de David Hare. Traducción y dirección: José María Pou.
una producción de Focus.
con José María Pou, Nathalie Poza y Sergi Torrecilla.21 de marzo de 2014. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 135’ aprox. (con descanso).
La visita de Edward al apartamento de Kyra preludia la de su padre. Kyra había trabajado con esa familia y durante seis años había sido amante de Tom, un empresario exitoso y un hombre seguro de si mismo. Kyra se fue cuando la mujer de Tom descubrió la relación entre ellos. Desde entonces es una maestra comprometida que vive en un suburbio de Londres. Ella no sabe que la mujer de Tom murió de cáncer hace un año. Por eso Tom va a su casa y estará allí toda la noche. Para repasar sus vidas, sus fracasos y sus posibilidades de volver a amarse.
El texto de Hare compone un soberbio análisis de la manera en que las culpas propias se desvelan al reprochar las del otro. El de Kyra y Tom es un duelo entre dos edades, dos sexos y dos formas de entender la vida. Una historia áspera sobre las asimetrías del amor y las maneras de estar en el mundo. La derecha y la izquierda son bien distinguibles. Masculina, madura y con la posición ganada la primera. Femenina, joven y periférica la segunda. El apartamento de Kyra es el escenario de una contienda que llena toda una noche en la que nada cambia. Tan solo esa iluminación que nos regala el amanecer interior más bello que yo haya visto en un teatro. O la visión sobre la vida que tienen unos amantes que se reprochan el pasado y se niegan el futuro. Los actores están magníficos. Nathalie Poza consigue ser mucho más que el contrapunto a la presencia poderosa de José María Pou en cualquier escenario. Una presencia que siempre tiene el riesgo de comerse a sus personajes. Pero esta vez no. Esta vez el inmenso actor y director es más que José María Pou, es todos esos Tom maduros que no saben vivir sin la cara del que sabe. O la máscara. Porque Nathalie Poza hace que Kyra se la quite y muestre las inseguridades y culpas que hay tras ella. Dos actores espléndidos que nos hacen vivir un duelo íntimo que, al revés que a sus personajes, afirma a cada uno mientras combate con el otro.