Escrito y dirigido por Pilar G. Almansa.
Producción: Trajín Teatro.
con Inma González.
16 de enero de 2021. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 70’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.
Uno siempre tiene presentes las palabras de Adorno sobre la poesía después de Auschwitz cuando en el cine o en el escenario se aborda aquella tragedia inconmensurable. Por eso la actitud inicial es siempre preventiva. Y más cuando la voz de la nieta es tan gaditanísima y simpática (valga la redundancia) como debió serlo la de aquel adolescente que huyó a nado a Gibraltar y acabó en Mathausen pasando por las playas de Argelès. Las circunstancias pandémicas hacen que esta obra, tan propia del off, la hayamos visto en el enorme auditorio del Niemeyer. Pero su escenario no le ha quedado grande a una Inma González que ha sabido hacernos ver los barracones, las filas de prisioneros, las alambradas y hasta la boca del horror con solo una escalera y una silla plegables, unos pares de zapatos anudados y un tendal polivalente. El relato tiene esa verdad tierna de lo radicalmente sincero. De hecho, parte de los recuerdos del propio Manuel Díaz que no debió perder nunca esa dignísima alegría de vivir que permite entender por qué la imagen imborrable de la liberación de Mauthausen es la de un gran pancarta escrita en español. La evocación de Manuel Díaz que esta noche nos trae su nieta también nos recuerda que allí murieron más de cuatro mil compatriotas a manos de la barbarie de los nazis. Y la de aquel dictador que apropiándose de España tanto daño hizo a tantos españoles.