viernes, 2 de junio de 2023

Fairfly

de Joan Yago. Dirección: Israel Solá.
una producción de La Calórica.
c
on Queralt Casasayas, Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher y Vanessa Segura.


2 de junio de 2023. Centro Niemeyer (club), Avilés. 85’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.

Alrededor de una mesa redonda cuatro amigos (dos parejas) discuten sobre qué hacer ante los despidos que se anuncian en la empresa. En principio, preparan un manifiesto para defender sus puestos de trabajo y, de paso, cambiar el mundo. Pero, poco a poco, surgen otras posibilidades. Por ejemplo, crear su propia empresa de potitos para niños hechos a partir de larvas de mosca. 

Comenzamos este fin de semana con La Calórica trasladando nuestro off al escenario del auditorio. Aquí hemos formado un cuadrilátero para asistir a esta lección de teatro mayúsculo en formato reducido. También ha habido buenas lecciones sobre los peligros de esas ensoñaciones neoliberales que llevan a algunos a emprender el peligroso periplo del emprendimiento. Fairfly debería ser de contemplación obligatoria en los saraos de promoción de esas start-ups y similares que últimamente vienen alimentando el ideal meritocrático que acaba provocando la sensación de culpa (asumida o proyectada) en que se ceban las larvas del populismo reaccionario. Joan Yago e Israel Solá tienen el acierto de crear esta maravilla de hiperrealismo laboral en la que va desvelando, poco a poco, las trampas locales y globales en que caen quienes  pierden su trabajo e intentan compensar su depresión haciéndose emprendedores para terminar atrapados en las mismas lógicas que causaron su desgracia. Fairfly es, por tanto, una lección política, sindical y moral, pero eso no la reduce al género del teatro edificante. Todo lo contrario. Con un magnífico cierre, con una puesta en escena sorprendente en la que no se advierten costuras en este plano secuencia de duración variable y con estos cuatro magos del naturalismo extremo, queda claro, una vez más, que el teatro (el buen teatro), además de otras cosas, es la última frontera para las derivas deshumanizadoras de la inteligencia artificial. Esta noche hemos asistido a un derroche de inteligencia humana. Lúcida, crítica, creativa, divertida, comprometida y, por supuesto, barcelonesa. Esta noche hemos pensado, hemos sentido, nos hemos reído y al final todos nos hemos levantado para aplaudir intensamente a quienes han hecho posible esta maravilla. Así que estamos con muchas ganas de ver mañana de nuevo a La Calórica.

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