pero ellos no están solos. Les acompañan Daniel Rovalher, Juan Cañas y Fran García en este festín escénico en el que van componiendo más de treinta personajes con letra y música inconfundiblemente ronlalera. Para todos ellos la risa no es solo el medio sino también el fin reflexivo de una apología que reivindica la comedia como derecho natural de los humanos. La risa no es aquí mecanicista porque el teatro de Ron Lalá es de texto y movimiento, de música y pensamiento, y si lo que hacen mueve a risa no es porque utilicen resortes resabidos, sino porque apelan más a la inteligencia que a la víscera. De hecho, mis alumnos, que se han reído mucho viendo esta obra, me han dicho que notaban con envidia que los adultos se reían también de otras cosas que ellos no pillaban. Quizá no haya mejor definición de ese teatro escalable que a nadie deja fuera y a todos incita a cultivarse. Hace tiempo que sabemos que los de Ron Lalá tienen muchas virtudes y no es la menor su capacidad para conectar a gentes de distintos siglos y fascinar por igual a varias generaciones. Es mérito de todos ellos pero hay que destacar especialmente a esos dos tipos tenaces, geniales y estupendos que son Alvaro Tato y Yayo Cáceres.