de Mathiew Delaporte y Alexandre de la Patellière. Versión: Jordi Galcerán. Dirección Gabriel Olivares.
con Amparo Larrañaga. Antonio Molero, César Camino, Jorge Bosch y Kira Miró.29 de mayo de 2015. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.
Cinco amigos se reúnen para cenar. Son un hermano, una hermana, sus parejas y un amigo músico del que se desvelará un secreto tras una tensa discusión a partir de una pequeña broma sobre el nombre que una de las parejas le pondrá a su hijo: Adolf.
La síntesis del párrafo anterior podría ser la de un estupendo drama dialogado a lo Yasmina Reza (más como Un dios salvaje que como Arte). Pero aquí viene en formato de comedia llena de resortes para que el público se ría. Para ponernos en situación, una voz en off nos va describiendo a los personajes mientras los actores entran en el escenario y en una pantalla se proyectan los títulos de crédito (también se nos indica que la cosa está patrocinada por una marca de coches). Al final, volverán la pantalla, la voz en off y unos vídeos sobre el futuro de los personajes. El nombre es teatro encapsulado en marcos cinematográficos convencionales y comerciales. El engranaje entre los actores funciona y la mayoría del público se divierte mucho con estos personajes caníbales que aderezan esta cena con tópicos que no excluyen aliños machistas y homófobos. A algunos los encuentro sobreactuados y no dejo de ver a los actores por encima de sus personajes. Como dice Jerónimo Granda: tiene que haber de todo. También en el teatro.