de Sergio Blanco. Dirigido por: Natalia Menéndez.
una coproducción de Compañía Salvador Collado y El Pavón Teatro Kamikaze con la Colaboración de la Comunidad de Madrid
con Israel Elejalde y Pablo Espinosa.
10 de noviembre de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 105’ aprox. Estreno absoluto.
una coproducción de Compañía Salvador Collado y El Pavón Teatro Kamikaze con la Colaboración de la Comunidad de Madrid
con Israel Elejalde y Pablo Espinosa.
10 de noviembre de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 105’ aprox. Estreno absoluto.
Un dramaturgo quiere hacer una obra en torno al parricidio. Su primera idea es que la protagonice Martín, un recluso que ha sido condenado por ese delito. Los dos tienen varios encuentros entre las rejas de una cancha de baloncesto. Sin embargo, las autoridades de la cárcel no permitirán que Martín salga para ir al teatro. Así que también veremos los encuentros con el actor que interpretará su papel.
Al entrar vemos un opresivo enrejado en el escenario y tras él una proyección en la que se nos ve mientras ocupamos nuestras butacas. De esa manera especular nos recibe esta tierra de Tebas que ha convertido el escenario en patio de prisión y sala de ensayos. La calidad del texto es evidente desde ese comienzo magnífico en el que nos damos cuenta de que no solo asistiremos a una historia teatral, sino también al propio proceso de construcción tentativa de un texto que, teniendo a Sófocles, a Dostoievski y a Freud como inspiradores, también tendrá algo de parricidio confeso. Tebas Land nos permite asistir al tránsito entre la catarsis dialogada de ese parricida real y el trabajo de un actor que se prepara para conmover al público. La obra tiene múltiples capas y subtextos pero todas son accesibles porque Sergio Blanco y Natalia Menéndez han conseguido lo más difícil: hacer un teatro profundo pero apto para muchos públicos. Y es que, con ese magnífico texto y esa impecable dirección (el espacio escénico es perfecto y las transiciones no lo parecen) quieren que Tebas Land nos hable no solo de una tragedia intemporal que remite a pulsiones existenciales, sino también del propio teatro, de su proceso creativo, de la forma en que se gestan las historias y las decisiones que las construyen. Y lo consiguen huyendo a la vez de los subrayados obvios y de las sutilezas excesivas. Para ello cuentan con interpretaciones tan impecables y compenetradas como las que nos han ofrecido esta noche Israel Elejalde y Pablo Espinosa. De Israel Elejalde ya solo espero lo mejor, así que, mes y medio después de verlo en el papel de otro director en Ensayo, vuelvo a disfrutar con su contenida interpretación de este que, con ideas claras y ademanes dubitativos, interroga y orienta con el mismo tacto al parricida que le fascina y al actor que le sirve de mediador y contrapunto. A pesar de su juventud Pablo Espinosa está a su altura encarnando a ese otro ser escindido entre dos realidades (la de una cárcel y la de un teatro) que ha sabido desdoblar espléndidamente en este estreno que para él es doble porque hoy debuta en el teatro. Así que ha sido otra noche memorable en esta temporada de otoño en la que ya llevamos cuatro estrenos en este queridísimo teatro de cuya resurrección se cumplirán el próximo martes veinticinco años. Será un día muy especial en el que hablaremos de teatro con esos gigantes de la escena que son Mario Gas y Josep María Pou en el primero de los cuatro Diálogos desde la escena que tendremos aquí, en el Palacio Valdes.