sábado, 2 de octubre de 2021

Pedro Páramo

Autor: Juan Rulfo. Dramaturgia: Pau Miró. Dirección: Mario Gas.
U
na producción de Teatro Romea, Teatro Español y Grec 2021.
con Vicky Peña y Pablo Derqui.

2 de octubre de 2021. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox.

Tras la muerte de la madre, el hijo cumple la promesa que le hizo de buscar al padre. El hijo es Juan Preciado y vuelve a Comala para encontrar a Pedro Páramo. El lugar está vacío pero sigue habitado por los espectros. Ellos le darán noticia de quién fue su padre y de lo que hizo en aquel pueblo.
 
No podíamos estrenar mejor el abono del otoño (en fila 9 butacas 9 y 11) que con esta monumental historia que parecía imposible que pudiera ser llevada a un escenario. Pero durante algo más de hora y media Mario Gas consigue que el nuestro esté habitado por los fantasmas de tantas gentes como han sido capaces de encarnar (nunca mejor dicho) dos intérpretes tan impresionantes como Vicky Peña y Pablo Derqui. A ella ya hacía tiempo que no la veíamos en Avilés (en diciembre de 2013 nos trajo aquel trabajo sublime que fue El diccionario y en agosto de 2014 estrenó aquí con Mario Gas El largo viaje del día hacia la noche). De él es imborrable el recuerdo de aquella noche de  julio de 2017 en Mérida en la que le vimos hacer del Calígula de Albert Camus. Mario Gas consigue en este Pedro Páramo que el escenario se convierta en Comala haciendo que no quepa imaginar mejor recreación de ese espacio habitado por los muertos que marcó la historia de la literatura en esta lengua desde el país que ha hecho tan familiar la relación con ellos. La definición del espacio escénico, el movimiento de esas estructuras tan espectrales y tan eficaces, una música y una iluminación impecables y unas imágenes proyectadas en el fondo que llevan la marca maestra del gran Mario Gas hacen que podamos disfrutar al máximo con las poderosas interpretaciones entreveradas de Vicky Peña y Pablo Derqui. Disfrutar escuchando sus voces impecablemente moduladas para cada uno de los muchos personajes y viéndolos moverse con naturalidad espectral por ese espacio escénico radicalmente comalteco. De modo que salimos del teatro con ganas de volver a leer la compleja novela de Juan Rulfo y estoy seguro de que, tras hacerlo, tendríamos muchas ganas de volver a este Comala escénico. A veces uno lamenta que solo podamos tener una función.