de Harold Pinter. Versión de Pablo Remón. Dirigido por Israel Elejalde.
una producción de Buxman Producciones para El Pavón Teatro Kamikaze.
con Irene Arcos, Raúl Arevalo y Miki Esparbé.
7 de marzo de 2020. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 85’ aprox. Estreno absoluto.
Nueve escenas con tres personajes (y una mujer que toca el piano). Emma es la mujer de Robert y durante varios años ha sido amante de Jerry, el mejor amigo de él. La primera escena es la del reencuentro en 1977 entre esos amantes que ya han dejado de serlo. La última es la de la noche de 1968 en que comenzaron su relación.
Una historia (aparentemente) diáfana contada en modo retrospectivo. Los personajes son gente del mundo de la edición literaria. En fuera de campo quedan Judith, la esposa médica de Jerry, y Casey, el joven escritor del que Robert es editor, Jerry fue su descubridor y que quizá sea ahora el nuevo amante de Emma. Ese intenso pero contenido triángulo está soberbiamente interpretado por Irene Arcos, Raúl Arevalo y Miki Esparbé. Los tres tienen una sintonía y una complicidad tan perfectas que parece que esta noche no fuera la del estreno sino que llevaran decenas de funciones haciendo que sus personajes se digan (y se oculten) las aparentes banalidades que contiene la obra. Aunque es Pablo Remón quién versiona magnificamente el texto, lo que vemos es un genuino Pinter que seguramente estaría encantadísimo con el trabajo de estos actores y con la maestría y elegancia con que Israel Elejalde los ha dirigido. La sutil evolución (o involución) cromática en los vestuarios en un escenario en blanco y negro, la iluminación impecable que cuida la relevancia de las sombras y las transparencias, la estampa veneciana tras ese escaparate perfecto que enmarca las dos escenas cruciales antes y después de la jornada de Robert en Torcello... Todo compone un contexto visual (y también sonoro con la idea de la pianista y esos micrófonos con que los actores presentan las escenas) adecuadísimo para un relato retrospectivo de lo que se muestra (la trama de una traición) y lo que se oculta (su urdimbre pulsional). Israel Elejalde estuvo muy acertado en la dirección de La Resistencia, la magnífica obra de Lucía Carballal. Pero aquí no solo logra multiplicar el interés del texto de Pinter con un puzle simbólico en el que todo encaja a la perfección sino que, con las sincronías de algunos gestos, las transiciones suavemente encabalgadas y ese ritmo a la vez enfático y demorado, logra que la historia fluya con la ambigüedad precisa que necesita este retrato sentimental de tres personajes enredados por lo que viven y por lo que se ocultan (también a si mismos) durante nueve años. Esta Traición de Pinter/Remon/Elejalde es una obra genuinamente Kamikaze. Su estreno avilesino ha sido un éxito rotundo y estoy seguro de que también cautivará al público madrileño cuando dentro de unos días llegue al Pavón.