viernes, 26 de marzo de 2021

La batalla de los ausentes

de Eusebio Calonge. Dirección: Paco de la Zaranda.
Producción: La Zaranda.
con
Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez.

26 de marzo de 2021. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

Tres excombatientes muy veteranos se reúnen en el escenario de una batalla olvidada para rendir homenaje a los ausentes. Pero no lo son solo los que allí murieron, también los que ahora deberían recordarlos. Así que el olvido es una segunda derrota para estos tres personajes a la deriva que sueñan, imaginan y representan un asalto al poder que pondrá muchas cosas en su sitio.

Beckett y Valle Inclán. Pero también Gila y Faemino y Cansado. De todos estos genios uno encuentra resonancias en el trabajo que hoy estrenan en el Palacio Valdés los de La Zaranda. Con inspiraciones así se puede hacer gran teatro de arquetipos o caer en arquetópicos. Y mientras contemplo la obra me debato entre lo uno y lo otro. El texto de Eusebio Calonge tiene pasajes muy inspirados y está hecho con una estructura elusiva de lo más conveniente, pero también tiene momentos (quizá los menos) en los que propicia la risa obvia y no recela de los lugares comunes. El trabajo de los tres actores está conjuntadísimo y la puesta en escena resulta muy sugerente, demostrando lo mucho que se puede hacer con muy poco si se sabe entender que el escenario debe evocar lugares en la mente del espectador sin necesidad de mostrarlos. En todo caso, me queda la duda de cómo se recibiría esta propuesta sin ese lenguaje de hombres maduros gaditanísimos y sin la sintonía hilarante que esa forma de hablar despierta en el público. Como recurso tiene demasiada vecindad con el resorte, así que no consigo imaginar qué efectos tendría este mismo texto con personajes vascos, catalanes o castellanos. Pero lo que más me ha sorprendido (y molestado) es esa la situación en que se ha dejado a un público que, tras el final de una obra con cierre manifiestamente mejorable, insistía en aplaudir con entusiasmo pero sin que nadie saliera a saludar. Si es marca vanguardista de la casa me parece impertinente en una obra como esta. Y si ese mero desplante por motivos ignotos me parece aún más lamentable en esta época pandémica en que la comunión y la emoción entre el escenario y el público suele ser muy intensa y aún lo sería más en la víspera del día mundial del teatro y en una noche en la que uno no puede dejar de recordar que se cumplen diez años de aquella otra maravillosa en que muy cerca de aquí estábamos estrenando el Centro Niemeyer.