de Ingmar Bergman. Versión: Joaquín Hinojosa. Dirección: Juan José Afonso.
Iraya Producciones
con Emilio Gutiérrez Caba, Carmen Conesa y Rocío Peláez.
2 de junio de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto
Iraya Producciones
con Emilio Gutiérrez Caba, Carmen Conesa y Rocío Peláez.
2 de junio de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto
El director suele quedarse solo en el escenario después del ensayo. A veces viene a verlo alguna actriz. Como esa joven de la que se podría enamorar. O el recuerdo de aquella otra con la que compartió mucho más que el amor por el teatro.
El teatro dentro del teatro. Las relaciones entre intérpretes y directores. También con los críticos. Son temas que han dado mucho juego últimamente en el cine más teatral (ahí están las extraordinarias La venus de las pieles de Roman Polanski o Birdman de Alejandro González Iñárritu) y en el teatro más reflexivo (El crítico de Juan Mayorga o Yo Feuerbach de Tankred Dorst). Pero lo que proponía Ingmar Bergman en esta obra no está a ese nivel. Sus reflexiones sobre el amor y el teatro me interesan mucho menos. Su alter ego en Después del ensayo parece antiguo, como el propio espacio escénico que oportunamente lo acompaña en esta obra. Su visión del teatro (la del personaje y la del propio Bergman) aporta poco y la del amor parece propia de una masculinidad pretérita. Sin embargo, no hay nada que objetar a los tres intérpretes. Emilio Gutiérrez Caba está impecable en modo director y no sale malparado del reto que supone su diferencia de edad con Rocío Peláez. Ella está también muy bien en un papel que es mucho más que una réplica al de ese gran actor. Solo lamento que Carmen Conesa no tenga más presencia en la obra (estuvo estupenda en Las amistades peligrosas y vuelve a estar muy bien aquí). La puesta en escena es siempre oportuna (y muy acertada esa gradación cromática en el vertuario de los tres personajes). Me ha gustado mucho la escena de las maletas con el diálogo entre esos amantes que podrían llegar a serlo. Para mi es lo mejor de la obra. Pero, aunque esté en el texto de Bergman, perjudican esa duda que siembra el personaje de Carmen Conesa sobre la paternidad de la joven. Afecta a la tercera parte de la obra en la que no vendría a cuento la sospecha sobre una posible relación incestuosa. El espectador debe descartarla, pero para ello ha de olvidar lo que ha oído. El estreno ha sido merecidamente aplaudido. Por el buen hacer de quienes saludaron desde el escenario, no por la oportunidad de rescatar un texto que confirma, una vez más, que las mejores propuestas teatrales no son necesariamente las que vienen del pasado.