sábado, 4 de agosto de 2018

Miguel de Molina al desnudo

de Ángel Ruiz. Dirección: Félix Estaire.
producción: Lazona.
con Ángel Ruiz y César Belda.

4 de julio de 2018. Centro Niemeyer, Avilés.
95’ aprox.

Miguel de Molina sale de nuevo al escenario para repasar su vida ante nosotros. Su público somos unos periodistas curiosos y también morbosos. Acompañado solo por un pianista irá evocando su pasión por cantar. Su infancia malagueña. Su paso por Sevilla y por Granada antes de dominar la copla como nadie en Madrid. Sus conciertos durante la guerra y también el terrible paseíllo que le dieron aquellos canallas que lo sacaron una noche del Pavón. Luego vino la prohibición de actuar en España, el exilio y el apoyo de Evita que le hizo quedarse para siempre en Buenos Aires. El viejo Miguel nos dice que allí nos espera cuando queramos visitarlo en La Chacarita. Todo nos lo va contando con ironía y con emoción. También se le escapan algunas canciones. Y entonces no sabemos si estamos en Avilés o en algún teatro madrileño o porteño hace muchos, muchísimos años.
 
Esta noche no ha venido al Niemeyer Ángel Ruiz. Quien estaba ante nosotros era Miguel de Molina. Nadie lo imitaba ni lo interpretaba, porque el artista homosexual y exiliado se ha reencarnado en este magnífico actor para contarnos su vida y cantarnos sus canciones. En su forma de hablar se le nota que es inevitable y orgullosamente andaluz y porteño. Y en su elegancia amanerada se le notan también sus querencias artísticas y vitales. No hay en él ningún exhibicionismo. Si acaso el de saberse único y cautivador con su voz y con sus gestos. Durante hora y media responde sin recato a preguntas que no oímos y que nunca le incomodan. Porque de nada tiene que avergonzarse este cantante memorable. Si acaso podría hacerlo de haber nacido en un país que le obligó al exilio. Hoy Miguel de Molina ha vuelto a España. Dicen que es un tal Ángel Ruiz quien lo interpreta. Pero yo sé que no. Si acaso le ha prestado el cuerpo para que el artista lo habite con su duende.