de Dennis Kelly. Dirección: Lucía Miranda
con Antonia Paso.
13 de noviembre de 2021. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 80’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.
Un monólogo arrebatador. Al principio el tono es el de una comedia chispeante con una mujer que nos confiesa con mucha ironía sus excesos amorosos y sus afanes profesionales. Luego hay evocaciones precisas sobre lo que significa cuidar a dos niños y también escenas de un matrimonio que naufraga. Y en el último tramo llega la tragedia. La de un crimen tan terrible como el de Medea pero visto desde el punto de Jasón, si Jasón fuera mujer y fuera madre. La adaptación del texto de Dennis Kelly es admirable. También resulta perfecto ese espacio escénico con dos paredes ortogonales, un hueco propicio para las sombras y esa arena circundante que facilita las evocaciones. Y, por supuesto, es magnífico el trabajo de Antonia Paso que consigue no solo componer los momentos eufóricos de un personaje siempre lúcido sino también esas escenas vivísimas de sus relaciones con los demás, como el encuentro en el aeropuerto con su futuro marido o las conversaciones cotidianas con los niños. Pero su trabajo se hace sublime en el tramo final de la obra, cuando el silencio es absoluto en el patio de butacas por lo mucho que aprietan los nudos en las gargantas. Después de hacernos sonreír, Antonia Paso consigue dejarnos al borde del llanto colocándonos al lado mismo de un personaje que ha vivido el mayor horror imaginable. Chicas y chicos nos llega desde el añorado ambigú del Pavón Kamikaze, por tanto, su calidad y pertinencia para este off del Niemeyer estaban garantizadas. Así que ha sido otro eslabón memorable en la programación exquisita de ese teatro grande en formato pequeño que, superados los peores momentos de la pandemia, volverá pronto a su lugar natural bajo el auditorio.