de Fernando Quiñones. Dirección: Manuel Iborra.
Producción: Maestranza Films y Suroeste Films.
con María Barranco.14 de agosto de 2015. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto.
Hortensia nos cuenta su vida. La de la puta malagueña que abandonó a su novio el día de la boda para irse a Sevilla con un legionario y acabar viviendo en Cádiz. Con sinceridad y desparpajo nos va describiendo su trato con los hombres que ha conocido. Nos habla de lo mucho que le gustan y de lo que no soporta de algunos. Y lo hace desde su madurez feliz.
Una celebración de la libertad y el deseo en primera persona. Es el relato de una mujer que detesta el matrimonio y reivindica los placeres primarios y promiscuos. Nacer en Málaga, curtirse en Sevilla y ejercer en Cádiz dan al personaje un carácter que convierte en fascinante cualquier cosa que diga. Con su presencia rotunda María Barranco hace muy creible a esa Hortensia que sería mucho menos interesante si fuera, por ejemplo, de Salamanca. Y al pensar en ello se me hace inevitable comparar esta reivindicación andaluza del hedonismo en femenino singular con la del personaje de Charo López en Ojos de agua. Pero esta Legionaria no aguanta la comparación. Y no solo por su puesta en escena, mucho más plana, sino porque de Hortensia atrae más su forma de hablar que sus evocaciones, mientras que en Ojos de agua casi veíamos y sentíamos todo lo que aquella vieja Celestina nos contaba sin acentos (ni siquiera salmantinos). Por lo demás, en esta alegre defensa de la libertad feliz de una puta me sobra esa referencia final a los abusos infantiles que parece quitarle la razón a Hortensia al suponer que si una mujer alquila su cuerpo a muchos hombres es porque le ha pasado algo raro. Porque lo normal (y lo bueno) debe ser vendérselo a uno solo.