viernes, 10 de mayo de 2019

Moby Dick

texto de Juan Cabestany basado en la novela de Herman Melville. Dirección: Andrés Lima. 
Producción de Focus
con José María Pou, Jacob Torres y Oscar Kapoya
 
10 de mayo de 2019. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80’ aprox.

El capitan Ahab se embarca de nuevo para ajustar cuentas con su contrincante de los mares. La obsesión por encontrar y dar muerte a Moby Dick preside un viaje que no tendrá nada de iniciático pero sí de existencial. El capitán sueña una y otra vez con su muerte. Y al final la podrá mirar de frente en el ojo de la gran ballena blanca.

Por este escenario han pasado dos cojos memorables: el Ricardo III de Kevin Spacey y este Ahab que nos trae José María Pou. Hace año y medio nos hablaba de este proyecto en aquella tarde inolvidable en que conversando con él y con Mario Gas celebrabamos los veinticinco años de la recuperación de este teatro. Ahora está a punto de dejar su periplo escénico con esta exigente ballena y prepararse para convertirse pronto en el Cicerón que estrenará, otra vez con Mario Gas, en el festival de Mérida. La puesta en escena de Andrés Lima es espectacular y nos hace sentir el mareo de estar dentro del barco en medio de una tormenta o ser casi engullidos por la ballena en el tramo final. También es muy meritorio el trabajo de Juan Cavestany al convertir en texto teatral una historia que en la novela tiene más de setecientas páginas. El drama existencial del capitan Ahab y el horizonte especular y monoteista de ese ojo inmenso con mirada humana que Andrés Lima pone al cetáceo consiguen hacer rotunda una historia que, sin embargo, no llega a conmoverme. Quizá el peso del Moby Dick juvenil y el rechazo que me produce pensar en aquella industria que hace siglo y medio hacía de la grasa de las ballenas combustible para el alumbrado, hacen que no me emocione esta reivindicación de una subjetividad heróica que José María Pou encarna en un registro intensísimo (que aquí es casi un monólogo) muy bien acompañado por Jacob Torres y Oscar Kapoya. Entre sus trabajos recientes me quedo con otros más contenidos como el Sócrates que vimos en Mérida, en el que le acompañaba el gran Carles Canut, o el magnífico Edward que interpretó espléndidamente en aquel conmovedor A cielo abierto de David Hare que él también tradujo y dirigió. Ya tengo ganas de verlo interpretando a Cicerón, un personaje que seguramente le irá muy bien a este magnífico actor que es también un tipo estupendo del que no me pierdo sus artículos semanales en El Periódico y con el que coincido en muchas cosas. Sin ir más lejos, en su opinión sobre el último libro de Marcos Ordóñez (Una cierta edad).