viernes, 16 de junio de 2017

Oleanna

de David Mamet. Dirección: Luis Luque.
Producción: Jesús Cimarro y Xavier Aguirre
con Fernando Guillén Cuervo y Natalia Sánchez

16 de junio de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés, 80’. Estreno absoluto.

Carol habla con su profesor en el despacho. De su suspenso y de su dificultad para entender lo que le enseña. El profesor parece bastante seguro. De su posición y de la necesidad de desmitificar la educación universitaria. Luego Carol lo denuncia. Y los dos entenderán de otra forma su poder.

Oleanna no es un alegato contra la corrección política ni una defensa de la autoridad de los docentes. Una parte del público quizá lo haya interpretado así y por eso sintoniza con la obra. Pero lo bueno del texto (y de la forma en que Luis Luque lo ha entendido) es que está siempre en el filo de la navaja. En ese frágil equilibrio entre las posturas de unos contendientes que por momentos se muestran muy fuertes o muy desvalidos. Mamet se atreve a enfrentarse a temas como la educación o la desigualdad de género que son campos minados llenos de tópicos, prejuicios y letanías. Pero nada de eso hay en Oleanna. Ni en el texto, ni en la forma en que Luis Luque ha sabido componer una obra muy equilibrada en la que llama la atención lo bien que se entienden Fernando Guillén Cuervo y Natalia Sánchez en las magníficas disputas de sus personajes. El progresivo empoderamiento de la joven (simbolizado por las capas que va añadiendo a su vestuario y por su progresiva cercanía a esa mesa cuyo lugar en el escenario marca las tres escenas de la obra) es paralelo a la pérdida de seguridad de ese profesor que comienza impecable y termina desmadejado. La compasión del espectador también se va desplazando desde esa chica que al principio no entiende lo que le pasa hasta ese profesor que al final tampoco entenderá por qué lo han declarado culpable de acosarla. Digo compasión porque la razón se le puede dar a la vez a los dos protagonistas de este duelo en tres tiempos. Mamet escribe (y Luis Luque dirige) muy atinadamente contra los prejuicios. Contra los que se dan en temas tan controvertidos como estos y contra los que afectan a la manera en que contemplamos lo que ocurre en el escenario. Texto potente, interpretaciones magníficas y una dirección muy acertada. ¿Qué más se puede pedir en un estreno?