de Calderón de la Barca. Adaptación de la Dramaturgia: Declan Donnellan y Nick Ormerod. Dirección: Declan Donnellan.
Coproducción de LAZONA, Compañía Nacional de Teatro Clásico y Cheek by Jowl. .
con Ernesto Arias, Prince Ezeanyim, David Luque, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto e Irene Serrano.
3 de diciembre de 2022. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 100’ aprox.
Hace cinco años los de Cheek by Jowl nos trajeron un magnífico Cuento de invierno en inglés. Ahora vemos la forma en que Donellan se ha acercado, con intérpretes españoles, al más clásico de los clásicos de Calderón. La escenografía es tan efectiva como sencilla. Apenas un fondo verde en el que se abren muchas puertas. No hay torre, ni lugar de encierro, ni palacio. Y, sin embargo, ahí está La vida es sueño tal cual. Donnellan ha querido ser fiel al texto dejando las innovaciones para la escenografía y el vestuario. Y también para una forma de decir el verso que resulta extraordinaria en los monólogos de Segismundo interpretados magistralmente por Alfredo Noval. El del primer acto comienza balbuciente, como inaugurando el lenguaje, y permite degustar y apreciar en todo su valor esas palabras resabidas. También es muy acertada la rotura de la cuarta pared con los discursos de Basilio y con la jornada de Segismundo en el palacio que es una maravilla y que aún da más juego en el auditorio del Niemeyer que tiene dos pasillos entre las butacas (como los otros espacios escénicos de Avilés). Y aún ha sido mas intensa en la sesión de la mañana que la de la tarde, con un público juvenil que entró en el juego con la naturalidad que debía tener el público del siglo XVII. La locura despótica en esa escena, tan espléndidamente entendida por Donellan y Noval, me ha hecho pensar en los túneles del tiempo que conectan a Segismundo con el Calígula de Camus. Aunque, hablando de conexiones y simetrías, ninguna mejor que la que une a ese mal salvaje masculino con la versión prerrusoniana del buen salvaje femenino de la Rosaura (la otra) que creó Lope en aquella joya, no representada hasta ahora, titulada El animal de Hungría. Nosotros hemos podido ver las dos obras en poco más de un mes. Un lujo impagable que solo es posible en lugares como Avilés, una ciudad en la que la programación teatral está al más alto nivel y es concebida como un bien público necesario. Como la educación y en estrecha alianza con ella. Así que bien por Donnellan, bien por Alfredo Noval, bien por Ernesto Arias (que dirigió El Animal de Hungría, que ha estado estupendo en el papel de Basilio y que nos ha aportado claves muy interesantes en el coloquio de la mañana). Y, por supuesto, bien por el resto del elenco cuyo trabajo ha sido espectacular. A todos ellos les tenemos que agradecer hoy esta experiencia, entre filosófica y poética, que nos regaló Calderón hace casi cuatrocientos años.