de Mercè Rodoreda. Adaptación y dirección: Joan Ollé.
Producción: Teatro Español.
con Lolita Flores12 de diciembre de 2014. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox.
Natalia se sienta en un banco y nos cuenta su vida. Una vida hecha de ilusiones pequeñas como las de ver un escaparate de muñecas. Y de sufrimientos grandes como los que depara una guerra. Una vida en femenino singular en una plaza de Gracia.
Un texto y un intérprete lo pueden todo en el teatro. Lola Herrera no podrá deshacerse nunca de aquella Carmen de Cinco horas con Mario. Y Lolita será para siempre esta Natalia de La plaza del diamante. Con este monólogo mayúsculo ha conseguido que la Colometa de Mercè Rodoreda (que Silvia Munt hizo inolvidable con Lluís Homar hace más de treinta años) tenga a partir de ahora también un rostro maduro. La adaptación del texto por Joan Ollé es perfecta para el subyugante soliloquio que interpreta la extraordinaria actriz que es aquí Lolita. La puesta en escena es extremadamente sobria. No hay más movimiento que el del gesto de una mujer sentada en un banco. Así que todo se fía al texto y a la actriz. Su tono es monocorde. Casi la letanía de una mujer sencilla que saca del alma lo que cuenta. La concentración no puede ser mayor. La de ella y la del espectador que se sabe asistiendo a una gran obra. Lolita acaba emocionada. Y esa emoción nos la ha lanzado a nosotros. El estremecedor "¡Contentos!" con que acaba su relato me hace consciente de que no puedo articular palabra. Solo aplaudir y sentir la emoción de haber contemplado a esta mujer en La plaza del diamante.