de William Shakespeare. Versión: Fermín Cabal. Dirección: Eugenio Amaya.
producción: Festival de Mérida y Arán Dramática
con Elías González, María Luisa Borruel, Quino Díez, Pablo Bigeriego, Pedro Montero, Francis Lucas, Elena Sánchez, Francisco Blanco, Cándido Gómez, Francisco Nieto, Beli Cienfuegos, Juan Duarte y Javier Rosado.
14 de agosto de 2014. Teatro Romano. 60º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. 120’ aprox.
Son los primeros tiempos de la República. Entre los pobres hay una rebelión en marcha. Cayo Marcio los desprecia y se lo dice con dureza. La victoria contra los volscos en Corioles le hace merecer el sobrenombre de Coriolano. Sus amigos quieren nombrarle cónsul pero para conseguirlo tendrá que contar con el voto de los pobres. Y pedírselo humildemente. Sin embargo, el orgullo convierte su ruego en diatriba y acaba desterrado. Lleno de odio se une a Aufidio, el general de los volscos, y lucha contra Roma. Durante el asedio sus amigos le suplican el perdón. Solo el discurso de su madre conseguirá convencerle.
Medio centenar de romanos ocupan el escenario. Catorce son actores. Los demás son miembros de la asociación cultural Emerita Antiqua que hacen de ciudadanos o soldados, y no parecen figurantes. La puesta en escena es sobria y elegante. Solo arena roja en el suelo, una escalera bien integrada y una iluminación oportuna. Teatro sin aditamentos en el escenario más clásico. Sin alardes escenográficos Eugenio Amaya le saca un gran partido a este descomunal espacio. Y mantiene nuestro interés con unos actores notables. Elías González transmite bien la acritud del Coriolano. Quino Díez impresiona desde su primera aparición en el papel de Menenio. Son dos horas de historia shakespeariana que atrapa con esta adaptación en la que la claridad y el ritmo son las mayores virtudes. Pero no la fidelidad. No reprocho licencias irónicas como la de incluir la destilación de la "cervisia" entre las aficiones de Menenio (en Extremadura están poniéndose de moda las cervezas artesanales de la tierra -algunas muy buenas, por cierto- y la compañía es de aquí). Pero sí incluir personajes o situaciones que no están en el texto. Y especialmente esa querencia por actualizar los temas hasta extremos como el discurso en el que ese Apio Claudio (?) explica la relación entre Roma y la riqueza de los patricios como si estuviera hablando del rescate de Bankia. Es verdad que la adaptación de Fermín Cabal solo cae en ese defecto en ese momento y cuando alarga la escena inicial de la rebelión (por lo demás, un trabajo coral notable). Pero a cambio nos priva de algunos pasajes que revelan mucho mejor la intemporalidad de Shakespeare. Coriolano nos presenta el imaginario del elitismo reaccionario. Pero también nos advierte contra el populismo y las derivas demagógicas que puede comportar su contrario. Un dilema que hace de esta historia de romanos un drama mucho más interesante. Y esta noche en Mérida casi lo ha sido.