de William Shakespeare. Versión libre de Miguel del Arco y Antonio Rojano. Dirigido por Miguel del Arco.
Una producción de El Pavón Teatro Kamikaze.
con Álvaro Báguena, Chema del Barco, Israel Elejalde, Alejandro Jato, Verónica Ronda, Cristóbal Suárez y Manuela Velasco.
con Álvaro Báguena, Chema del Barco, Israel Elejalde, Alejandro Jato, Verónica Ronda, Cristóbal Suárez y Manuela Velasco.
14 de febrero de 2020. Centro Niemeyer, Avilés. 120’ aprox.
A la muerte de Eduardo IV su hermano comienza una carrera de intrigas para llegar a ser rey. Aunque vemos al insidioso personaje de Shakespeare desde el invierno de nuestro descontento hasta la agónica petición de un caballo, también asistimos a la forja de un canalla de cualquier tiempo. Por ejemplo, el actual.
Miguel del Arco y Antonio Rojano hacen contempooráneo (y hasta ibérico) al gran clásico. Parece un tópico pero así es. De hecho, no hay que esforzarse mucho para comprender que la catadura moral del Ricardo III shakespeariano no está lejos de la deontología política (qué extrañas suenan estas dos palabras juntas) de los Trump, los Johnson, los Bolsonaro o los voxeadores. La fuerza de Israel Elejalde encarnando al malvado y acercándolo a las maneras broncas de los políticos actuales más impresentables hacen que todo lo que pasa en el escenario (y a veces fuera de él) resulte magnético aunque sea moralmente repulsivo. Pero el mérito, siendo mucho, no es solo de él y del estupendo elenco que lo acompaña en este montaje al que (y sucede pocas veces) no le queda grande el escenario del Niemeyer. El mérito es también de un Miguel de Arco que, a partir de un espacio vacío magníficamente modulado con unas luces y un sonido oportunísimos, nos ofrece un periplo impecable por los avatares de este arquetipo del mal. Creo que Miguel del Arco ha tenido presente (además del texto de Shakespeare y los ejemplos de nuestro tiempo) la impresionante versión de Sam Mendes para el Old Vic que, antes de que nuestro particular Ricardo III asturiano asediara al Centro Niemeyer, pudimos ver en Avilés en aquel montaje que también tenía un escenario levemente inclinado, una ortopedia contemporánea y algunas proyecciones mediáticas. Lo cierto es que el Ricardo III de Miguel del Arco no es menos memorable que el de Sam Mendes, como también hay que reconocer que Kevin Spacey estuvo a la altura del gran Israel Elejalde. Y es que así se las gastan las gentes del Kamikaze.