sábado, 27 de agosto de 2016

Nuestras mujeres

de Eric Assous. Versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Dirección: Javier Daulte. 
Una producción de Pablo Kompel y Gustavo Yankelevich.
con Arturo Puig, Guillermo Francella y Jorge Marrale
 
27 de agosto de 2016. Teatro Metropolitan, Buenos Aires. 90’ aprox.


Mientras Max y Pedro esperan a Toni para cenar pasan el rato hablando (mal) de la relación con sus mujeres. Y también hablan (mal) de la de él. Toni se retrasa y cuando por fin llega les confiesa que la ha estrangulado. Será una noche intensa en la que Max y Pedro tendrán que decidir si aceptan servirle de coartada a Toni.

Me he alojado otra vez en uno de los hoteles que me gustan de Corrientes, no lejos de Obelisco. Al llegar pedí una habitación que diera a la calle y por suerte había una en la cuarta planta. Nada más abrir la puerta me encontré con las sonrisas de Guillermo Francella Arturo Puig y Jorge Marrale en un enorme cartel frente a mi ventana. Así que he cedido a la tentación y me he organizado para que, entre la propuesta intimista de ayer con Federico Luppi y la despedida que reservo para mañana en Timbre 4, en esta noche de sábado solo tenga que cruzar la calle y participar en esta ceremonia del teatro multitidinario (y caro) con público participativo (y de risa floja) que caracteriza también a una parte de la cartelera teatral de Buenos Aires. Así que el espectáculo está tanto en el patio de butacas como en el inmenso escenario que ha preparado Javier Daulte para la casa del personaje que interpreta Guillermo Francella (un actor capaz de trabajos tan buenos en el cine como las de El secreto de sus ojos de Juan José Campanella, ¡Atraco! de Eduard Cortés o El clan de Pablo Trapero y también de otros tan sonrojantes como el de Corazón de León de Marcos Carnevale). El cartel que decora mi ventana tiene un reclamo curioso: "¡El mayor éxito teatral de Francia ahora en Buenos Aires!". Conociendo (al menos por el cine) el sentido del humor de cierto público francés no espero mucho de esta comedia. En este sentido, ni los actores ni el público me defraudan. Nada más salir a escena a Guillermo Francella y a Jorge Marrale se les recibe con un gran aplauso. Y, por más que sea inoportuno, se reservará otro para cuando aparezca más tarde de forma sorpresiva Arturo Puig. Los tres actores (con sonido amplificado) manejan a la perfección los resortes de una obra tan entretenida como previsible y buscan siempre la complicidad hilarante de un público tan dispuesto a reír como si hubiera acudido a una sesión del club de la comedia. Como es de suponer yo me río (y aplaudo) bastante menos. Pero debo reconocer que no me he aburrido. No sé si por contemplar la maestría con que estos buenos actores activan en el público los mecanismos de la risa o por comprobar lo mucho que algunas personas pueden disfrutar cuando se les ofrece justo lo que esperan.