de Sébastien Thiéry. Versión y dirección: Sergio Peris-Mencheta.
una producción de Barco Pirata Producciones Teatrales.
con Javier Gutiérrez, Cristina Castaño, Xabier Murua, Quique Fernández y Armando Buika.
con Javier Gutiérrez, Cristina Castaño, Xabier Murua, Quique Fernández y Armando Buika.
17 de mayo de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. 90’ aprox.
Cuando el matrimonio Carnero se dispone a cenar suena un teléfono, pero ellos no tienen teléfono. Al otro lado de la línea alguien pregunta por el señor Schmitt, pero él no es el señor Schmitt. Algo raro está pasando en su casa porque algunos cuadros han cambiado, en la estantería hay libros que no son suyos y en el armario hay ropa que tampoco es de él. Extraños en su propia casa deciden salir de ella, pero su llave no abre la cerradura. Un policía y un psiquiatra vienen una y otra vez para averiguar quiénes son ellos. También viene el hijo negro del Señor Schmitt. Así que quizá, aunque no lo sepa, él sea el señor Schmitt.
Jardiel y Buñuel podrían haber inspirado a Sébastien Thiéry. El resultado apunta a Ionesco pero al escorar hacia el thriller, el absurdo se modera. Y es una lástima porque, además de la excelente sintonía y compenetración entre los actores y de la estupenda versión y oportuna puesta en escena de Peris-Mencheta, esas derivas por territorios próximos al mundo de Ionesco es lo que más me ha interesado de una obra que al público le ha hecho muchísima gracia (quizá porque ha querido encontrar el registro cómico propio del Javier Gutiérrez televisivo o porque le ha parecido muy divertida la curiosa pareja que él hace con Cristina Castaño). Lo cierto es que tantas risas a mi alrededor me han distanciado un poco de una historia en la que me gustaban más las maneras surrealistas que las gracietas que otros han querido ver en las cuitas de este matrimonio extraño que entró en el pánico más radical: el del extrañamiento.